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Surfeando monstruos en España

El país es uno de los destinos favoritos de los surfistas de olas grandes del mundo

Surfistas en la Escuela Cántabra de Surf.
Surfistas en la Escuela Cántabra de Surf.

Las aguas normalmente tranquilas del Mediterráneo incitan a pensar que el surf, y sobre todo el surf de grandes olas, no tiene nada que ver con España. Pero gran parte del país tiene una fachada abierta al Atlántico, lo que propicia la llegada de grandes masas de agua salada en movimiento.

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El oleaje es fruto de la interacción del viento y las aguas del océano. Una gran borrasca en el Atlántico es capaz de generar fuertes vientos que empiezan a agitar las aguas. El oleaje en altamar comienza a moverse en la dirección de los vientos dominantes. Durante su tránsito hacia la costa, al recorrer grandes distancias, las olas se van ordenando y generan lo que se conoce como mar de fondo. El oleaje final es el resultado del mar de fondo más el generado por los vientos locales, que se denomina mar de viento. La combinación de los dos puede dar lugar a olas gigantes en en las costas españolas. El récord lo ostenta una ola de 27,81 metros de altura que registró la boya de Puertos del Estado, fondeada en las cercanías de Cabo Vilán (Galicia).

Los surfistas son ávidos consumidores de información meteorológica. Las condiciones perfectas requieren mar de fondo con un periodo entre crestas largo, poco viento o viento de tierra a mar, y que los fondos, el punto de marea y la orientación de la marejada sean los adecuados a la playa o rompiente donde se quiere surfear. Estas condiciones se pueden dar en todas las épocas del año, pero en el caso de olas gigantes, son más frecuentes en invierno.

Durante el invierno, se podrán ver en las costas españolas ansiosos surfistas de olas grandes en busca del lugar perfecto para deslizarse por montañas de agua. Los surfistas ponen nombre a las olas. Entre los que buscan las olas de mayor tamaño en el Cantábrico, algunas como las llamadas A Tremosa en Corme (Galicia), La Verdad en Lastres (Asturias), Los Acantilados del Bocal o la isla de Mouro en Santander (Cantabria) y las de Punta Galea en Getxo (País Vasco) son olas surfeables que pueden alcanzar los 10 metros de altura. También Canarias recibe marejadas gigantes, como ocurrió el pasado mes de enero en Tenerife.

En las cercanías de la costa española hay otros dos lugares de olas gigantes: Belhara en San Juan de Luz (Francia) y Nazaré en la costa portuguesa. Este último es uno de los mejores lugares del mundo para tomar olas gigantes por la especial configuración del fondo marino y su orientación abierta a las marejadas atlanticas. Fue en este municipio donde hace siete años el estadounidense Garrett McNamara surfeó la ola más grande jamás surfeada. Alcanzó los 23,7 metros, algo así como un edificio de unas ocho plantas, y se convirtió en un nuevo récord del mundo.

La llegada del verano reduce el tamaño de las marejadas y es la época ideal para aprender a hacer surf sin tener que enfrentarse a olas montañosas. Toda playa tiene su día perfecto para el surf, así que nos vemos en el agua.

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