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Columna
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Ruth Ortiz y los monos voladores

Manejar nociones básicas sobre violencia vicaria es lo que permite comprender la psique de los asesinos como José Bretón

José Bretón acompañado del juez José Luis Rodríguez Lainz (izquierda) y de su abogado, Sánchez de Puerta, (a la derecha) y otros miembros del juzgado durante la recreación de la desaparición de sus hijos, según su primera versión.
Raquel Peláez

Una cosa buena de tener nociones sobre violencia de género es que se reconoce rápidamente la luz de gas, una estratagema que consiste en negarle a la víctima la realidad con el fin de hacerle dudar de su memoria o de su percepción. Esta semana, cada vez que un periodista me argumentaba que darle la palabra a José Bretón es un “ejercicio literario” y hacía alusiones a supuestos “maestros” de la narración, dudaba de mi memoria: ¿todo lo que aprendí de los grandes sobre fuentes y ética fue un sueño? Hasta me sorprendí haciendo búsquedas en Internet para comprobar si, como recordaba, Javier Negre había realizado ya en parte ese “ejercicio literario” en 2014. Sí, también entrevistó a Bretón. Y el público pensó que tal indignidad era solo eso.

Una cosa mala de tener unas cuantas nociones de violencia de género es que una sabe que los maltratadores narcisistas son capaces de cualquier cosa para seguir infligiendo dolor a su víctima y que a veces usan una figura llamada “mono volador”, que es la persona que, incluso hasta con buena intención, ayuda al agresor a seguir atacando a la víctima. Una de las víctimas de la que hablo en este caso se llama Ruth Ortiz. Su agresor fue condenado a 40 años de prisión, y lo que es más importante, a una orden de alejamiento que comprendía incomunicación total con la madre de los hijos que él asesinó.

Hace seis meses ella, después de años de silencio, escribió una carta abierta a la sociedad española (carta que pasó sin pena ni gloria) en la que explicaba lo importante que le parecía que todo el mundo supiese en qué consiste la violencia vicaria, aquella en la que los hijos e hijas de las mujeres son instrumentalizados para ocasionar un dolor extremo a sus madres. Esta instrumentalización puede cobrar formas maquiavélicas. Desconozco si José Bretón supo de la carta de Ruth Ortiz; lo que sí sé es que a él un juez ya le había negado el derecho a la última palabra. Enhorabuena pues a sus monos voladores y que les aprovechen los premios.

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Sobre la firma

Raquel Peláez
Licenciada en Periodismo por la USC y Master en marketing por el London College of Communication, está especializada en consumo y cultura de masas. Subdirectora de S Moda, fue redactora jefa de la web de Vanity Fair. Comenzó en Diario de León y en La Voz de Galicia. Autora de 'Quiero y no puedo. Una historia de los pijos de España' (Blackie Books).
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