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Tribuna
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Lo que ya no va después del 28-M

En un escenario de posible gobierno del PP con Vox, ¿sirve simplemente tener razón? Ya no es tiempo de ocurrencias y tampoco de “alertas antifascistas”. Yolanda Díaz y Podemos deben recuperar el tiempo perdido, demostrando que la unidad no es circunstancial

Monedero 1 junio
ENRIQUE FLORES

Pensando en la política española, le pregunté a Pepe Mujica por la experiencia uruguaya del Frente Amplio. Me miró con su cara de sorna y me dijo: “Mira Monedero, el Frente Amplio… es más amplio que frente”.

Les costó mucho armar esa suma de partidos y movimientos tan diferentes, tuvieron que tomar muchos cafés, bajar las banderas propias para que se vieran las de los otros, aprender a convivir cuquis y radicales contándose en qué estaban de acuerdo y olvidándose un poco de las diferencias, entendiendo las discrepancias y, sobre todo, respetando las heridas que cada cual tuviera.

Uno podría pensar que quien ha pasado años en un pozo encerrado por una dictadura debiera tener ganas de venganza, después de llenarse de razones para explicarse lo que le pasó y todo el daño que le causaron. Sin embargo, “el Pepe” sabe que la ira es mala consejera y que, si encima de haberte jodido te envenenan la vida, te están derrotando dos veces.

Llevamos dos décadas sabiendo que es más sencillo vencer en las urnas a un candidato neoliberal que al neoliberalismo. Cuando la gente está en el mar hundiéndose es más fácil que se ponga moralista. Pero cuando ya está en la barca, nos encontramos con que no quiere que suba nadie más. Es evidente que para superar el neoliberalismo hay que ganar la batalla cultural que lleva la derecha desplegando desde hace décadas. Pero pretender convencer a la mayoría en el tiempo de unas elecciones es una tarea inútil.

Después del domingo 28 de mayo, leía un tuit que me llamó la atención:

“Mi vecino es un hijo de la gran puta que se cree que ETA le fumiga y que Irene Montero quiere legalizar la pederastia, pero yo tengo que hacer autocrítica. Están volviendo gilipollas a media población y degradando la raza humana con tal de ganar elecciones, pero yo tengo que hacer autocrítica”. El autor se quedaría a gusto escribiendo el mensaje, y también es muy probable que le asistiera algo de razón. Pero, en un escenario de posible gobierno del PP con Vox, ¿sirve simplemente tener razón?

La mercantilización de la vida, el hundimiento del Estado social y el desvanecimiento de las seguridades laborales nos arrojaron a una intemperie que normalizó el individualismo y la lucha de todos contra todos. Bajo esa bandera, youtubers se fueron, celebrados, a Andorra, el rapero Bizarrap construyó éxitos a nadies que triunfaban en un mundo despiadado, y la serie Succession enganchaba a espectadores que dudan entre despreciar a los protagonistas o envidiarles.

La derecha está respirando mejor que la izquierda el ánimo social. Fue muy evidente en la pandemia, donde, como dijo Miguel Ángel Rodríguez, el Rasputín de Díaz Ayuso, ellos le dejaban a la izquierda “lo feo” —la eutanasia, el encierro, las colas del hambre, la muerte— mientras ellos ofrecían las cervezas, las terrazas, la alegría, el bocadillo de calamares y “la vida”. Paco Ibáñez contra Taburete. Ganó el mensaje optimista, igual que ha ganado en esta campaña el odio y lo facilón: ETA, la maceta en el balcón, que te vote Txapote, los violadores en las calles, los separatistas independizando tu cocina, los inmigrantes robándote y los okupas metiéndose en tu casa mientras vas a la panadería.

Que la derecha ha entendido que el medio es el mensaje se ve en esos lemas, en el control férreo en la dirección de Antena 3 y Mediaset, en la ocultación de las fuerzas de izquierda, en la sustitución de Jorge Javier Vázquez por otra ración más de Ana Rosa Quintana o en el tertuliano de una televisión ultra refiriéndose a Bergoglio como “ese que se hace pasar por el Papa”.

Ir a las elecciones sin saber qué te juegas es arriesgado. Hay que saber que la gente compra bulos y fake news porque el propio ecosistema mediático y de redes es más funcional al ruido y la mentira, al trazo grueso, a lo escandaloso y al entretenimiento. Además, los propagadores de bulos lo hacen muy bien y tienen muchos medios. Y no olvidemos que, hasta la fecha, las alternativas no han sido capaces de organizar una respuesta eficaz

Añadamos que lo que llamamos “cambio de ciclo” es, en verdad, un cambio en el apoyo político por parte de los que protagonizaron la impugnación de 2011. El giro conservador europeo ha llegado finalmente a España porque no se ha aprovechado bien el apoyo que le dieron las mayorías a la izquierda. Se tardaron muchos años en configurar un Gobierno progresista; la falta de experiencia en gobiernos de coalición ha generado innecesarias fricciones; la inflación se ha comido parte de los avances en políticas sociales; y, como cierre, ha faltado luz para avanzar políticas más contundentes o más comprensibles.

La campaña del 23 de julio tiene que estar signada por un PSOE que haga valer la mejor tradición socialista comprometida con las libertades civiles y el bienestar de la gente. El espacio que debe liderar Yolanda Díaz, en plena sintonía con Podemos, con todas las fuerzas políticas progresistas remando en la misma dirección, debe recuperar el tiempo perdido y demostrar que la unidad no es circunstancial. Y al igual que debe hacer valer su participación decisiva en los logros del Gobierno, debe escoger cinco temas de campaña que tengan que ver de manera clara con el bienestar de las mayorías. Todos los partidos de ese acuerdo deben hacer suyas sin fisuras esas banderas.

Ya no es tiempo de ocurrencias y tampoco de “alertas antifascistas”, ya descontadas por la ciudadanía. Nadie ha castigado al PP por gobernar con Vox e interesa mucho más la certeza de que la vida va a mejorar que una memoria sobre la que aún hay mucho que trabajar. Igualmente, si no hay certezas ideológicas diferenciadas respecto de la derecha, el electorado no va a entender por qué votar al actual Gobierno de coalición. Las campañas a la defensiva siempre se pierden.

Mientras la izquierda deshojaba la margarita, la derecha, con 8.957.020 votos, ha arrasado institucionalmente a los más de 10 millones del bloque de las izquierdas. Hagamos un seminario en septiembre, pero dejemos ahora las imputaciones (candidaturas inútiles, divisiones perjudiciales, giros a la derecha, giros a la izquierda, tonos enfadados, proclamas incomprensibles, oportunidades perdidas…). Todo eso ya fue. Quien no esté por la unidad —y puede tener razones para ello— debe dejar que otros lo intenten. Y los que armen la unidad que no se olviden de emocionar.

En una cumbre, un presidente le preguntó a Pepe Mujica: “¿Y a ti por qué te detuvieron?”. Y contestó: “Es que el soldado que me perseguía corrió más que yo”.

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