La UE acelera el paso para armar a Ucrania con los rendimientos de los activos rusos congelados
Bruselas prevé canalizar hacia Kiev 3.000 millones de euros al año de los beneficios extraordinarios que generan los fondos vinculados al Kremlin e inmovilizados por las sanciones
Los activos rusos congelados por las sanciones en la Unión Europea están generando miles de millones de euros en beneficios. Y cuando la guerra de Rusia contra Ucrania está pasando por uno de los momentos más difíciles, mientras las tropas del Kremlin se preparan para una nueva gran ofensiva a finales de primavera, la UE acelera el paso para usar los rendimientos de esos fondos inmovilizados en armar a Kiev —lo más urgente y donde irá hasta el 90% del dinero— y para financiar la reconstrucción. Una propuesta del alto representante para Política Exterior y Seguridad de la UE, Josep Borrell, prevé que el primer pago de esos fondos —que se calculan en unos 3.000 millones de euros al año— se envíe ya en julio al país invadido, según el borrador de la propuesta al que ha tenido acceso EL PAÍS. Usar esos beneficios caídos del cielo para comprar material militar para Ucrania supondrá para la Unión derribar otro tabú más.
“La determinación de usar estos ingresos para apoyar a Ucrania es clara y fuerte”, dice el borrador del texto. La UE empezó a inmovilizar en una cuenta separada esos beneficios extraordinarios solo el 12 de febrero, después de muchos trámites y mucha negociación sobre unos activos inmovilizados por las sanciones en los primeros compases de la invasión. El club comunitario sacará de ahí fondos para armar a Ucrania y para reconstruir el país. El objetivo es que los líderes den un impulso a la controvertida medida en la reunión del Consejo Europeo del jueves.
Ese impulso llega, además, con otra ronda de sanciones a personas y entidades rusas, pero esta vez a los involucrados en el proceso judicial al opositor Alexéi Navalni, muerto en una cárcel del Ártico en la que cumplía 19 años de cárcel, y también a los responsables de ese severo penal. Los ministros de Exteriores de los Veintisiete aprobaron esas nuevas restricciones a decenas de personas e instituciones el lunes, un día después de las elecciones sin oposición con las que Vladímir Putin se perpetúa en el poder en Rusia, duramente criticadas por la UE por su falta de imparcialidad e independencia.
La iniciativa de los activos rusos congelados —que no es solo de la UE, sino del grupo del G-7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, además de la Unión)— ha generado dudas en algunos Estados miembros por el impacto que puede tener en la reputación del euro y las relaciones comerciales del club comunitario. También ha desencadenado inquietud sobre si usar esos beneficios supone cruzar la línea de lo que es estar en guerra con Rusia. Pero la situación en el frente de batalla, donde ahora las tropas del Kremlin tienen la iniciativa, y la falta de munición de las tropas ucranias han estimulado la idea.
“No diré que hay unanimidad, pero hay bastante consenso”, remarcó el lunes tras la reunión de ministros de Exteriores Borrell, que ultima la propuesta que debe perfilar varios puntos legales que preocupan a algunas capitales. El asunto llevaba tiempo en la mesa del jefe de la diplomacia europea y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, pero la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lo adelantó hace unos días, abriendo públicamente un melón que disgusta profundamente a Moscú.
La cantidad estimada de 3.000 millones al año de beneficios extraordinarios es pequeña en comparación con los alrededor de 210.000 millones de euros de activos del Banco Central de Rusia —en forma de valores y efectivo— inmovilizados en territorio comunitario, la mayor parte en Euroclear, una empresa de liquidación de valores que solo el año pasado ganó 4.400 millones en rendimientos caídos del cielo gracias a esas cantidades congeladas. Pero los informes legales señalan que usar esos beneficios es menos problemático que directamente confiscar los activos, como algunos socios han sugerido.
El mecanismo diseñado que se planteará a los Veintisiete prevé que las empresas financieras que tienen alojados esos activos rusos retengan un porcentaje, todavía en discusión, para la gestión de esos fondos y también para afrontar posibles demandas de Rusia. El resto se canalizará hacia el Fondo Europeo para la Paz (EPF), un fondo intergubernamental que se emplea para armar a las tropas de Kiev, y al llamado “Mecanismo para Ucrania” (Ukraine Facility), el paquete presupuestario para financiar al país invadido del que salen los fondos para mantenerlo a flote y para la reconstrucción.
Bruselas concluye en su propuesta y en la comunicación que la acompaña que los activos inmovilizados generan “una acumulación extraordinaria e inesperada” de efectivo en esas empresas financieras. También, que esos beneficios caídos del cielo no son del Banco Central de Rusia ni tampoco de los depositarios financieros (o de sus accionistas) y que, por tanto, pueden canalizarse hacia Ucrania. “No constituyen activos soberanos, por lo tanto, las normas que protegen a los activos congelados no son aplicables a estos ingresos”, dice el texto.
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