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El vendaval trumpista golpea la campaña electoral alemana

Los ataques desde la Administración Trump y su apoyo a la extrema derecha obligarán al próximo canciller a redefinir el lugar de Alemania en Europa y el mundo

Mitin de Tino Chrupalla, copresidente del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), en la localidad alemana de Zittau.
Mitin de Tino Chrupalla, copresidente del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), en la localidad alemana de Zittau.ÓSCAR CORRAL
Marc Bassets

“¡Sen-sa-cio-nal!”, celebra en el podio, marcando las sílabas, Tino Chrupalla, copresidente del partido de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD), mientras el auditorio estalla en aplausos. Viernes noche en Zittau, en el confín oriental del país, junto a la frontera polaca y checa. Fuera del local, calles nevadas y el termómetro bajo cero. Dentro, el calor. La euforia de quienes sienten el viento de la Historia a favor.

Unas horas antes, J. D. Vance, el vicepresidente de Estados Unidos, lanzó en la Conferencia de Seguridad de Múnich una carga de profundidad contra el cordón sanitario al que, en Alemania, se someten a AfD, partido que, según los sondeos, será el segundo más votado en las elecciones del próximo domingo. ”La amenaza que más me preocupa en Europa no es Rusia, no es China, no es ningún otro actor externo”, dijo Vance. “Lo que me preocupa es la amenaza interior”, añadió en alusión a las élites supuestamente empeñadas en negar la voluntad del pueblo.

El vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, durante una reunión bilateral con Ucrania en Múnich, esta semana.Foto: REUTERS/Leah Millis | Vídeo: EPV

Nunca un partido específico —y menos un partido de la ideología de AfD, donde el antiamericanismo y el antiatlantismo tiene arraigo— había recibido un apoyo tan decidido de alguien en la posición de Vance. El número dos de la primera potencia mundial le estaba diciendo a los de Chrupalla que eran ellos, y no quienes han gobernado a los alemanes desde el fin de la II Guerra Mundial, los verdaderos defensores de la democracia.

“Nunca había oído un discurso tan bueno de un político extranjero en Alemania”, declaró Chrupalla a EL PAÍS al terminar el mitin en Zittau. “Yo no recuerdo algo así”, sonreía.

El discurso de Vance en Múnich y los planes de Donald Trump para Ucrania han provocado un electrochoque en la Unión Europea. En Alemania, el desconcierto es aún mayor y la herida, profunda.

Es doloroso por motivos históricos. EE UU es el país que, después de derrota de la Alemania de Hitler, protegió militarmente a la República Federal y del que aprendió la democracia occidental. Para los alemanes, darse cuenta de que esta superpotencia amiga actúa de repente como un adversario resulta difícil de digerir.

“Psicológicamente, Alemania no está preparada”, decía el viernes desde Múnich, después de escuchar a Vance, François Heisbourg, consejero del centro de análisis Fundación para la Investigación Estratégica, y autor de Un mundo sin América. “Los alemanes no se han organizado, en absoluto”.

La actitud de EE UU hacia Alemania es un golpe doloroso, también, porque llega a una semana de unas elecciones generales y en Berlín se ve una voluntad de influir en ellas. “No aceptamos que desde fuera se intervenga en nuestra democracia y nuestras elecciones en el interés de un partido”, replicó el sábado en Múnich el canciller federal, el socialdemócrata Olaf Scholz. Para los partidos moderados, el discurso de Vance, y desde hace unas semanas los apoyos a AfD de otro destacado trumpista, el magnate Elon Musk, son el equivalente occidental a la injerencia oriental de la Rusia de Vladímir Putin.

Si al deterioro de la relación con EE UU se añade la vecindad con una Rusia amenazante, las divisiones internas la UE, el auge de China, la crisis de la globalización y los nuevos aranceles que amenazan la maltrecha industria alemana, el resultado es que “desde la fundación de la República Federal nunca ha habido una situación estratégica tan abierta e insegura”. Lo decía hace unos días, antes del discurso de Vance y de la conversación de Trump con Putin sobre el futuro Ucrania, Thomas Kleine-Brockhoff, director del laboratorio Consejo Alemán de Política Exterior.

Cambio tectónico

El experto, en una conversación con corresponsales en Berlín, citó tres momentos de cambio tectónico para Alemania. El primero, 1949, año de la fundación de la Alemania Occidental. La situación era incierta al inicio de la Guerra Fría, pero no estaba a la intemperie, sino bajo la tutela de los aliados. El segundo momento es 1961 y 1962, con la construcción del Muro de Berlín y la crisis de los misiles en Cuba. Otro momento crítico, pero Alemania disfrutaba de la protección del bloque occidental. El tercer momento es 1989: la caída del Muro, pero entonces las llamadas democracias liberales se sentía hegemónicas y capaces de definir el futuro.

“Compárenlo con la situación actual”, dijo Kleine-Brockhoff, “en la que puede decirse que las anclas de seguridad o las boyas estratégicas con las que orientarse se han aflojado o ya no están a mano”.

La incógnita es si Alemania, donde el rechazo a la ayuda a Ucrania va más allá de AfD, querrá ponerse al mando de la UE tras años de ausencia en la sala de mandos europea. Si este país, que depende para su seguridad del paraguas nuclear estadounidense, abandonará sus políticas de austeridad para rearmarse militarmente. Si se sumará a los planes de una Europa soberana, que hasta ahora ha observado con escepticismo.

El próximo canciller deberá redefinir todo esto: el lugar de Alemania en Europa y en el mundo. El democristiano Friedrich Merz es el favorito, según los sondeos. Los socialdemócratas de Scholz quedarían en tercera posición, por detrás de AfD y su candidata, Alice Weidel.

En el entorno de Merz, se hace valer su trayectoria transatlántica, su buen inglés, su experiencia como directivo en una multinacional. “Está claro que tienen unas ventajas respecto a Trump que ningún otro candidato tiene”, según Jürgen Hardt, portavoz democristiano para política exterior en el Bundestag. No es previsible que lo que haga Merz sea muy distinto de lo que haría Scholz. Es posible que Merz deba gobernar en coalición con los socialdemócratas. Pero sí habrá, al menos, un cambio de estilo. En la bancada democristiana creen que su talante agresivo —“impulsivo”, dice sus rivales— es el adecuado para aguantar el tipo ante el vendaval trumpiano.

“No es un hombre con un temperamento calmado: no es su manera de estar en el mundo, y en Alemania el problema es que, para gestionar una coalición, hace falta alguien que sepa negociar, transigir, forjar compromisos”, dice Heisbourg. “En términos de personalidad, ciertamente no se dejará intimidar”.

En el mitin de AfD en la ciudad de Zittau había euforia tras las declaraciones de Vance, pero nadie se llevaba a engaño. Difícilmente influirán en el resultado electoral. Pero sí contribuyen a la normalización de un partido al que durante años se ha tratado como un apestado. Si los hombres más poderosos del mundo lo apoyan…

“Veremos si tiene influencia en la campaña”, dice el copresidente Chupalla tras el discurso de Vance. “Pero si obtenemos un muy buen resultado, significará que sí.” Significaría que Trump y los suyos, a su manera, habrán votado en Alemania, y habrá funcionado.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en Berlín y antes lo fue en París y Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).
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