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¿Por qué falló la maquinaria electoral en Colombia?

Los datos sugieren que la mayoría de los aparatos se quedaron en casa el pasado domingo

Jorge Galindo

El pasado domingo una significativa mayoría de los colombianos votaron por fuera de las estructuras clientelares clásicas. La llamada maquinaria no triunfó. Germán Vargas Lleras era el candidato que, en teoría, más podía beneficiarse de ella. Y no alcanzó ni el 8% de los sufragios. Todo ello, además, con un aumento de la participación. Las personas han decidido que, esta vez, su voto vale más que los beneficios que ofrece el cacique de turno, directos o indirectos. Disponer por primera vez de un menú amplio y equilibrado de plataformas ideológicas entre las que escoger habría ayudado a darle la vuelta al clientelismo.

Esa es la interpretación optimista de lo que pasó. Pero hay otra pesimista: la maquinaria se quedó en casa. Nunca llegó a activarse porque no había confianza en el candidato, o porque éste no puso el suficiente dinero sobre la mesa. O tal vez los costes eran demasiado elevados esta vez: Odebretch es un caso todavía muy caliente, y hay ciertos medios e instancias del Estado con el ojo avizor. No olvidemos el sonado caso de Aida Merlano, elegida senadora el pasado once de marzo para descubrirse casi inmediatamente la sofisticada trama de compra de votos que la alzó en las urnas. La periodista Laura Ardila daba el lunes pistas muy interesantes en ese sentido, extraídas de observación sobre el terreno en la costa Caribe.

Hay, incluso, quien riza el rizo y afirma que las maquinarias se han acercado sencillamente al sol que más calienta, en este caso Iván Duque. El inicio de acercamiento entre Cambio Radical, partido de Vargas Lleras y uno de los principales tenedores de maquinarias, a menos de 48 horas de la elección, les sirve como prueba a quienes apuntan que es ahí donde se ha mudado el clientelismo.

En primera instancia, estas tres hipótesis se reducen a la necesidad de responder a una pregunta: dónde fueron los votos identificados con la maquinaria el pasado domingo . ¿Se quedaron en casa o se marcharon donde alguno de los tres candidatos que se llevaron casi el 90% de los sufragios (Duque, Petro, Fajardo)?

Los datos apuntan a que, sobre todo, se quedó en casa. Aunque quizás una parte también se fue donde Gustavo Petro, o incluso donde Iván Duque.

Hace dos meses y medio tuvieron lugar las elecciones legislativas, en las que se entiende que la presencia del clientelismo es mucho mayor porque son los senadores y los congresistas quienes se encuentran a la cabeza de las estructuras. En particular, aquellos que se encuentran dentro de las formaciones más tradicionales: Partido Liberal (PL), Partido Conservador (PC), Partido de la Unidad Nacional (U) y Cambio Radical (CR). Estas formaciones cuentan con ciertos feudos electorales donde sus redes están implantadas. Así, si en estas áreas la movilización fue menor en general, podríamos inferir que dichas redes no se movieron. Por ejemplo: si medimos la diferencia entre la abstención de cada municipio del 11 de marzo y la que se dio en las presidenciales, tendremos un indicador de menor movilización. Si además comprobamos que ésta es más baja donde los partidos tradicionales tienen sus feudos, tendríamos un primer indicador de que la maquinaria se movió menos.

Efectivamente, en los municipios donde las cuatro formaciones obtuvieron más votos el pasado 11 de marzo, la abstención entre las legislativas y las presidenciales creció más. Esta tendencia es particularmente marcada para las formaciones más asociadas con las maquinarias: Cambio Radical y el Partido de la U. Los feudos del liberalismo y el conservadurismo se desmovilizaron menos.

Lo mismo le pasa a Vargas Lleras, el candidato asociado con el clientelismo y con estas dos plataformas, que ha sacado más apoyo en lugares que se han vuelto menos participativos, lo cual probablemente ha minado su fuerza. Justo lo contrario de lo que sucede con Fajardo, que parece haber arrastrado la participación hacia arriba con su voto. Duque también, aunque la relación es significativamente más dispersa.

Resulta llamativo que Petro también esté más fuerte en zonas más abstencionistas. Que son, recordémoslo, los bastiones de la maquinaria. ¿Podría ser que Petro se quedase con algo de la misma, a cambio de su promesa de lucha contra el establecimiento? Podríamos deducir que sí si resulta que su fuerza se asocia con los bastiones del ámbito amplio del liberalismo (PL, U, CR). 

A tenor de estos datos, parece que sí hay cierta correlación positiva donde antes era negativa. Pero no es una relación fuerte, no se trata de un patrón firme y claro según el cual los fortines del PL, la U y CR en las legislativas le dieron un apoyo masivo a Petro en las presidenciales. Curiosamente, la relación con las zonas de las formaciones progresistas alternativas (la propia Lista de la Decencia de Petro, el Polo Democrático Alternativo y la Alianza Verde que iban con Fajardo oficialmente) es aún más tenue.

Nos queda, por último, la posibilidad de que Duque haya sido capaz de absorber este tipo de voto. Si eso fuese cierto, deberíamos observar que en las zonas donde los partidos tradicionales tuvieron más fuerza, también la tuvo Duque.

Sin embargo, lo que nos dicen los datos es que el porcentaje de votos de Iván Duque fue menor en los municipios donde PL, U y CR obtuvieron más peso el pasado 11 de marzo. La correlación con el PC sí es positiva. Pero no se aprecia un patrón de relación con las áreas más cercanas al viejo (y al ‘viejo nuevo’) liberalismo. Queda por ver si esto cambiará en la segunda vuelta.

Podríamos decir por tanto que sí es posible que algo del voto del amplio espectro liberal tradicional se haya ido con Petro, igual que una porción del conservador se fue con Duque. Pero parece que el grueso de la maquinaria se quedó quieta. No sabemos si esta combinación de decisiones se dio más por convicción o por conveniencia. De hecho, la diferencia entre maquinaria y opinión, entre conveniencia y convicción, está hecha de una frontera amplia y gris en la que se entremezclan beneficios directos, indirectos, miedos, esperanzas, ideologías e incluso afectos personales. Pero el caso es que así fue. Y el "candidato de la maquinaria" pagó las consecuencias, mientras sus rivales fueron quienes las cobraron.

Nota metodológica. Los presentes datos se han obtenido gracias a la colaboración de una serie de investigadores que han ido poniendo las bases correspondientes a disposición de todos. Algunos de ellos son Nelson Amaya, Adam Isacson o Javier Moreno. Las gráficas aquí expuestas pueden reproducirse con las tablas aportadas por ellos. Además, es necesario leerlas con cautela: el hecho de que estemos empleando municipios como unidad de análisis nos permite capturar la territorialidad del voto, pero nos deja expuestos a la posibilidad de una falacia ecológica, consistente en interpretar la parte por el todo.

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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