El doble frente de Macron y Castex: la recesión y la reelección
El presidente francés diseña junto a su nuevo primer ministro el equipo y el programa para los dos últimos años de mandato
Emmanuel Macron acapara poder —más poder aún del que la Constitución de 1958 otorga de por sí al presidente de la República— para librar una doble batalla: contra la recesión y por la reelección.
Con la sustitución, el viernes, del popular primer ministro Édouard Philippe por el desconocido Jean Castex, Macron prescindió de alguien que podía hacerle sombra ante las presidenciales de 2022. Y reafirmó el control del palacio del Elíseo sobre Matignon, sede de la jefatura gubernamental. Macron y Castex dedican el fin de semana a diseñar el equipo ministerial y preparar el plan anticrisis para el final del quinquenio.
“El inicio de curso será difícil, y debemos prepararnos. Así que hay que diseñar un camino nuevo. Según lo veo yo, debe hacerse en torno de la reconstrucción económica, social, medioambiental y cultural de país”, declaró Macron esta semana a varios medios de la prensa regional francesa.
El panorama, como en otros países golpeados por la pandemia, es complejo. El Producto Interior Bruto caerá un 12,5% en 2020, según el FMI. La tasa de desempleo debería superar a fin de año el 10%, dos puntos más que en 2019. La financiación del paro temporal ha costado más de 17.000 millones de euros; la deuda se acerca al 120% del PIB. El malestar social que estalló hace un año y medio con los chalecos amarillos puede regresar en cualquier momento.
En su primera entrevista como primer ministro, el viernes por la noche en la cadena privada TF1, Castex ofreció indicios sobre quién es y cómo gobernará a una inmensa mayoría de ciudadanos para quienes era un total desconocido. Su currículum es nutrido: alto funcionario formado en la Escuela Nacional de Administración, exconsejero del expresidente conservador Nicolas Sarkozy, responsable de coordinar la desescalada tras el confinamiento, alcalde de Prada, pueblo de 6.000 habitantes en la Cataluña francesa. Conjuga el arraigo local con el conocimiento minucioso de los engranajes de la Administración.
¿Su ideología? “Diría que soy un gaullista social”, dijo aludiendo al ala más progresista de los seguidores del general De Gaulle. ¿Su método? “Yo, antes de dar soluciones, deseo que se debata con la nación, con los agentes sociales en los territorios”. La palabra “territorios” es clave: el presidente que al llegar al poder despreciaba a los alcaldes, ahora los ve como aliados necesarios. “Todo no puede decidirse desde París”, afirmó.
Las líneas maestras del programa para los próximos dos años, marcados por el impacto de la covid-19 en la economía y por el temor a una segunda ola del virus, toman forma. Antes de que Macron y Castex lo presenten, debe formarse el Gobierno. El perfil de los elegidos dará una idea de la profundidad del cambio.
¿Entrarán ecologistas? ¿Socialistas? Una dato ineludible es la victoria, en las elecciones municipales de hace una semana, de candidaturas con ecologistas, socialistas u otras formaciones de izquierda en las grandes ciudades francesas: París, Marsella, Lyon, Burdeos o Estrasburgo... Muchas de estas candidaturas, apoyadas por el mismo tipo de votante urbanita que eligió a Macron en 2017 y que se ha desencantado.
Una vez constituido el Gobierno, podrá reunirse el primer Consejo de Ministros, previsiblemente el miércoles. En las mismas fechas, Castex pronunciará ante la Asamblea Nacional el discurso de política general, seguido de un voto. Macron también podría dirigirse a los franceses en un discurso a la nación y confirmar quién está al mando. Ya lo estaba con el anterior primer ministro; ahora, más.
La arquitectura institucional de la V República concede al presidente la competencia para nombrar y destituir al primer ministro, presidir el Consejo de Ministros, promulgar las leyes y disolver la Asamblea Nacional. El primer ministro dirige la acción del Gobierno, comparte con el Parlamento la iniciativa legislativa y es responsable de sus acciones ante los diputados.
François Mitterrand denunció en el ensayo El golpe de Estado permanente, de 1964, un sistema en el que “el presidente de la República ordena y decide” mientras somete al primer ministro —“su asistente”— a “una postura humillante”. Al llegar al Elíseo en 1981, el socialista Mitterrand adoptó muchos de los vicios que había denunciado, pero el diagnóstico no ha perdido interés.
Cuando hace tres años Macron nombró a Philippe, este tampoco era una figura de primera línea. Con el tiempo, y sobre todo en los últimos meses con la gestión de la compleja reforma de las pensiones y del coronavirus, adquirió estatura propia. Castex podría acabar emancipándose como Philippe, pero por ahora proyecta la imagen de un gestor a las órdenes del jefe del Estado. Un “asistente”, como diría Mitterrand, o “un superdirector de gabinete de Emmanuel Macron”, como escribe una editorialista del diario Les Échos.
Castex, como Philippe, proviene de Los Republicanos (LR), el gran partido conservador, del que se dio de baja el viernes. La continuidad ideológica evidencia el deseo de Macron de amarrar a los votantes de la derecha moderada. No es seguro que sea suficiente para la reelección.
El mal resultado en las municipales del partido macronista, La República en marcha (LREM), suscita dudas sobre su solidez. La única victoria destacada de los macronistas fue en la ciudad portuaria de Le Havre. El vencedor fue Philippe, que, como Castex, no milita en LREM. El domingo se convertirá en alcalde.
La idea que circula en el Elíseo es construir, con vistas a las elecciones de 2022, un movimiento presidencial que vaya más allá de LREM. Y que cuente con el apoyo de Édouard Philippe, relevado entre elogios del presidente y aplausos generales. Lo último que necesita Macron es un rival en Le Havre.
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