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Países Bajos investiga los lazos de la Iglesia protestante con la esclavitud

Un equipo de historiadores y expertos en teología aborda el papel de los religiosos tras reavivarse el debate nacional sobre el pasado del país como potencia colonial y esclavista

Rijksmuseum in Amsterdam during the exhibition "Slavery" shows multiple foot stocks for constraining ensclaved people
El Rijksmuseum de Ámsterdam mostraba en mayo varios cepos utilizados en la época colonial para inmovilizar por los pies a los esclavos.KENZO TRIBOUILLARD (AFP)
Isabel Ferrer

Países Bajos se dispone a revisar parte de su pasado, el de la esclavitud aceptada y justificada por el protestantismo en la época colonial. Un equipo de historiadores y expertos en teología ha iniciado el análisis de la justificación bíblica del racismo y el uso de esclavos en el seno del protestantismo nacional, así como su legado en tumbas, iglesias y monumentos. La iniciativa surge tras reavivarse en julio el debate nacional sobre el pasado del país como potencia colonial y esclavista después de que la alcaldesa de Ámsterdam, Femke Halsema, del partido ecologista Groen Links (Izquierda Verde), pidiera perdón por esa etapa de la historia en un acto ante el monumento que conmemora el Día de la Emancipación de los esclavos.

En pleno auge económico derivado del comercio con ultramar, se impuso la mano de obra esclava en todo tipo de plantaciones. En Países Bajos, el protestantismo era la confesión oficial en el siglo XVII, y se benefició a través de grandes donaciones hechas por comerciantes esclavistas. El dinero podía servir para construir iglesias, pero hubo también religiosos llevados a las colonias para predicar a la población blanca que eran pagados con esclavos. Es un pasado lleno de sombras que no se había analizado a fondo y sobre el que la jerarquía eclesiástica ha guardado silencio. En 2013, el Consejo Eclesial de Países Bajos, que reúne a católicos y protestantes, reconoció la responsabilidad de la Iglesia en la esclavitud, pero entonces no hubo una investigación histórica. Esta semana, la Iglesia protestante ha mostrado su deseo de colaborar con el equipo de historiadores y teólogos que investigarán ese pasado. Sus portavoces han declarado: “Es muy importante saber qué ocurrió”. Se trata de un amplio proyecto académico que espera aclarar lo que se hizo en nombre de esta confesión en vísperas del 150º aniversario de la liberación definitiva de los esclavos por parte del país, en 2023.

En estos momentos, el repaso del legado colonial internacional alcanza desde el movimiento antirracista Black Lives Matter, a la restitución de obras de arte africanas sacadas de las antiguas colonias. Desde el debate sobre la presencia -en los templos- de tumbas de mercaderes que se hicieron ricos con el esfuerzo de los esclavos, a la pertinencia de estatuas de próceres cuyo pasado es igualmente oscuro. En el seno del protestantismo holandés, la reflexión sobre esta parte de su historia se concentra hoy en iglesias pequeñas con fieles de diversos orígenes, muchos de ellos procedentes de antiguas colonias como Surinam (Sudamérica), Indonesia, o bien Curazao y Bonaire (El Caribe). Su impulso desde la base ha sido esencial para que la Iglesia protestante de Países Bajos, que representa a cerca de 1,8 millones de fieles, se abra a revisar una larga etapa “en la que las propias ideas religiosas apoyaron la esclavitud con teorías sobre la inferioridad de los hombres negros”, dice Heleen Zorgdrager, de la Universidad Protestante de Teología, que lidera la investigación.

En conversación telefónica, la teóloga explica que por lo menos hasta el siglo XIX “se usa la Biblia para legitimar la esclavitud sosteniendo que la población negra y los nativos eran seres humanos de otro tipo; menos importantes”. “Aunque hoy ya hemos apartado de nuestra religión, cultura y teología la idea de la superioridad blanca, el reto consiste en cómo se relaciona una Iglesia protestante formada por los antiguos dueños de esclavos con sus descendientes. Es un asunto difícil que no se ha debatido en la sociedad holandesa”, añade.

El Rijksmuseum, de Ámsterdam, ha dedicado este año la primera muestra de su clase a la esclavitud colonial. Algunos de los grabados de plantaciones que presentó sorprendían por la ausencia de esclavos. Los artistas solían evitarlos en sus obras, primando los espacios abiertos y la sensación de amplitud. Entretanto, en la metrópoli, los ricos que tenían acciones en plantaciones esclavistas patrocinaban a la Iglesia protestante a través de donaciones. “Pagaban la construcción de un templo, el órgano o bien al predicador que era trasladado a la colonia. Allí, ese religioso podía tener esclavos en su servicio doméstico e incluso tierras trabajadas por estos. La teología predominante del momento no censuraba dichas prácticas. Solo hacia el final de la esclavitud empezó a haber discusiones más amplias sobre dicho proceder”, sigue Zorgdrager.

La secuencia misma de la abolición fue lenta y penosa. El tráfico de esclavos fue prohibido en Países Bajos en 1814, pero no se aplicó durante años. La esclavitud fue abolida en 1863, aunque durante la década siguiente los esclavos liberados siguieron trabajando para que sus antiguos amos no perdieran dinero. No dejaron de ser vistos como una inversión. En 1873, fueron libres formalmente.

Dienke Hondius, historiadora especializada en la historia de la esclavitud en la Vrije Universiteit (Universidad Libre) de Ámsterdam se ocupa de analizar la herencia material en el protestantismo holandés. Se trata de estudiar y cartografiar la parte visible, desde los templos y las vidrieras a las tumbas, y explica que las poderosas Compañías de las Indias Orientales y Occidentales escogían a sus predicadores protestantes para llevarlos a ultramar. Ambas empresas dominaron el comercio y el tráfico de esclavos en el siglo XVII desde África del Sur y Asia a Brasil y El Caribe, “y estos religiosos cubrían las prédicas de la población blanca de las colonias. Durante mucho tiempo, no hubo una labor misionera, más frecuente entre el clero católico de España o Portugal”, señala al teléfono. En el caso holandés, la Iglesia católica tuvo menos protagonismo dado que era tolerada pero no oficial en esos momentos.

La historiadora recuerda el caso de Balthasar Coymans (1652-1686), comerciante y traficante de esclavos, que tenía permiso para llevarlos a las colonias españolas. “La antigua casa familiar está en los canales de Ámsterdam y es una de las más llamativas. Él fue enterrado luego en la iglesia cercana, Westerkerk”. Este tipo de sepulcros, así como otros monumentos funerarios forman parte del estudio porque generan dolor, o al menos sentimientos encontrados. Lo mismo ocurre con algunas estatuas de personajes que se lucraron con la esclavitud. El dilema es aquí el mismo que en otros países: retirarlas o mantenerlas con una explicación.

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