Sánchez advierte en Davos contra la “desigualdad inaceptable” que alienta el populismo
El presidente lanza en el corazón del liberalismo un discurso de apoyo a las políticas progresistas y critica la gestión de la crisis: "Hemos perdido 10 años"
Después de nueve años de ausencia de un presidente español en la reunión anual en Davos, corazón del liberalismo económico, se esperaba que Pedro Sánchez hiciera un discurso pensado en los inversores que se reúnen aquí. Sin embargo, el presidente, que habló en todo momento en inglés, durante la intervención inicial y en las preguntas, algo que nunca había sucedido con sus antecesores, aprovechó la ocasión para lanzar una crítica de fondo a la gestión de la crisis económica y sobre todo para reprochar que precisamente las "desigualdades inaceptables" que ha causado estén, en su opinión, en el origen del ascenso de los populismos que ahora tanto preocupan a todos, incluidos los grandes protagonistas de Davos.
El presidente no llegó a responsabilizar a este foro del pensamiento dominante que forzó las políticas de austeridad durante la reciente crisis económica, pero ese era el trasfondo de su discurso, una especie de revisión crítica desde la socialdemocracia —aunque garantizando que está preocupado por la deuda y el déficit público, que es un asunto que interesa a los inversores— de la gestión de la crisis. "Hemos perdido 10 años. Ahora tenemos el riesgo de olvidar lo que hemos pasado. Pero tenemos que recordar todos los errores cometidos", llegó a decir.
La idea central del discurso era la defensa de las políticas progresistas para salir de la crisis como único antídoto posible contra el populismo. En primera fila le escuchaban algunos de los principales responsables de las multinacionales españolas. "Al fin tenemos un presidente que habla en inglés y viene a Davos", comentaba Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, al finalizar. También estaba allí otros participantes españoles en Davos como Josu Jon Imaz, de Repsol; José Manuel Entrecanales, de Acciona; Gloria Fluxá, de Iberostar; Demetrio Carceller, de Damm; Carlos Torres y José Manuel González Páramo, del BBVA, y Rafael del Pino, de Ferrovial. Estaba previsto que asistiera también Ana Patricia Botín, del Santander, pero finalmente tenía otra cita en Davos. Había pues muchos españoles de alto nivel, pero había muy poca gente en la sala, con decenas de sillas vacías, algo que le sucedió también al italiano, Giuseppe Conte, que habló justo antes.
"La economía no es un fin en sí mismo, de estar al servicio de las personas. Las desigualdades destruyen nuestras sociedades. En el siglo XX la política dio la espalda a la economía, y eso acabó con dos guerras mundiales. En el XXI sería un error que la economía diera la espalda a la política. Los populismos son ya el principal reto de las democracias. Si no hubiésemos olvidado que la economía debe estar al servicio de las personas a lo mejor no habrían crecido tanto los populismos. Hemos perdido una década", insistió.
Ahí llegó —en el corazón de los defensores de las políticas neoliberales, y solo un día después de que el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, diera en este foro por muertas las políticas de izquierda—, la apuesta de Sánchez por su versión más a la izquierda. "Desde mi juventud fui un progresista convencido. El compromiso democrático y social aportó la paz, la salud universal, la educación pública gratuita. No estoy de acuerdo que la política progresista esté en crisis. Lo que ha pasado a la historia es el modelo proteccionista y el modelo neoliberal que ofrece un mundo hostil para quien no pertenece a la élite", insistió.
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