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Morena
Columna
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Cuarta Transformación, el enemigo está adentro

No nos engañemos, la mayoría de los gobernantes y legisladores morenistas no están en el partido por un proyecto de nación, sino por una estrategia de ascenso y acceso al poder

Cuauhtémoc Blanco en Ciudad de México, el 25 de marzo de 2025.
Jorge Zepeda Patterson

Sabina Berman dimensionó lo de Cuauhtémoc Blanco con una sola frase: “Quitarle el fuero era históricamente más importante que dos Zócalos llenos con banderitas guindas”. Pocas cosas más penosas para la credibilidad de Morena que dos escenas exhibidas este martes: el millonario líder sindical Pedro Haces y Cuauhtémoc sonrientes de camino a la votación en la Cámara de Diputados sabiendo que todo estaba resuelto y; minutos más tarde, un grupo de legisladoras de ese partido convertidas en cuerpo de choque para evitar que el exfutbolista fuera presionado por colegas y adversarias.

El riesgo para la Cuarta Transformación no es la oposición ni la comentocracia. EL PAN o el PRI no representan una amenaza real al poder de Morena, y mucho menos las granjas de boots, las redes sociales, los medios de comunicación, Claudio X, Carlos Loret de Mola o Raymundo Riva Palacio. Ya lo intentaron todo durante años, solo para ver que el movimiento arrasó en las elecciones. Hoy, Morena controla el Poder Ejecutivo y el Legislativo, neutralizará en breve al Poder Judicial y gobierna en la mayor parte del territorio (gubernaturas, congresos estatales y ayuntamientos). Eso no va a cambiar en un buen rato.

El riesgo está adentro. Se afirma que toda crítica al Gobierno de Claudia Sheinbaum o a Morena debilita el proyecto de nación en favor de los desprotegidos, porque da alas a sus enemigos. Creo lo contrario. La verdadera defensa de ese proyecto de nación estriba en combatir los muchos riesgos de que esta fuerza política comprometa y olvide su misión, entretenida como está en asegurar la permanencia de los suyos en el poder. Peor aún si consideramos que, entre los “suyos”, hay tantos impresentables en posiciones encumbradas empeñados en hacerse del control de parcelas importantes.

La vacuna contra ese riesgo es Claudia Sheinbaum, se dice entre las filas de la izquierda. Totalmente de acuerdo, la investigación que realicé para escribir su biografía así lo revela: sumamente capaz, de convicciones profundas, laboriosa y responsable. Estoy convencido de que va a ser una extraordinaria presidenta. La mejor deriva que podría haber tenido la segunda temporada de la 4T. Y lo que ha hecho a lo largo de estos seis meses lo confirma cabalmente.

Sin embargo, existe un pulso entre la consistencia y claridad presidencial y los muchos demonios sueltos dentro de un movimiento que hoy detenta el monopolio para el ascenso profesional de la clase política, con todos los vicios y prácticas que la caracterizan. Claudia gobierna en Palacio y desde allí marca las directrices; se desdobla los fines de semana para concertar, consensuar y supervisar a los gobernadores. Pero no nos engañemos, la mayoría de los miles de presidentes municipales, senadores, diputados, gabinetes y gobernadores no están en Morena por un proyecto de nación, sino por una estrategia de ascenso profesional y acceso al poder. Y son ellos los que ejercen en la vida cotidiana de la mayoría de los mexicanos.

No importa, se dice, Sheinbaum y el círculo honesto serán capaces de mantener el rumbo. Ojalá, pero nada está garantizado. Si entre los legisladores hay círculos que al grito de “no estás solo” blindan a Cuauhtémoc de las consecuencias que podrían acarrear las infamias que cometió en Morelos, si un juez se congracia con una ministra de la Corte exigiendo una indemnización de 15 millones de pesos en contra del ex rector de la UNAM, Enrique Graue, por la revisión de un presunto caso de plagio, solo podemos imaginar la discrecionalidad con la que muchos funcionarios en todos los niveles están ejerciendo el poder. Basta ver las argucias y triquiñuelas con las que los mandamases en las cámaras, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, empujan su propia agenda. Profesionales de la política, sin relación de fondo con el proyecto social de la 4T, salvo privilegiarse por los servicios que prestan. Sacan adelante los dictámenes solicitados por Palacio Nacional, es cierto, pero en todo lo demás mueven sus piezas y extienden redes para consolidar posiciones. Por ejemplo, colocar a sus candidatos a las gubernaturas, como lo hace Adán Augusto con su protégé, Andrea Chávez, en Chihuahua, por citar un caso.

Denle tiempo a Claudia, se afirma, poco a poco irá corrigiendo excesos y anomalías a medida que vaya asentando su liderazgo. Y sí, sin duda esa es la apuesta, pero el desenlace dista de ser seguro. Ella se va en poco más de cinco años, los cacicazgos regionales, los líderes sindicales empoderados, allí se quedan.

Un ejemplo. La campaña para afiliar a 10 millones de miembros a Morena es la fórmula perfecta para que el poder se deslice a los operadores y cadenas de transmisión de mando. Como se sabe, el líder del SNTE, herencia priista, prometió 2.5 millones de nuevos militantes. Se acepte o no de manera orgánica, el charro sindical lo habrá de hacer, y su ejemplo será seguido por sus colegas. Como en la Bolsa, todos los actores políticos buscan acumular “acciones” o activos dentro de Morena. La filiación masiva es la oportunidad ideal. Lo mismo harán los gobernadores para asegurar el predominio de su corriente en cada estado. Ganar candidaturas dentro de Morena será el resultado de la capacidad de movilización de estas bases o, mejor dicho, de llegar a acuerdos con los operadores a cambio de prebendas. Una estructura clientelar que tiene muy poco que ver con el proyecto de nación y mucho con la cosa nostra de la clase política. Y, por desgracia, eso sucede a través de inercias propias que escapan a la voluntad presidencial.

En este espacio he señalado que la afiliación masiva va en sentido opuesto a la necesidad que tiene Morena de inculcar valores a los primeros cinco mil funcionarios y legisladores a través de los cuales hoy gobierna. Si se vio en la necesidad de reclutar a diestra y siniestra, hoy lo urgente es asegurar que estos cuadros sean congruentes con los ideales que sostiene esta fuerza política.

Defender “incondicionalmente” a Claudia Sheinbaum guardando silencio frente a las malas prácticas y las tendencias que lastran los valores de Morena, es el peor de los “apoyos”. Por el contrario, resulta mucho más útil ventilar estos excesos y elevar la factura política de quienes los cometen frente a la opinión pública. En el fondo, eso le proporciona a Claudia mayor fuerza para enfrentarlos y conjurar el enorme riesgo de que la 4T derive en otra cosa. No hay peor enemigo que el que se tiene adentro. Y para la crítica que en verdad cree en la pertinencia de un proyecto de país que vea por los que dejamos atrás, nada más prioritario que exhibir los riesgos de descomposición interna. La batalla está adentro.

@jorgezepedap



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Sobre la firma

Jorge Zepeda Patterson
Escritor y analista político. Ha sido director del diario 'Siglo 21' y 'Público' en Guadalajara y de 'El Universal' en México. Fundador del digital Sinembargo.mx. Premio Moors Cabot por la Universidad de Columbia y premio Planeta por su novela. Autor de 14 libros, con traducciones a 20 idiomas
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