Muere en prisión el opositor ruso Alexéi Navalni
El servicio penitenciario informa de que el disidente se encontró mal después de una caminata y perdió el conocimiento. “Mi mensaje si me matan es: no os rindáis”, dijo en un documental en 2022
El opositor ruso Alexéi Navalni, de 47 años, ha muerto en prisión. El Servicio Penitenciario Federal del Distrito Autónomo de Yamal-Nenets ha informado este viernes del fallecimiento del activista justo un mes antes de las elecciones presidenciales a las que concurrirá el presidente, Vladímir Putin, sin oposición. Según las autoridades penitenciarias, el conocido disidente se sintió mal después de una caminata y casi inmediatamente después perdió el conocimiento. “Se llevaron a cabo todas las medidas de reanimación necesarias, pero fracasaron. Los servicios sanitarios de emergencia confirmaron la muerte del preso. Se están determinando las causas de la muerte”, añade el comunicado. Navalni, el político disidente ruso más prominente, al frente de campañas de investigación para destapar la corrupción de la era Putin, llevaba entre rejas desde enero de 2021, cuando fue detenido nada más pisar un aeropuerto de Moscú después de varias semanas convaleciente en Alemania tras haber sido envenenado con el agente químico novichok, un atentado que apuntó al Kremlin.
El opositor había sido trasladado a una nueva prisión en el círculo polar ártico en diciembre. Los colaboradores de Navalni hicieron sonar todas las alarmas cuando perdieron el contacto con el político durante casi tres semanas en las que estuvo en paradero desconocido. El día 25, su portavoz, Kira Yarmish, informó de que había sido trasladado a la colonia penal IK-3 de Jarp, en la región de Yamal-Nenets, a unos 1.900 kilómetros al noreste de Moscú, donde se registran temperaturas de varias decenas de grados bajo cero. Esa prisión, conocida como la colonia Lobo Polar, está considerada una de las más duras de Rusia y está destinada a los presos condenados por delitos graves. La cárcel se fundó en la década de 1960 como parte del sistema de gulag de campos de trabajos forzados soviéticos.
“Mi mensaje, si me matan, es muy simple: no os rindáis”, decía el activista en un fragmento del documental Navalni, de Daniel Roher (2022), que se ha hecho viral este viernes en Rusia. “Si esto pasa, significa que somos inusualmente fuertes en ese momento, ya que decidieron matarme, y esa fuerza debe usarse. No os rindáis, somos una fuerza enorme oprimida por los malos porque no podemos darnos cuenta de lo fuertes que somos en realidad. Todo lo que se necesita para el triunfo del mal es la inacción de la gente buena”, declaraba a su entrevistador de forma serena y con una sonrisa.
Navalni fue visto por uno de sus abogados por última vez el miércoles. Según el letrado, Leonid Soloviov, se encontraba bien, pero no ha ofrecido más detalles por deseo expreso de la familia del activista. El disidente estaba casado desde hace 24 años con Yulia Naválnaya, y la pareja tenía dos hijos. “Entre nosotros hay ciudades, luces de despegue en aeropuertos, ventiscas azules y miles de kilómetros, pero siento que estás cerca cada segundo y te amo cada vez más”, le dedicó su esposa este último San Valentín en X, la antigua Twitter.
Celda de castigo en 27 ocasiones
El director de la fundación de Navalni, Ivan Zhdanov, ha denunciado en el canal de YouTube de su organización que los funcionarios no responden a sus llamadas para aclarar lo sucedido porque no quieren hacerse cargo de que “fue asesinado por Vladímir Putin”. “Es oficial, ni el hospital, ni la morgue ni la colonia penal responden a las llamadas; se hacen los sordos porque entienden lo que ha sucedido”, ha manifestado el activista.
Yarmish ha recordado por su parte que Navalni había sido llevado a una celda de castigo en 27 ocasiones desde que fue encarcelado, la última vez el miércoles. La portavoz de Navalni ha anunciado este viernes que los abogados del activista se dirigen ya hacia la prisión de Yamal-Nenets. “Aún no tenemos ninguna confirmación de su fallecimiento”, ha manifestado. A comienzos de 2023, un grupo de más de 170 médicos firmaron una carta dirigida a Putin, en la que manifestaban su preocupación por la salud del preso. “Las condiciones de su detención y la apariencia física de Alexéi Navalni nos causan una gran preocupación por su vida y por su salud”, decía entonces la misiva. Sus abogados denunciaron que el activista no recibía medicinas y solo disfrutaba de hora y media al día de paseo fuera de su celda.
Putin, que nunca nombró a Navalni por su nombre en sus intervenciones al hablar sobre el disidente, ha sido informado de su muerte. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, se pronunció minutos después de conocerse el fallecimiento. “El servicio penitenciario se ocupa de todas las comprobaciones. No es necesario dar instrucciones para [comprobar] esto porque existe un conjunto de reglas al respecto”, ha afirmado. En cuanto a la posibilidad de que el opositor haya muerto debido a un coágulo de sangre, como han señalado algunos medios rusos, Peskov ha manifestado que “los médicos lo resolverán”.
Uno de los médicos que atendió a Navalni cuando fue envenenado con novichok en 2020, Alexánder Polupan, ha descartado la hipótesis del coágulo difundida por la propaganda rusa. “El diagnóstico de un tromboembolismo que intentan dar a Navalni es inadecuado. Esto solo puede determinarse basándose en los resultados de una autopsia y Navalni no corría riesgo de sufrir coágulos de sangre”, ha manifestado categóricamente al diario Nóvaya Gazeta.
La muerte del activista coincide con el inicio de la carrera electoral para las presidenciales que se celebrarán del 15 al 17 de marzo. Putin no tendrá ningún rival opositor por haber sido rechazados por la junta electoral o estar en el exilio o muertos. El medio ruso Agenstvo ha revelado un comunicado interno del partido de Putin, Rusia Unida, en el que insta a sus miembros a no comentar el fallecimiento del disidente.
La pérdida de Navalni ha causado consternación en la oposición rusa y en Europa. Decenas de ciudadanos acudieron de forma espontánea a los monumentos a las víctimas de la represión política de las ciudades rusas para depositar flores. En algunos casos fueron dispersados por la policía y en otros solo se les permitió dejar los ramos sin ningún mensaje político. Durante los actos también fueron arrestados varios fotógrafos y periodistas.
De forma simultánea fueron convocadas acciones de protesta en las ciudades europeas, como Riga y Ámsterdam, por la muerte del activista. “Esta muerte es una prueba más de que la vida humana no tiene valor para los dictadores. El régimen de Putin, al igual que el régimen de Lukashenko, se deshace de sus oponentes por cualquier medio en su deseo de mantener el poder”, ha lamentado la líder opositora bielorrusa Svetlana Tijanóvskaya.
El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, acusó directamente al mandatario ruso: “Obviamente, Putin lo mató como hay otros miles de torturados por culpa de este monstruo. A Putin no le importa quién muera siempre y cuando mantenga su posición”. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, también culpó al Kremlin de la muerte del disidente. “Alexéi Navalni luchó por los valores de la libertad y la democracia. Por el bien de sus ideales, hizo el sacrificio máximo. La Unión Europea considera al régimen ruso el único responsable de esta trágica muerte”, señaló el alto cargo en sus redes sociales.
“Aún no hay un examen forense, pero las conclusiones occidentales ya están listas”, respondió por su parte la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova.
Persecución judicial
Navalni, nacido en Butyn, en la región de Moscú, era el líder de mayor ascendencia de la oposición rusa. Fue condenado por varios casos que han sido considerados una persecución política desde que fuera una de las caras visibles de las protestas contra el Kremlin durante las elecciones legislativas de 2011. Además, fundó su Plataforma contra la Corrupción, que publicó investigaciones sobre supuestos casos de corrupción, entre otros la construcción de un palacio en el mar Negro que presuntamente sería propiedad de Putin.
El político opositor fue detenido nada más aterrizar en Moscú en enero de 2021 por violar la libertad condicional. Navalni regresaba tras pasar varias semanas hospitalizado en Alemania, en donde llegó a estar en coma tras ser envenenado, en un episodio en el que se adivinó la mano del Kremlin, según los servicios de inteligencia occidentales. Pese a su estado de salud, la justicia rusa consideró que el opositor tenía que cumplir con los términos de la libertad condicional por un caso que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos había considerado un “proceso arbitrario”.
En marzo de 2022, la justicia rusa dictó contra el activista una condena de nueve años en una “colonia penal de régimen estricto”, en un caso de fraude que sus seguidores aseguran que fue fabricado por el régimen de Putin. Los fiscales lo acusaron de robar unos 4,36 millones de euros en donaciones entregadas a sus organizaciones, que ahora han sido prohibidas por el Gobierno ruso, incluida su fundación Plataforma contra la Corrupción (FBK).
El 4 de agosto recibió otra condena de 19 años por apoyar el extremismo. La pena se sumó a la anterior y a otra de dos años y medio emitida en 2021 por el desvío de fondos en el denominado caso Kirovles, que se remonta a 2013. La defensa del opositor, así como sus seguidores, afirman que este último caso fue fabricado para mantener a Navalni lejos de la esfera política por un periodo aún más prolongado de tiempo. Además, la declaración de su movimiento político como “extremista” ha intensificado su aislamiento político.
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