Vuelven las mascarillas

Los lectores escriben sobre el regreso de los tapabocas a centros sanitarios, la falta de oportunidades para los jóvenes, la estrategia de Podemos y la cesión de las competencias migratorias a Cataluña

Una mujer con mascarilla, el pasado día 5 en el centro de Madrid.AITOR MARTIN (EFE)

No nos gusta ocultar el rostro, saber que no mostramos nuestro mejor aspecto, prescindir de gran parte de nuestro lenguaje no verbal. Ya no somos embozados del motín de Esquilache. Pero de nuevo tendremos que esforzarnos con la palabra, los ojos y las manos. Nos queda lejos aquel tiempo de la pandemia, o hemos olvidado inconscientemente una época difícil de nuestras vidas. Mientras, ...

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No nos gusta ocultar el rostro, saber que no mostramos nuestro mejor aspecto, prescindir de gran parte de nuestro lenguaje no verbal. Ya no somos embozados del motín de Esquilache. Pero de nuevo tendremos que esforzarnos con la palabra, los ojos y las manos. Nos queda lejos aquel tiempo de la pandemia, o hemos olvidado inconscientemente una época difícil de nuestras vidas. Mientras, los virus siguen al acecho y no tienen memoria ni empatía. Nos damos cuenta por los síntomas de otros, por las noticias y porque las autoridades sanitarias nos recomiendan no bajar la guardia ante las infecciones. Pero somos refractarios a aquellos recuerdos de cautiverio y miedo, y relajamos, sin querer, las medidas y vacunas que nos van a proteger. La prevención es un recurso para mejorar nuestras vidas, una profecía al alcance de nuestra mano, que nos permite controlar en buena medida nuestra salud futura. De nuevo tenemos que confiar en que con las mascarillas y las vacunas nuestras vidas no estarán a merced de unos bichitos díscolos y microscópicos.

Víctor Calvo Luna. Valencia

Más dura es la vuelta

Hace unos días, se viralizó la carta a la directora de una joven de Vigo, también periodista, que compartió la angustia de una generación. Fueron pocas líneas directas a la yugular. Me creó un nudo en el estómago; me sentí reflejado. Me da miedo pensar que España pueda convertirse en un grito de sálvese quien pueda. Mi caso actual es similar, aunque ya tuve que salir de España una vez. Fueron dos años en Irlanda en los que gocé de estabilidad económica, y hace no mucho volví a mi país con energías renovadas. Me involucré en un máster, pero esas esperanzas con las que me acostaba tantas noches en Dublín pensando que se harían realidad se fueron esfumando. Es duro salir de tu país en busca de oportunidades, pero más duro es volver con ilusión creyendo que es tu momento y que esta se vaya rápido.

Miguel Ángel Jiménez Ramos. Mairena del Aljarafe (Sevilla)

Podemos

¿Cómo explicar la última votación de Podemos? Aunque el principal argumento para justificar al actual Gobierno sean sus políticas sociales, es difícil explicar la posición del partido contra aspectos esenciales de esas políticas, a no ser que su estrategia sea consolidar la coalición PP-Podemos-Vox. Que también pudiera ser. De una izquierda desnortada y desesperada al borde de la extinción puede esperarse cualquier disparate en sus últimos coletazos.

Javier Gimeno Perelló. Madrid

Tragarse el sapo

Lo visto en la tarde del miércoles en el pleno del Congreso en el Senado, además de rozar lo esperpéntico, me dejó por primera vez con la sensación de que puede que la derecha y la extrema derecha tengan algo de razón cuando dicen que Pedro Sánchez está dispuesto a ceder cualquier cosa con tal de seguir en La Moncloa. Creo que el PSOE no es consciente de que conceder competencias de Interior a los independentistas es tan de derechas como reducir el gasto social, y dudo mucho de que los votantes progresistas vayan a tragarse el sapo, decreto tras decreto, por medidas que no solucionan los problemas estructurales de gran parte de la sociedad española.

Iván Zambrano Clemente. Sevilla

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