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Crisis entre México y Ecuador: una semana de jaque a la diplomacia latinoamericana

El asalto a la Embajada mexicana dinamitó la relación entre los dos países. El Gobierno de Daniel Noboa enfrenta ahora una demanda en la Corte Internacional de Justicia y un pedido de suspensión de la ONU

crisis entre mexico y ecuador
Integrantes de un cuerpo élite de la Policía ecuatoriana irrumpen en la Embajada de México para detener al exvicepresidente Jorge Glas.Jose Jacome (EFE)

A Andrés Manuel López Obrador no le gustaba meterse en política internacional. O al menos eso repetía una y otra vez ante las cámaras. El presidente de México, que ha viajado pocas veces al exterior en los cinco años de gobierno, evitaba los asuntos espinosos de la región e incluso miraba hacia otro lado cuando algunos abusos se perpetraban en países vecinos. Pero en el último año dio un giro inesperado: se posicionó fuertemente sobre la crisis política en Peru —defendió al expresidente Pedro Castillo, lo que le ganó la designación de persona non grata por el Congreso peruano—, mostró su disgusto cuando el ultraderechista Javier Milei ganó la Presidencia de Argentina y hasta criticó la mano dura en seguridad de Nayib Bukele en El Salvador. Su última batalla la sostiene ahora con el Ecuador de Daniel Noboa, quien hace una semana asaltó la Embajada mexicana en Quito, golpeó al personal diplomático y se llevó por la fuerza al exvicepresidente Jorge Glas, condenado por corrupción y asilado político del Gobierno mexicano. La brutal arremetida, condenada masivamente por la comunidad internacional, puso en jaque a la diplomacia latinoamericana, que tendrá esta vez que resolver sus problemas en la Corte Internacional de Justicia.

López Obrador observa el video cuando se allanó la embajada de México en Quito durante su conferencia de prensa matutina
López Obrador observa el video cuando se allanó la embajada de México en Quito durante su conferencia de prensa matutinaJosé Méndez (EFE)

El inicio de la crisis entre Ecuador y México comenzó bastante antes de que el mundo entero pudiera ver al jefe de la Cancillería mexicana en Quito por los suelos, forcejando con la policía para evitar una aprehensión en su Embajada. El pasado 5 de abril, algunas horas después de que el Gobierno de López Obrador otorgara asilo político a Glas, las fuerzas de seguridad ecuatorianas llevaban un rato rodeando el edificio. Pero las Embajadas son consideradas un lugar sagrado en la política internacional y ningún funcionario mexicano en ese edificio pensaba que era posible vivir lo que vivieron. Hasta que un golpe para derribar la puerta los alertó. Glas estaba refugiado allí desde diciembre pasado, y después de varios gestos que hicieron escalar la tensión entre los dos países, la delegación mexicana esperaba un salvoconducto que le permitiera a su acogido tomarse un vuelo rumbo a Ciudad de México.

Lo que pasó en lugar de eso recorrió las pantallas y los noticieros de todo el mundo. Una docena de agentes con armas largas en las manos saltó los muros de la Embajada, venció la puerta y se llevó a rastras a Glas. En el camino, amedrentaron y apuntaron con armas al personal diplomático mexicano que intentó detenerles. “Cuando finalmente tenían que salir, creo que ahí fue donde me pegaron en el ojo, que tengo una marca aquí, porque era con un escudo que llegaba hasta mi cabeza”, relató incrédulo esta semana Roberto Canseco, el jefe de la Cancillería, que había quedado frente a la misión diplomática horas antes, al ser expulsada de Ecuador la embajadora Raquel Serur.

El jefe de Cancillería y Asuntos Políticos de la Embajada de México, Roberto Canseco, forcejea con policías para intentar evitar que trasladen al exvicepresidente Jorge Glas.
El jefe de Cancillería y Asuntos Políticos de la Embajada de México, Roberto Canseco, forcejea con policías para intentar evitar que trasladen al exvicepresidente Jorge Glas.Jose Jacome (EFE)

México respondió con el rompimiento inmediato de las relaciones bilaterales. La actitud del Gobierno de Noboa fue rápidamente condenada por gran parte de los países de la región, y con más timidez por otros, como Estados Unidos y Canadá, que solo tomaron una postura más fuerte después de la difusión de las grabaciones de la cámara de seguridad que hizo López Obrador. El asalto sirvió de combustible a un presidente que dedicó su semana a hacer lo que mejor se le da: el espectáculo político. Y tenía con qué hacerlo. Las brutales imágenes acompañaron cada una de sus palabras. “Ni [Augusto] Pinochet, el temible Pinochet, y otros, se habían atrevido a eso”, lanzó el lunes.

La canciller mexicana, Alicia Bárcena, un tiburón de la diplomacia latinoamericana, fue la encargada de defender la bandera. México buscó primero apoyo en los foros regionales y en los espacios internacionales. Consiguió la condena enérgica hacia Ecuador de la Organización de los Estados Americanos (OEA) con una aplastante mayoría y el respaldo casi completo de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Con el apoyo también de la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá, elevó el asunto a la Corte Internacional de Justicia y pidió la suspensión de el país sudamericano de las Naciones Unidas, así como la expulsión en caso de comprobarse que violó la carta fundacional de la organización. El Ejecutivo de López Obrador acusó además a la Administración de Noboa de interceptar sus comunicaciones.

En la tarea de buscar sanciones para Ecuador, no sólo ha participado México. También lo ha hecho el expresidente Rafael Correa, quien ha sido denunciado por la ministra de Trabajo, Ivone Núñez, por el presunto delito de traición a la patria. Correa pidió a la comunidad internacional represalias contra el país por el asalto a la Embajada y en defensa de su amigo y compañero de Gobierno, Jorge Glas. El exvicepresidente guarda prisión en la cárcel de máxima seguridad La Roca, en Guayaquil, donde fue trasladado después de su captura y mantiene una huelga de hambre, según informó su equipo internacional de abogados.

Glas se quedará en ese reclusorio por lo pronto. Esta semana un tribunal le negó la solicitud de hábeas corpus que hizo su defensa con el argumento de que su captura al interior de la legación diplomática fue ilegal. Los abogados de Glas pidieron que el exvicepresidente pueda ser trasladado a otra embajada, pero los jueces negaron el recurso al aducir que tiene dos sentencias en firme por corrupción por las que debe cumplir una pena de ocho años, aunque catalogaron la detención “como ilegal y arbitraria”.

Conflicto México-Ecuador traslado de Jorge Glas
Traslado del exvicepresidente Jorge Glas en un operativo de seguridad en Ecuador el 6 de abril 2024.POLICÍA DE ECUADOR

La crisis diplomática ha detonado más hacia afuera que internamente en Ecuador, un país que parece no descansar de los escándalos políticos y judiciales que polarizan aún más las opiniones en la esfera pública. “Aquellos que decían que los organismos internacionales no servían para nada hoy están apelando a su autoridad, y los que antes elevaban el respeto internacional, ahora lo cuestionan y lo subjetivizan”, dice Pedro Donoso, analista político, que describe el ambiente tras lo ocurrido en la última semana. No hay datos precisos de cómo los ciudadanos valoran lo que pasó en la Embajada mexicana, pero su efecto se ha sentido en la relación de partidos políticos del país.

Algo está claro, la decisión del presidente Daniel Noboa, ha pateado el tablero político en un periodo crucial. Es un año electoral, en el que el presidente también es candidato. Además, en pocos días el mandatario medirá su poder de gobernabilidad en una consulta popular, con la que promete solucionar los problemas de inseguridad, en un momento en el que la violencia ha repuntado en el país y los muertos comienzan a contarse nuevamente por decenas, a pesar de su estrategia de mantener a los militares a cargo de la seguridad en las calles. Y ahí es cuando el país podría sentir “un impacto que puede ser sutil, pero importante: la pérdida de credibilidad del Gobierno ecuatoriano”, dice el analista César Febres Cordero. “Más allá de las sanciones, esto puede hacer difícil el trabajo del servicio exterior en un momento en el que Ecuador necesita desesperadamente aliados para combatir al crimen organizado transnacional”, añade.

El momento político también ha sido crucial para México, que este año tiene elecciones presidenciales y la puntera en las encuestas en justamente la sucesora de López Obrador, Claudia Sheinbaum. La candidata del Movimiento de Regeneración Nacional también aprovechó el tropiezo de Noboa. “Es completamente condenable, viola todos los protocolos internacionales y es una violación a la soberanía de nuestro país, no tiene otro nombre”, dijo en un mitin esta semana. “Además vimos las escenas deleznables que ocurrieron en la Embajada y aprovechamos también para felicitar también a nuestro cuerpo diplomático que actuó con una enorme valentía”, destacó sobre unos funcionarios que estos días son vistos como héroes nacionales.

El presidente Daniel Noboa, durante un evento sobre el empleo en Quito, el día 10 de abril de 2024.
El presidente Daniel Noboa, durante un evento sobre el empleo en Quito, el día 10 de abril de 2024. Karen Toro (Reuters)

El principal efecto del impasse diplomático en Ecuador se ha sentido en la Asamblea, donde el partido del correísmo, Revolución Ciudadana, que se declaró en permanente oposición al Gobierno, ha perdido tres curules de su bloque, con los que gozaba de más poder en la toma de decisiones. En la última semana tres legisladores se desafiliaron, y podrían ser captados por el oficialismo, que cuando asumió funciones solo contaba con 14 asambleístas y ahora suma 26. Pero aún siendo minoría había conseguido gobernar todo este tiempo sin oposición, gracias a un pacto con los partidos. Así logró que el Congreso aprobara —casi con unanimidad— cinco proyectos de ley indispensables para Noboa. “Es interesante el juego del Gobierno, goleó a la Revolución Ciudadana porque hizo que pasen cinco leyes con sus votos, para finalmente robarle a sus asambleístas”, analiza Donoso. Aunque es difícil determinar si el conflicto con México detonó esto, “sí demuestra que el Gobierno puede hacer cualquier cosa y ahora los códigos son distintos”, indica.

Mientras se reordenan las relaciones de poder en la Asamblea y el Gobierno ecuatoriano intenta convencer al mundo sobre su versión de por qué entró a la fuerza a la Embajada mexicana, la violencia toma fuerza nuevamente en las calles. Dos masacres ocurrieron en 24 horas y dejaron 14 personas acribilladas en Guayaquil y Durán, ciudades claves para el crimen organizado. Las familias cuentan los centavos para lograr comprar los productos básicos que están más caros debido al incremento del IVA y la especulación, y el desempleo tocó la tasa más alta en casi dos años. En Ecuador los problemas cotidianos de la gente continúan, mientras fuera los litigantes mexicanos se alistan para llevar al país sudamericano a rendir cuentas ante La Haya.

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