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Cecilia Malmström, excomisaria europea: “Si Trump cumple lo que dice, el comercio internacional será un caos total”

La exjefa comercial de la UE cree que, en caso de que los aranceles tengan un impacto “muy negativo” sobre la inflación o la Bolsa, el futuro presidente de EE UU se verá obligado a virar

Cecilia Malmström
La excomisaria europea Cecilia Malmström, el viernes pasado en Madrid.Álvaro García
Ignacio Fariza

Con Donald Trump de vuelta a la Casa Blanca, quién mejor que Cecilia Malmström (Estocolmo, 56 años) para hablar de proteccionismo y aranceles. Comisaria europea de Comercio entre 2014 y 2019, suya fue la respuesta exprés del Ejecutivo comunitario para hacer frente a los agresivos gravámenes del republicano. Lustro y medio después, vuelven las curvas: el mercantilismo impone otra vez su ley en la primera potencia mundial. Volcada en lo académico y alejada de la política desde hace años, Malmström apura una taza de té en el salón de un hotel de Madrid mientras avisa del riesgo de “caos total” en el comercio internacional si el magnate neoyorquino cumple todo lo que dice. A saber: un arancel universal de entre el 10% y el 20%, con tasas aún superiores para países con los que Estados Unidos tiene un mayor déficit comercial.

Pregunta. ¿Cómo imagina la segunda Administración de Trump?

Respuesta. Aún no sabemos. Dice muchas cosas, pero no sabemos qué va a hacer. Está mucho más preparado, más organizado... Y tiene una mayoría amplia en las dos Cámaras, en el Tribunal Supremo y en el voto popular. No va a tener límites: va a poder hacer lo que le dé la gana. Por eso tenemos que contar con que va a hacer la mayoría de lo que dice. Ese debe ser el escenario base.

P. No hay, por ahora, ni un solo técnico en su gabinete.

R. Son todos leales, fieles a él.

P. ¿Le ve envalentonado por una victoria más holgada de lo previsto?

R. Le veo determinado. No es que el mundo fuera estupendo hace ocho años, pero ahora hay una guerra en Ucrania, otra en Oriente Próximo... Los desafíos son mayores que entonces.

P. Aranceles universales, también a sus socios tradicionales, y de hasta el 60% sobre países como China... Si realmente acaba haciendo esto, ¿en qué posición queda el comercio internacional?

R. Será un caos total. Nos va a costar mucho dinero, sobre todo inicialmente. Un 10% sobre todas las importaciones es mucho. Y un 60% sobre China provocará cambios en los flujos del comercio internacional que podría, a largo plazo, acabar siendo una ventaja para Europa. A corto, China tendrá que encontrar un mercado para sus productos y tendrá que bajar el precio.

P. ¿Qué ve más caótico?

R. No creo que vaya a hacer todo al mismo tiempo. Es muy probable que haga algunas cosas al principio de su mandato y después verá si puede llegar a acuerdos. Con todo, hay que tener en cuenta que el comercio más importante hoy en día es el de servicios, y ahí no se pueden poner aranceles.

P. ¿Cómo debe reaccionar Europa?

R. Lo más inteligente es preparar listas y decir: “Si me pones un arancel, yo respondo recíprocamente aquí, aquí y aquí”. Eso no significa que vayas a hacerlo sí o sí: es un aviso.

P. ¿Tiene la UE dónde hacer daño?

R. Sí.

P. Los aranceles también tendrán consecuencias internas, en EE UU.

R. Todo lo importado será mucho más caro: la comida, una lavadora, un coche... Aumentará la inflación. Creer, además, que con los aranceles va a poder financiar pensiones o bajar los impuestos es totalmente irreal.

Malmström, antes de la entrevista.
Malmström, antes de la entrevista.Álvaro García

P. “Queremos el arancel cero con EE UU”, decía usted hace casi una década. Cuánto ha cambiado el panorama.

R. El TTIP [el acuerdo comercial entre la UE y EE UU que quedó en agua de borrajas] era, y es, una muy buena idea. Pero que no fuera posible no ha sido solo culpa de Trump: con [Barack] Obama también era difícil. Es una pena no haberlo cerrado en su día. Una oportunidad perdida.

P. La UE lo tiene difícil en este nuevo escenario, pero ¿y China?

R. Ya tiene problemas de crecimiento y esto, claro, no va a ayudar. La gran pregunta es cómo va a responder. Al margen de las represalias, tendrá que ver dónde puede vender sus productos. Ya tiene un pie muy bien establecido en muchos países de África, Asia y América Latina. Se ha ido preparando para reducir su riesgo, pero tendrá problemas.

P. Hay quien dice que esos productos acabarán entrando en Europa.

R. Probablemente, sí.

P. ¿Ve posible una alianza de la UE, China e incluso India frente al proteccionismo en EE UU?

R. Difícil. La teoría dice que quizá sí, pero, si escuchas lo que dicen los candidatos a comisarios [en el nuevo Ejecutivo de Ursula von der Leyen], la sensación es que serán más duros con China. Washington también presionará para que así sea. Pero tanto ellos como nosotros tienen, tenemos, una gran dependencia de los minerales procesados en China: litio, cobre...

P. ¿Quiere decir que no podrán aplicar un gran arancel sobre esos productos?

R. Los necesitan para su industria: chips, teléfonos, ordenadores, materiales fundamentales para la transición energética...

P. En su etapa de comisaria en Comercio trató bastante con Robert Lighthizer, que previsiblemente repetirá como mano derecha de Trump para asuntos comerciales. ¿Es tan halcón como parece?

R. [Risas]. Tiene la clara convicción de que los aranceles son una buena cosa. Y una obsesión, que comparte con el resto de la Administración, con el déficit comercial. No se puede decir que estuviéramos mucho de acuerdo, pero lo pasamos bastante bien. Fue interesante.

P. ¿Hay alguien o algo que pueda torcer la mano a Trump, que le obligue a frenar en su cruzada contra el libre comercio?

R. Vamos a ver lo que ocurre. La mayoría de los economistas en el mundo dicen que el efecto de los aranceles será precisamente ese: más inflación.

P. “El multilateralismo es la única forma moderna de cooperar”, decía usted, en estas mismas páginas, hace tres años. Qué lejos queda aquello.

R. Aunque no esté de moda, sigue siendo verdad. Es paradójico: con los problemas que tenemos en el mundo hoy, comerciales, de cambio climático y guerras, es cuando más necesitamos pensar juntos en soluciones. Pero mire a Naciones Unidas: no pueden hacer nada porque todo está bloqueado. Lo mismo con la OMC: le es muy difícil tomar decisiones. Una lástima.

P. En su primer mandato, la gran obsesión de Trump era México. Hoy parece que otros han ocupado ese lugar: China, la UE.

R. Si fuera mexicana, no estaría tranquila: su retórica sigue siendo muy preocupante, ha amenazado con aranceles del 100%, se acerca la renegociación del T-MEC y va a poner mucha presión.

P. Vayamos a la arena política europea. ¿Cómo se debe lidiar con el auge de los nacionalpopulismos?

R. Es muy difícil, porque es un fenómeno que se reparte prácticamente por todos los países en este momento. Las fuerzas moderadas, de izquierdas, de centro o de derechas, tienen que unirse: demostrar que, pese a las diferencias, podemos colaborar frente a los grandes problemas.

P. ¿Es partidaria del cordón sanitario?

R. El problema es que este cordón sanitario no está funcionando muy bien.

P. En Alemania sí, por ejemplo.

R. Vamos a ver qué pasa... Hay elecciones en febrero.

P. ¿Cree que la CDU puede tener la tentación de pactar con AfD? Hasta ahora ha dicho que no lo va a hacer.

R. Espero que no, pero hay muchos tabúes que se han caído últimamente. Hay una normalización de esa retórica [de ultraderecha], también en mi país.

P. Usted misma ha abandonado el partido liberal sueco, en el que ha militado la mayor parte de su vida, en protesta por el reciente pacto con la extrema derecha. Son, sin embargo, una minoría los que han dado el paso.

R. Hay muchos, pero son demasiado silenciosos. Nos estamos organizando: sí hay una resistencia.

P. ¿Le gustaría volver a la primera línea política?

R. No, no. He hecho política durante casi 30 años. Ahora es el turno de otros.

P. Ha cambiado mucho el ambiente político desde entonces.

R. Es mucho más tóxico. El contexto general también es otro. Los años noventa fueron los de la mundialización en positivo y la consolidación de las democracias. Hoy, en cambio, hay menos democracias de las que había hace 25 años. Y más regímenes populistas.

P. ¿Qué le sugiere la nueva Comisión Europea?

R. Veo una intención de crear clústeres para que los comisarios trabajen de manera más cercana. Y hay como una agenda común: el informe Draghi, el Plan Industrial del Pacto Verde... Creo, y espero, que será un buen equipo.

P. Hay, sin embargo, un riesgo de que todo salte por los aires. Mire lo que está ocurriendo con el bloqueo a la candidatura de Teresa Ribera.

R. Su proceso [de evaluación] está siendo muy politizado. No la conozco, así que no quiero comentar su obra política. Pero creo que es una persona con mucho carácter y la Comisión necesita personas fuertes. Lo que estoy viendo, con el suyo y con otros casos, es un juego de poder en el Parlamento Europeo. Con dos guerras y la futura Administración de Trump, lo que necesitamos es juntarnos. No esto: es ridículo e infantil.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.
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