Afrothèque, un refugio literario y africanista en Dakar
La colección de la biblioteca, creada por el periodista senegalés Pape Malick Barros, contiene volúmenes de autores exclusivamente africanos, de la diáspora y el Caribe
Los retratos de la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, de la senegalesa Mariama Bâ o del tanzano y premio Nobel de Literatura en 2021, Abdulrazak Gurnah, rellenan los muros vacíos entre las estanterías de Afrothèque, una biblioteca de Dakar con literatura exclusiva del continente africano, su diáspora y el Caribe. “En la ciudad no hay apenas bibliotecas independientes y senegalesas, tenemos el Instituto Goethe, que es alemán, o el Instituto Francés, y otros locales financiados por organizaciones no gubernamentales extranjeras”, protesta su fundador, Pape Malick Barros (Dakar, 30 años). Ese hueco, el de la ausencia de un rincón literario puramente senegalés y africanista, es el que este joven emprendedor y periodista ha intentado llenar con la creación hace dos años de un refugio literario que aspira a convertirse en una propuesta alternativa en una ciudad con más de tres millones de habitantes y apenas una veintena de bibliotecas o mediatecas registradas.
“Hoy en día, intento cubrir equitativamente todas las regiones de África, pero inevitablemente por cercanía y presupuesto, cada vez es más complicado acercarnos a la zona austral”, señala con desánimo. A pesar de las dificultades, Barros insiste en que Afrothèque, que cuenta con una colección de unos 4.500 volúmenes, es un “proyecto personal”, que no ha recibido subvenciones de ninguna institución privada o gubernamental. Se financia exclusivamente con la membresía anual de 15 euros que pagan sus 415 socios. “Es justo eso, lo que la hace única”, considera.
De profesión periodista, cuando Barros empezó a rodearse de libros, asegura que desconocía lo que ocurría fuera de su país. Senegal era su única realidad. “Hoy no necesito subirme a un avión. He aprendido desde casa sobre las raíces históricas y las dinámicas sociales y religiosas de mi vecina Malí, Burkina Faso o Camerún”, apunta. Y es precisamente esta experiencia, la de abrir la mente al mundo a través de la lectura, uno de los objetivos que busca con Afrothèque, donde el lector puede encontrar desde los clásicos de la literatura africana a libros de amor, ciencia ficción, comunicación, religión, manga e incluso pedagógicos para los más pequeños. La mayoría están escritos en francés, aunque también pueden encontrarse obras en árabe, inglés y lenguas locales africanas, especialmente el wolof.
Hoy no necesito subirme a un avión. He aprendido desde casa sobre las raíces históricas y las dinámicas sociales y religiosas de mi vecina Malí, Burkina Faso o Camerún
“Si miras al exterior, la referencia literaria de nuestra región es, sin duda, Nigeria”, comenta el fundador de Afrothèque. Aun así, Barros recuerda que, en sus orígenes, Senegal labró gran parte de lo que hoy es la literatura africana gracias a tres hombres y un movimiento: la negritud de Aimé Césaire, Léopold Sédar Senghor y Ousmane Cissé Diop. La corriente defendía los valores de las sociedades africanas y reclamaba la recuperación de su cultura.
Pero “ser africano y escritor no es fácil”, sentencia Barros. El joven afirma que los africanos nacen y crecen en un sistema que les hace creer que, en la escala internacional, se encuentran en el último escalón. “Es como si al principio de una carrera de atletismo, te lesionas. Ya tienes que intentar ganar con ese daño, sin éxito, claro”, añade el periodista. Por ello quiere fomentar la lectura como motor de cambio para luchar contra lo que Barros define como “oscurantismo intelectual”. “En África hay un problema más duro que la corrupción endémica o el clientelismo político, que es la ignorancia”, añade.
Aun así, el reconocimiento de las letras africanas es cada vez mayor. En 2021, la mozambiqueña Paulina Chiziane se hizo con el Camões, el galardón más importante para la literatura en portugués, mientras que el Premio Goncourt francés fue a parar a manos del senegalés Mohamed Mbougar Sarr, el Booker inglés en las del sudafricano Damon Galgut y uno de los últimos Neustadt (Estados Unidos) para el también senegalés Boubacar Boris Diop. “Algo estaremos haciendo bien”, sentencia Pape.
Literatura y emprendimiento
Pero Afrothèque no es solo una librería al uso, sino un lugar en el que convergen literatura y negocios. Antes que la biblioteca, Barros había creado previamente Afropreneuriat, una plataforma dedicada a promover y difundir información sobre emprendedores africanos. Aún hoy, cientos de jóvenes con ideas de todo tipo contactan con el periodista. Él les devuelve un cuestionario con el que posteriormente prepara una nota de prensa y envía a diferentes medios de comunicación. Hoy, la cuenta de Instagram supera los 130.000 seguidores. “Con Afropreneuriat quería demostrar que los africanos son capaces de innovar, aportar un valor añadido y crear empleo; con Afrothèque, busco mostrar una imagen positiva sobre África. No todo es miseria”, cuenta.
Algunos casos de éxito están expuestos en la entrada de la librería. “Esta es la primera revista de Dakar que reúne restaurantes y bares con servicio a domicilio. Nace gracias a Afropreneuriat y se expone aquí, en Afrothèque, donde la gente viene a leer”, cuenta con orgullo Barros.
En esa convivencia que Barros busca entre Afrothèque y Afropreneuriat, la biblioteca sirve como espacio de estudio y aprendizaje sobre otras habilidades propias de la comunicación, una herramienta clave para las futuras generaciones, según Pape. El centro imparte talleres de oratoria y expresión oral, con el objetivo, dice el fundador, de rebajar el acento de la lengua local cuando los jóvenes hablan en francés o en inglés. “Si no hablas la lengua extranjera con el propio tono del idioma, tienden a pensar que no eres una persona creíble. Esto continúa siendo una traba para miles de jóvenes”, añade. Otras de las actividades estrella son los cursos de redacción de planes de negocio, otros más teóricos sobre definiciones financieras y clases exclusivas con los primeros pasos para empezar una empresa con 100.000 CFA (alrededor de 150 euros). “Todas estas nociones las trabajamos gratuitamente para nuestros miembros”, añade.
Barros no olvida lo que Cheikh Anta Diop, uno de los grandes historiadores y antropólogos de Senegal, sentenció: “Entrénate, ármate de ciencia hasta los dientes y arrebata tu herencia cultural”. Más de 35 años después de su muerte, su consejo pervive en Afrothèque, un refugio para la literatura y el emprendimiento africano en Dakar.
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