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“Si la cárcel de la tradición no cambia, no hay democracia para las mujeres”

‘La hija de las ‘mitangan’, la nueva novela de Trifonia Melibea Obono, es un grito contra la opresión machista en Guinea Ecuatorial

Trifonia Melibea, durante la entrevista en una cafetería en Madrid, el pasado 17 de noviembre.
Trifonia Melibea, durante la entrevista en una cafetería en Madrid, el pasado 17 de noviembre.Chema Caballero

En la cultura tradicional Fang de Guinea Ecuatorial, “la mujer era un bien de intercambio entre clanes. El clan que pagaba una dote por una mujer se apropiaba de ella, de su reproducción, su descendencia y su productividad. Eso no ha cambiado” explica Trifonia Melibea Obono (Afaetom, Evinayong, Guinea Ecuatorial, 41 años). La periodista y politóloga, escritora, docente e investigadora sobre temas de género en África acaba de presentar su último libro, La hija de las mitangan (Editorial Baile del Sol, 2023), en el que mitangan quiere decir algo así como “las blancas” y donde critica ese modelo de matrimonio: “Se puede catalogar como trata de personas. La mujer no tiene voz. Desde que nace hasta que fallece es representada por un varón, primero por los de su clan y una vez casada, por los del clan del marido. Y eso no ha cambiado, ni existe intención de que cambie”. Los Fang representan un 80% de la población ecuatoguineana, dividida de 77 clanes.

Obono pasa por Madrid antes de viajar a Camerún, procedente de Salamanca, donde ha obtenido un sobresaliente cum laude tras defender sus tesis doctoral que lleva el título de Terapias de conversión y otras violencias aplicadas a mujeres, lesbianas y hombres transgénero en la etnia fang de Guinea Ecuatorial.

La hija de las mitangan en la que Obono despliega su madurez como narradora, está inspirada en la vida de Lucía Ndjé Mikibi, una mujer ecuatoguineana que actualmente reside en España. Recorre la historia de Guinea Ecuatorial desde que la protagonista es una niña internada en la casa cuna de Mikomiseng, primero, y después en el orfanato de Bata, a cargo de unas monjas que le inculcan la devoción por la Virgen, le enseñan a leer y escribir en español y a coser. Son los años cuarenta del siglo pasado, cuando el pequeño país de África central era colonia española. A través de la vida de Lucía se recorren esos tiempos, los del Gobierno autónomo y, finalmente, la independencia que llega de la mano de su primer presidente, Francisco Macías (1968-1979), sustituido, tras un golpe de Estado, por su sobrino Teodoro Obiang Nguema, que es el dirigente africano que más tiempo lleva en el poder.

En los años de la colonia, los españoles secuestraban a varones jóvenes y les obligaban a realizar trabajos forzados, según narra Obono en su libro. Una especie de esclavitud. Eso diezmó las aldeas fangs, al igual que la huida, más tarde, de los hombres a las selvas para luchar por la independencia. Así, las mujeres tuvieron que asumir roles nuevos como jefas de clan, proteger a la familia, hacer negocios.

Después de conquistar la libertad, las volvieron a encerrar para trabajar en las cocinas y en el campo. “Se impuso una retradicionalización. Los distintos pueblos de Guinea teníamos que volver al periodo precolonial porque la colonización había sido un error que había alterado nuestras costumbres, dijeron los hombres”, afirma Obono. Y continúa: “Los dirigentes decían: ‘Los blancos nos han cambiado, han alterado nuestra identidad, nuestra autenticidad está en el pasado’. Pero yo, como tantas mujeres, no quiero volver al pasado y, si vuelvo, quiero decidir cómo. Y ahí es donde entra Lucía, a la que le imponen un modelo de vida que ella se resiste a aceptar. Y a través de ese testimonio me doy cuenta de que Guinea Ecuatorial sigue siendo un país que necesita independencia, porque las mujeres seguimos esperando la independencia y no la tenemos”.

Los pueblos de Guinea teníamos que volver al periodo precolonial porque la colonización había sido un error que había alterado nuestras costumbres, dijeron los hombres

Firme defensora de la educación de las mujeres como herramienta de empoderamiento, Obono se hace eco de las tesis de la filósofa india Gayatri Spivak recogidas en su libro ¿Pueden hablar los subalternos? “La subalterna tiene una voz, ¿pero quién le hace caso? Hasta hoy, cuando los varones guineanos critican el tema del rechazo a la poligamia, culpan al blanco. O afirman que el blanco les impone la homosexualidad. Pero las mujeres llevamos desde la época precolonial diciendo que no nos gusta la poligamia. Y las personas LGTBIQ+ en África, que ahora mismo estamos organizadas, proponemos leyes. El problema no es que las personas subalternas no hablen, sino que no están legitimadas para hablar. A Lucía le falta legitimidad, porque no es que no se oponga al mundo que le toca vivir, no es que no hable, sino que no está considerada como una persona”, explica la escritora. “Por eso la educación supone un reto para la estructura de los clanes, la debilita, porque las mujeres cuando se empoderan quieren hablar”.

Obono fue detenida en agosto de 2023 en Guinea Ecuatorial y conducida a la comisaría conocida como Guantánamo tras haber colaborado en la redacción de dos informes sobre represión al colectivo LGTBIQ+. A la pregunta de si no le da miedo volver a su país y sufrir nuevas represalias, contesta: “Que te metan en Guantánamoes una forma de meterte en la cárcel, pero la mujer guineana tiene diferentes formas de vivir encarcelada”

“Si tú no puedes besarte con quien quieres o entrar en un lugar a beber con quien tú quieres, tu cuerpo es una cárcel. Si estamos regidas por una norma que prohíbe la interrupción voluntaria del embarazo, que prohíbe que una mujer embarazada pueda acceder al colegio, entonces esa es nuestra cárcel. Si la cárcel de la tradición no cambia, entonces no hay democracia para las mujeres”, concluye.

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