Anaya lanza un alegato a favor de los empresarios ante la plana mayor de las finanzas mexicanas
El candidato del Frente tiende la mano a la expanista Zavala y llama al voto útil contra López Obrador en la reunión anual de BBVA Bancomer
Ricardo Anaya cierra filas con los empresarios mexicanos en plena guerra abierta entre las principales patronales del país y su principal rival en la carrera presidencial, Andrés Manuel López Obrador. El candidato de Por México al Frente -una coalición de partidos de centroderecha, centroizquierda y centro-, segundo en los sondeos, ha roto este martes una lanza en favor de “quienes generan empleos” ante la plana mayor de las finanzas mexicanas. “Les tengo una admiración muy importante”, ha subrayado en la reunión anual de consejeros de BBVA Bancomer, en la que se ha dado cita buena parte de la élite empresarial y financiera del país norteamericano.
“Cuando un político pelea con los empresarios, se cae la inversión y quienes pagan los platos rotos son los ciudadanos. No hay que verlos como enemigos, sino como aliados”, ha agregado Anaya, que se presenta como garante de la estabilidad macroeconómica y fiscal en contraposición con las dudas que despierta el líder de Morena en amplios sectores de la iniciativa privada. La respuesta de los casi 700 consejeros regionales de Bancomer, en su mayoría destacados empresarios en los 32 Estados de la República, ha sido una ovación cerrada, en pie, de casi un minuto. Notablemente más tímidos fueron los aplausos cosechados por José Antonio Meade (PRI), pese a los repetidos guiños que hizo al auditorio y que hace medio año partía con el apoyo de los grandes empresarios mexicanos. Ante la ausencia de López Obrador, el único candidato que declinó la invitación del banco, y con Meade lejos en las encuestas, el cabeza de cartel del Frente aprovechó para presentarse a sí mismo como la única opción posible para el empresariado.
Anaya también aprovechó su intervención en la reunión anual de la, por mucho, primera entidad financiera del país norteamericano para ir un paso más allá en su apelación al voto útil para las elecciones presidenciales del próximo 1 de julio, tendiendo la mano a su excompañera de partido y hoy candidata independiente Margarita Zavala. “La tengo en muy buen concepto, y me encantaría que pudiéramos hacer equipo”, apuntó en referencia a quien fuera primera dama, que compite con el Frente por el voto tradicionalista. En octubre pasado, Zavala abandonó Acción Nacional y se lanzó a la carrera electoral como independiente tras varios encontronazos con el entonces líder del partido y hoy candidato de la coalición con PRD y Movimiento Ciudadano, Ricardo Anaya. Pero su 5% de intención de voto en las encuestas puede ser clave si la carrera electoral se cierra en las últimas semanas.
A mes y medio vista de la cita con las urnas, la desventaja de Anaya con López Obrador es amplia: de entre cinco y 20 puntos porcentuales, según la encuesta consultada. Pero el cabeza de cartel de Por México al Frente mantiene su confianza en salir victorioso si logra concitar el apoyo de los indecisos. En esa estrategia se enmarca su ya indisimulada apelación al voto útil de los simpatizantes de todos los partidos. “Hay mucha gente que no ha decidido su voto o que votaría por Morena sin estar convencidos, porque creen que es la única opción para derrotar al PRI”. El tiempo apremia para sus intereses: cada día que pasa es un día menos para lograr darle la vuelta a los sondeos. En ese contexto, Anaya lo fía todo a la tendencia -“lo que va a pasar en los próximos 45 días es que el voto útil va a dar un campanazo muy importante”- y a las recién iniciadas campañas locales, en donde el músculo de los tres partidos que integran su coalición supera, en su opinión, a Morena.
Ante este escenario, el candidato del PRI, José Antonio Meade, que intervino después de Anaya, zanjó cualquier posibilidad de tejer una alianza con el candidato del Frente: “La dinámica del voto útil no va a funcionar”, aseguró.
Tras su reciente coqueteo con el PRI, actualmente en el Gobierno, para tomar parte de sus votos en una suerte de frente común contra López Obrador, Anaya intercaló los halagos a los empresarios y las referencias a la ortodoxia macroeconómica y fiscal con continuas referencias al cambio respecto al sexenio de Enrique Peña Nieto, que abandonará la presidencia con el índice de aprobación más bajo de la historia de México. “Un candidato que se mimetiza está condenado al fracaso”, remarcó Anaya. “Tenemos que ser una alternativa de cambio, pero en política hay momentos para competir y momentos para construir. Se gobierna con todos y para todos”. Para reforzar esa imagen de cambio, el líder del Frente repite hasta la saciedad una cifra: 85%, el porcentaje de mexicanos que, según los sondeos, quiere un cambio de rumbo. “¿Qué interés puedo tener en meterme en ese 15% [de votantes que creen que el rumbo actual de México es el bueno]? En los Estados hemos ganado las elecciones presentándonos como una opción distinta”. Su apuesta pasa, por tanto, por realzar su candidatura como la única que puede hacer frente a López Obrador. “Más allá de la estridencia de cualquier discurso político, la realidad es que México no va por el camino correcto. Lo que hay que explicar es por qué nuestra opción es distinta”.
Meade, por su parte, aseguró que “nadie es el candidato de la continuidad” cuando se le interpeló por la losa que supone para su campaña la imagen del actual Gobierno y del PRI, el partido del que es candidato. “En la boleta no está el presidente, estoy yo”, respondió Meade cuando se le preguntó por qué no se ha deslindado de Peña Nieto. “El peor daño que le podría hacer al país es deslindarse de la agenda”.
En la convención de BBVA, las críticas de Anaya contra el candidato de Juntos Haremos Historia -la coalición de Morena (izquierda), Partido del Trabajo (izquierda) y Encuentro Social (ultraconservador)- se centraron en dos ámbitos: la amnistía para combatir la creciente violencia –“pactar con delincuentes no resuelve el problema de la inseguridad” – y la propuesta de construir media docena de refinerías para reducir la importación de carburantes –“en 2024 va a empezar el declive en el consumo de gasolina; tenemos que apostarle a energías renovables”–. Sus propuestas también discurrieron por la línea habitual: lucha contra la corrupción y la desigualdad, seguridad jurídica, más inversión pública y una educación centrada en un futuro marcado por la automatización y la robotización. Ni una palabra, eso sí, sobre la renta básica universal, una idea fuerza que ha pasado de ser una de las líneas esenciales de su programa antes de la campaña a ser relegada a un discretísimo tercer plano. Este martes su público no era, precisamente, el más entusiasta con el planteamiento.
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