“Marina era muy valiente y creía que controlaba”
El presunto asesino, expresidiario, era tímido y distante. Okarynska terminó su relación con él hace unos meses
La relación entre Sergio Morate y Marina Okarynska había dejado de funcionar hacía tiempo. Cuentan los amigos de Marina que discutían mucho, pero que la joven camarera tardó en dejarle. "Era una tía muy valiente y creía que podía llegar a controlar", cuenta una persona cercana. Hace cerca de medio año, Okarynska cortó por fin por lo sano y viajó a su país, Ucrania. Allí había empezado una nueva vida, que abandonó para venir de visita a España. Fue entonces cuando, hace nueve días, acudió con su amiga Laura del Hoyo —24 años— a casa de Morate, su exnovio, a recoger sus cosas y nunca volvieron. El miércoles las encontraron muertas, cubiertas de cal viva, en una poza cerca de Palomera, un pueblo próximo a Cuenca. En esta localidad, Morate, el principal sospechoso, ha pasado fines de semana y veranos desde pequeño.
Los que le conocen le describen como un hombre "tímido", "distante" y "poco afable". "Hablaba poco", "desde luego tiene fama de conflictivo". Un vecino de Palomera explica que al sospechoso no le gustaba beber ni salir por la noche. Que lo que le gustaba era el deporte y su moto. "Nada de cubatas. Nada de botellines. Él bebía Fanta y se iba pronto a la cama". En este frondoso pueblecito, encajado en la roca y a orillas del río Huécar, todos se conocen. En verano y los fines de semana puede haber medio centenar de familias. El resto del año no llega a la decena. Las pozas aledañas, donde se encontraron los cadáveres de las chicas, son muy populares entre los conquenses. De aquí es la madre de Morate. La abuela del sospechoso regentó durante años el bar de la plaza del pueblo, del que ahora se ocupa el tío.
A Morate le gustaba ir al gimnasio, como da fe la musculosa imagen que estos días reproduce la prensa. Pero su salud no ha sido siempre de hierro. Le diagnosticaron un cáncer de testículos y estuvo en tratamiento durante el tiempo en el que salía con Okarynska. Ella cuidaba de que tomara la medicación, recuerdan sus amigos. De hecho, el aspecto actual de Sergio tiene poco que ver con la atlética imagen de la fotografía difundida, pues ha perdido mucho peso, según sus conocidos.
En 2008, Morate ingresó en prisión tras haber secuestrado a su novia de entonces, a la que trasladó también a las inmediaciones de Palomera. Por el tipo de delito, en prisión permaneció separado de los presos comunes y su comportamiento no fue malo, según explican fuentes conocedoras del caso. En torno a un año y medio después salió en libertad condicional. Allí entabló amistad con dos reclusos, uno de nacionalidad colombiana y otro rumano, con los que se ha seguido viendo, según detalla un vecino de Cuenca.
Laura, la reina de las fiestas del barrio
Laura del Hoyo, de 24 años, fue la reina de las fiestas de su barrio, El Pozo de las Nieves de Cuenca, hace tres años. “Estaba tan guapa, era tan bonita”, decía ayer Sonia, una vecina. Muy cerca del pequeño altar de velas que se ha levantando en su honor en el parque que hay frente a la casa de su familia, Sonia protesta: “Podía haber sido peluquera o lo que hubiera querido”.
Laura tenía dos hermanas y formaba parte de una familia trabajadora, muy conocida en Cuenca; su madre trabaja como auxiliar de enfermería en el hospital de la ciudad. “Era alegre, muy maja y le gustaba arreglarse”, dice una persona que coincidió con ella en el instituto Pedro Mercedes. El último año y medio lo había pasado en Xirivella (Valencia), trabajando en un comercio de cosmética y como bailarina.
Laura estaba muy unida a su mascota, un perro, que le hacía compañía en Valencia. La joven padecía taquicardias que la obligaban a medicarse cada día. El hecho de que no pasara a ver al animal y de que las pastillas estuvieran en su coche fue el primer indicio de que Laura no se había ido por su voluntad. El 1 de agosto volvió a Cuenca a visitar a su familia y un día antes de su desaparición había publicado en su Facebook su intención de estudiar para ser peluquera, la profesión de una de sus hermanas. “Ahora sí que si estoy decidida!!!! toca nueva etapa y estoy súper feliz”.
Okarynska, de 26 años, había trabajado de camarera y en una pastelería en Cuenca. De estudiante, llegó a España siguiendo a sus padres, que habían emigrado poco antes. Azucena, una de sus jefas, habla maravillas de ella. "Era muy buena trabajadora, muy predispuesta. Se llevaba muy bien con los compañeros y era muy simpática con los clientes". El otoño pasado, Okarynska dejó el bar cercano a la catedral en el que trabajaba y se fue con su novio, Morate, a montar una exposición de muebles del negocio familiar al centro comercial El Mirador, a pesar de tener un contrato indefinido en el bar.
Los padres de Morate tienen una tienda de muebles antiguos en Chillarón, un pequeño pueblo a 15 minutos de Cuenca. Allí trabajó el presunto criminal hasta la semana pasada, según confirma un familiar que prefiere mantenerse bajo el anonimato. "La familia está destrozada, todo el tiempo pendientes de las noticias". A algún familiar mayor incluso le han ocultado de momento lo sucedido para evitar más disgustos. En ocasiones se dejaba caer por los bares del pueblo para desayunar. "A veces venía con su novia, otras con su padre", recuerdan en uno de ellos. Tanto en Palomera como en Chillarón no hay más que buenas palabras para la familia de Morate, "una buena familia", “un hombre excepcional”, dicen del padre.
Hacía años que ayudaba a su padre en la fábrica y la tienda a las afueras del pueblo, donde esta semana buscó sin tregua la policía. Hoy cuelga un cartel de “cerrado por vacaciones del mes de agosto” y en la casa, donde viven los abuelos, al pie de un campo de girasoles, no responden a las llamadas del telefonillo.
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