Labios cosidos e intentos de suicidio: se recrudece la protesta de migrantes en Bruselas
Más de 200 personas de origen extranjero llevan más de un mes en huelga de hambre en la Iglesia de San Juan Bautista de la capital belga para reclamar protección y empleo ante el silencio de las autoridades
Las acciones comenzaron en febrero. Ante la pasividad de las autoridades, el 23 mayo los manifestantes dieron un paso más y se declararon en huelga de hambre. Siguió el silencio gubernamental y ahora se empieza a notar el empeoramiento de la salud de los protagonistas de esta protesta. Son más de 200 personas de origen migrante que viven en Bélgica sin permiso legal de residencia y que, cansados de no poder regularizar su situación, se encerraron a principios de año en la iglesia de San Juan Bautista de Bruselas y en dos universidades. Piden que el Gobierno regularice su situación para poder trabajar en un país donde muchos aseguran que llevan viviendo hasta una década sin haber podido obtener los ansiados papeles. Las estimaciones del número de participantes varían hasta los 400, pero el secretario de Estado de Migración y Asilo, Sammy Mahdi, ha utilizado una cifra de alrededor de 200.
El Gobierno de coalición belga, por su parte, no ha dado pasos por ahora, y según la agencia de noticias AFP, está sopesando el bienestar de los involucrados frente a la necesidad de ceñirse a las normas de inmigración y asilo. Todo en un clima de creciente presión ante el empeoramiento de la salud de los huelguistas.
Mahdi ha insistido en que está buscando acelerar y mejorar todo el sistema de solicitud para las personas que buscan permanecer en Bélgica, pero se niega a ceder a las demandas de los huelguistas de hambre para que sus casos se gestionen ahora. “¿Dicen que hay 150.000 viviendo aquí ilegalmente, y las 200 personas que deciden dejar de comer deben regularizarse individualmente? ¿Cuál sería el resultado? Una semana después tendrás a 200, 2.000 o 20.000 personas que harían exactamente lo mismo. No es la manera de hacerlo”, ha criticado el ministro a la cadena de televisión belga VRT.
Mientras, y para resaltar su desesperación, algunos hombres se han cosido los labios esta semana y solo se están alimentando con pequeñas cantidades de líquido que ingieren gracias a una pajita. Tanto en las universidades como en las iglesias de Bruselas la situación es cada vez más “desesperada”, según AFP. Algunas personas ya son incapaces de ponerse de pie porque se han debilitado demasiado, lo que aumenta aún más la sensación de urgencia para encontrar una solución. También se ha registrado un intento de suicidio en uno de los dos campos universitarios, según Reuters. El hombre, cuya identidad no ha trascendido, ha sido conducido al hospital.
Bélgica, como tantas otras naciones europeas ricas, ha tenido una relación ambivalente con la migración. Desde la década de 1960 muchos han sido invitados a trabajar y ayudar a construir estados en todo el continente. Aun así, pocos han sido plenamente aceptados en la sociedad y se han convertido en el sector de población más afectado cuando las economías se hundieron. Muchos de los que están en huelga de hambre ahora no formaban parte de ningún programa legal, pero han trabajado en la economía sumergida en la nación de 11,5 millones de personas. No tienen protección social y, a menudo, están a merced de jefes sin escrúpulos.
Los socios de la coalición socialista y verde de habla francesa han pedido un enfoque más flexible que podría dar a los huelguistas una mejor oportunidad de obtener los documentos necesarios a medida que aumentan las tensiones entre los siete socios de la coalición que integran el Gobierno desde octubre, cuyo programa no especifica cómo lidiar con una situación migratoria de este tipo.
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