Diez retos para que las niñas puedan ir a la escuela en todo el mundo
Aunque la educación es un derecho fundamental, unos 78 millones de menores no están escolarizados. De ellos, más de 42 millones son niñas, según Naciones Unidas
“¿Qué vamos a hacer sin una educación, si no podemos hacer realidad lo que nos apasiona? No quiero graduarme y quedarme en casa. Las niñas como yo podríamos ser cualquier cosa y no nos dejan”, dice Khalida, estudiante de 16 años que vivía en Kabul cuando los talibanes cerraron las escuelas en 2021.
Como ella, unos 78 millones de niños y niñas no van a la escuela, a pesar de que la educación es un derecho fundamental. Más de 42 millones de estos menores sin escolarizar son niñas, según Naciones Unidas. Con motivo del Día Internacional de la Niña, denunciamos 10 barreras a las que se enfrentan para poder estudiar.
1. Discriminación educativa solo por ser niñas
Nakisa vive en Kabul y vio cómo los talibanes cerraban su escuela en marzo de 2022. Afganistán es el único país del mundo donde las niñas tienen prohibida la educación a partir de los 12 años.
En Irán, donde las niñas de más de siete están obligadas a cubrirse con un velo, jóvenes de todo el país se han organizado bajo el lema “Mujer, vida, libertad”. También las niñas se han movilizado en las escuelas y no es casual que más de 13.000 alumnas hayan tenido que ser hospitalizadas con signos de envenenamiento.
2. Falta de diversidad en la escuela
Hay otras discriminaciones que se suman a la de género. En Malaui, a las criaturas con albinismo se les niega la educación; en Guatemala, las chicas indígenas tienen un nivel más bajo de escolarización; y en Eslovaquia y República Checa se segrega a estudiantes romaníes.
3. Sin colegio por su discapacidad
Los 240 millones de niñas y niños con discapacidad en todo el mundo tienen un 47% más de probabilidades que el resto de no asistir a la escuela primaria y entre tres y cuatro veces más probabilidades de sufrir violencia física y sexual.
4. Matrimonio infantil y embarazos tempranos
Las niñas con escasa educación tienen seis veces más posibilidades de ser casadas que las que terminan secundaria. Por primera vez en dos décadas, los matrimonios precoces y forzados están aumentando, avivados por la desigualdad y la pobreza extrema.
Cada día, en Paraguay, dos niñas menores de 14 años se convierten en madres. Muchos de estos embarazos son consecuencia de abusos sexuales y más del 80% ocurren en el entorno familiar. En Tanzania y Guinea Ecuatorial está prohibido que las menores embarazadas asistan a la escuela y se presenten a los exámenes.
5. Ni educación afectivo-sexual ni higiene menstrual en la escuela
Sabemos que es fundamental formar a las niñas para que identifiquen las situaciones de violencia y puedan tomar decisiones sobre el consentimiento, los anticonceptivos o para prevenir infecciones de transmisión sexual. Sin embargo, en Perú, Paraguay, Polonia y en varios Estados de EE UU se prohíbe la educación sexual en los centros educativos.
Además, la menstruación se convierte a menudo en una barrera para la educación. Según The Lancet Regional Health, en Bangladés, India, Indonesia, Japón o Nepal, entre un 11% y un 41% de las niñas pierden clases durante su período. En Pakistán, un 59% de las chicas que inician la educación secundaria acaban abandonándola porque la regla es un indicador de que están “listas para el matrimonio”.
6. Ser arma de guerra en los conflictos
En las zonas de conflicto, las niñas tienen un 90% menos de probabilidades que los niños de recibir educación. Además, el reclutamiento de menores soldado es una práctica habitual: se estima que alrededor del 40% son niñas, utilizadas como “objeto sexual”. En Irak, entre 2014 y 2017, el autodenominado Estado Islámico raptó a niñas yazidíes, las esclavizó, violó, torturó y las obligó a combatir. Muchas han sobrevivido, pero padecen graves problemas de salud y no reciben asistencia.
Según un informe de Entreculturas, en Sudán del Sur las niñas viven con miedo a ser secuestradas, violadas o asesinadas y es en la escuela donde se sienten más protegidas.
7. No hay colegio para las niñas refugiadas
Solo la mitad de los casi 50 millones de niñas y niños refugiados en el mundo va a la escuela y únicamente una cuarta parte accede a la enseñanza secundaria.
En Myanmar, donde existe limpieza étnica contra la población musulmana rohinyá, más de la mitad de esta población huye a Bangladés, pero allí se les niega el derecho a la escuela. La situación tampoco es buena en Europa, donde algunos de los niños y niñas refugiados llevan más de tres años sin poder estudiar en países de acogida como Grecia o Serbia.
8. Atrapadas en el círculo de la pobreza
En los países más empobrecidos, el 70% de las niñas y niños de 10 años no saben leer ni comprender un cuento. Una de cada tres niñas adolescentes de los hogares más pobres del mundo no ha ido nunca a la escuela y miles se ven obligadas a dejar las clases por la carga adicional de las tareas domésticas.
9. Sufrir el cambio climático
Los fenómenos extremos relacionados con el clima están provocando cada año el cierre o la destrucción de escuelas. Cuando las familias se desplazan forzadas por los cambios meteorológicos, el riesgo de abandonar las clases aumenta drásticamente. Incluso se ha demostrado que el aumento de la temperatura reduce los resultados educativos. Si se mantiene la tendencia actual, en 2025 la emergencia climática contribuirá a que 12,5 millones de niñas no completen su educación cada año, según Save the Children.
10. Escuelas inseguras y violentas
Muchas niñas van a la escuela temiendo por su seguridad. Son agredidas por el camino o son humilladas con rumores que circulan por teléfonos móviles o internet. Algunas sufren amenazas de agresión sexual de otros estudiantes o escuchan cómo profesores les ofrecen calificaciones más altas a cambio de favores sexuales. El acoso cibernético está aumentando y los acosadores actúan sin miedo a ser castigados.
Estamos en la mitad del plazo fijado para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, un plan de 17 metas —la cuarta es la educación— acordadas en 2015 por los 193 Estados miembro de Naciones Unidas para que el mundo sea mejor en 2030. Pero, a este ritmo, estamos lejos de alcanzarlos. Si las niñas que están detrás de las situaciones de este texto fueran a la escuela y la sintieran seguras, si pudieran ser niñas y no madres obligadas, no ser casadas a la fuerza ni sufrir violencia sexual, si lograran salir del círculo de la pobreza, si consiguieran ser mujeres independientes, entonces podríamos decir que los objetivos de la Agenda 2030 se han cumplido.
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