La UE prepara el terreno para una negociación de paz entre Ucrania y Rusia
Los aliados europeos de Kiev buscan reforzar al país invadido para que llegue más fuerte a una eventual mesa de diálogo ante el temor de que Trump fuerce un mal acuerdo que ignore a Europa
En la Unión Europea ya se habla activamente de negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania. De poner final a la guerra imperialista lanzada por el Kremlin que ya dura tres años y que ha dinamitado la arquitectura de seguridad europea y sacudido la global. Espoleados por la inminente toma de posesión de Donald Trump como nuevo presidente de EE UU, que ha prometido que se moverá para acabar el conflicto rápidamente y que ya está presionando al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, los líderes europeos buscan aumentar significativamente su apoyo a Kiev para que inicie cualquier diálogo diplomático desde una posición de mayor fuerza.
Europa teme que Trump fuerce un acuerdo que no solo sea malo para Ucrania sino que suponga serios problemas de seguridad para el continente y abra grietas entre sus socios, sobre todo en los países del Este y los bálticos. El gran asunto sobre la mesa es qué pueden ofrecerle a Kiev los aliados europeos. Sobre todo si Washington se va retirando. De momento, a la espera de ver qué hará Trump, en Bruselas se analizan los distintos escenarios con creciente alarma a encontrarse un acuerdo ya cocinado y forzado por Washington, según las fuentes europeas consultadas, que piden anonimato.
El tiempo apremia. Los líderes de Alemania, Olaf Scholz; Italia, Giorgia Meloni, Polonia, Andrej Duda, Dinamarca, Mette Frederiksen, Países Bajos, Dick Schoof, los ministros de Exteriores de Francia, Jean-Noël Barrot, y Reino Unido, David Lammy, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el del Consejo, António Costa, se reunieron este miércoles por la noche con Zelenski y con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, el organizador, en una cita clave en la que no ha participado el español Pedro Sánchez. Buscaban coordinar la respuesta de los aliados europeos ante la incertidumbre del otro lado del Atlántico.
Fue la previa de una cumbre de la UE, la última del año, este jueves, que estará muy centrada en Ucrania y en la que también participará Zelenski. “Se trata de lograr que Ucrania esté en la mejor posición, un día, cuando así lo decida, para empezar las negociaciones de paz”, ha zanjado Rutte. “Es una buena oportunidad de hablar de garantías de seguridad para Ucrania, para hoy y para mañana, y de mostrar la unidad, tener la misma postura”, ha remarcado el presidente ucranio a su llegada a la reunión.
El momento es crítico. La situación en el frente ucranio se ha deteriorado y se avecina otro invierno durísimo. Más con la perspectiva de la llegada de Trump a la Casa Blanca el 20 de enero. Los aliados europeos no presionan abiertamente Zelenski para que se siente a la mesa de diálogo, de hecho, la mayoría de las conversaciones sobre un hipotético alto el fuego se desarrollan entre bambalinas. No obstante, el solo hecho de que ya se hable sobre las negociaciones es un cambio de tono. “Tiene que ser Kiev quien marque los tiempos y Europa estará a su lado todo el camino”, remarca una veterana diplomática. Pero Trump sí está empujando. “[Ucrania] debe llegar a un acuerdo, hay demasiados muertos ya”, lanzó el estadounidense el lunes en un discurso en Mar-a-Lago, su club de Florida. “Es bonito decir que quieren recuperar sus tierras, pero las ciudades están en gran parte destruidas”, añadió el presidente electo Trump, que aseguró que la reconstrucción del país invadido llevará “110 años”.
Los líderes europeos quieren convencer al nuevo ocupante de la Casa Blanca de que mantenga el sostén que la Administración estadounidense ha brindado a Kiev. Para ello creen que pueden jugar la carta de que un victoria de Rusia o un acuerdo ventajoso para Vladímir Putin insuflará fuerzas también a China e Irán. El populista republicano es un hombre de negocios, así que también saben que deben mostrarle que Europa ha aumentado la ayuda financiera y militar (en tres años de guerra la UE ha movilizado 124.000 millones de euros). Y que seguirá haciéndolo —igualmente será la UE quien pague la mayor parte de la factura de la reconstrucción—. De hecho, varios países están analizando intensamente cómo pueden incrementar los envíos de munición, misiles y sistemas de defensa aérea, un asunto que los líderes debatirán con Zelenski este miércoles y jueves.
“Se trata, esencialmente, de defender la soberanía y la democracia de Ucrania”, ha dicho el canciller alemán a su llegada este miércoles a una reunión de los mandatarios de la UE con sus homólogos de los Balcanes. “Todo el mundo habla de cómo podemos detener la matanza y poner fin a esta guerra. Así que necesitamos principios claros a los que podamos adherirnos todos. Lo más importante es: no debe haber ninguna decisión, ninguna solución por encima de las cabezas de los ucranianos”, ha añadido. “Pase lo que pase en Estados Unidos, mi posición es muy clara. No quiero que Rusia ni Putin estén al mando en Europa”, ha lanzado la danesa Frederiksen. “Independientemente de lo que quieran o no quieran los estadounidenses, los europeos debemos tomar nosotros mismos las decisiones necesarias. Porque la decisión necesaria para mí es que Rusia no debe ganar esta guerra”, ha insistido.
El lema de que la UE apoyará a Ucrania “el tiempo que haga falta” se mantiene. Ahora, los líderes también ponen el acento en que “Rusia no debe imponerse”, según el borrador de las conclusiones de la cumbre de este jueves al que ha tenido acceso EL PAÍS. Se está preparando el relato. En la cancillería alemana y en otros centros de poder la idea que sobrevuela es la de que Rusia ya ha perdido la guerra porque no ha logrado devorar Ucrania, ni derribar su Gobierno, de que Kiev ha prevalecido, de que es un país soberano. También que sus finanzas, con el apoyo europeo, van bien, en comparación con la crisis que Rusia trata de ocultar con cifras maquilladas. Los datos económicos respaldan esa realidad. El Kremlin no ha dado muestras concretas de que quiera sentarse a negociar, pero venderá cualquier movimiento —y cualquier acuerdo— como una victoria.
Ucrania, la UE habla de una “paz justa”, como ha remarcado el primer ministro polaco, Donald Tusk. Pero para lograrla hace falta poner unos cimientos que garanticen el futuro del país. Zelenski quiere que la OTAN le entregue una invitación de membresía que parece cada vez más lejana, pero que brindaría a Kiev una garantía de seguridad (la más eficaz) de que Rusia —un país que ya se ha demostrado poco fiable a la hora de cumplir sus compromisos—, no va a volver a invadir próximamente. Otros, que descartan de lleno esa membresía, plantean que sea Estados Unidos quien ofrezca esas garantías de seguridad.
La idea de congelar el conflicto durante un cierto periodo de años, con una linea de demarcación vigilada y con un grupo de países que ofrezcan ese paraguas de cobertura a Ucrania, se ha comentado en las capitales y los círculos diplomáticos. El presidente francés, Emmanuel Macron —que se reúne con Zelenski pero no estará en la reunión organizada por Rutte ni durante la cumbre del jueves porque viaja a la isla de Mayotte, asolada por un ciclón— ha llegado a poner de nuevo sobre la mesa la idea de enviar tropas al país invadido, aunque esta vez como fuerza de paz. Pero la idea no ha calado. “Para enviar una fuerza de paz primero tiene que haber paz”, ha dicho la alta representante para la Política Exterior, Kaja Kallas. La razón nuclear es que un despliegue sin garantías de seguridad de Estados Unidos es muy poco probable. Aunque la fórmula preferida es convertir a Ucrania en una suerte de erizo, que sea extremadamente difícil de digerir para que el Kremlin no tenga apetito por volver a lanzar una ofensiva.
Pero más allá del día después, en esa futura negociación la Unión Europea —si no quiere quedarse atrás— debe poner sobre la mesa un plan, una oferta para Ucrania, que será a su vez la carta que Zelenski tendrá que exponer a sus ciudadanos cuando se empiece a hablar seriamente de las mesas de diálogo. Se trata de la carta de la adhesión a la UE: Kiev se ha visto privado de parte de su territorio (quizá solo congelado en manos rusas durante un cierto número de años) pero avista ya un futuro europeo, aunque sea gradual.
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