Elías Bendodo, el gestor que será el nuevo hombre fuerte de la Junta
El consejero de la Presidencia, amigo y confidente del presidente andaluz, tiene fama de buen negociador
Elías Bendodo Benasayag (Málaga, 1974), hijo de sefardíes y miembro de la Comunidad Israelita de Málaga, es el nuevo hombre fuerte del Gobierno de Andalucía. El presidente de la Junta, su amigo Juan Manuel Moreno, lo ha nombrado consejero de la Presidencia. Eso significa que por la mesa de Bendodo, con fama de buen negociador, pasarán todos los asuntos principales; presidirá la reunión de viceconsejeros (los llamados consejillos); deberá engrasar todas las piezas para que el primer Ejecutivo al 50% con Ciudadanos no se atasque desde ya; y afrontará la negociación con la ultraderecha de Vox para sacar adelante los proyectos de ley, el principal, el de los Presupuestos autonómicos, que ascienden ahora a 34.759 millones de euros.
Bendodo es licenciado en Derecho por la Universidad de Málaga y siempre ha trabajado en política. Entró en Nuevas Generaciones (NNGG) del PP con 21 años, junto con Moreno, y desde ahí ha recorrido todos los tramos, siempre en ascenso, hasta llegar ahora al Gobierno andaluz. Con 23 años fue director gerente del distrito malagueño Palma-Palmilla, con Celia Villalobos de alcaldesa de Málaga; con 25 ya era concejal, cuando sustituyó a José María Martín Carpena, asesinado por ETA el 15 de julio de 2000.
Con 26 años fue presidente provincial de NNGG de Málaga y con 34 (en 2008) presidente del PP de Málaga, la organización provincial con más afiliados del PP andaluz (34.800). Con 37 (en 2011) accedió a la presidencia de la Diputación de Málaga. Llevaba ocho años esperando para sustituir al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, quien ha dicho de todas las maneras posibles que no quiere delfines, si acaso, alevines de delfines. Hoy lunes, con 44, es consejero de la Presidencia, lo que le ha salvado por la campana de su promesa de no permanecer más de ocho seguidos en un cargo.
Bendodo tiene experiencia en la negociación con Ciudadanos. Los presupuestos en la Diputación malagueña los ha sacado adelante con el apoyo del partido de Albert Rivera y, lo que es más curioso, con la abstención de Izquierda Unida y de Málaga Ahora (Podemos) y el rechazo del PSOE.
Tiene fama de buen gestor. De lo que más orgulloso está es de haber hecho realidad el proyecto del Caminito del Rey, una senda peatonal de más de tres kilómetros adosada en las paredes de un desfiladero, a 105 metros de altura, una iniciativa que idearon sus antecesores socialistas sin conseguirlo. O la Senda Litoral, construida al 80%, un paseo peatonal que une de este a oeste la costa malagueña. O La Térmica, un centro cultural rompedor y moderno, dirigido por Salomón Castiel, también de la comunidad judía. Cuentan que Bendodo pone las fechas de las inauguraciones antes de que se aprueben los proyectos. “Nunca acepta un no por respuesta. Él fija objetivos, detesta perder el tiempo y te pone fecha”, asegura una persona que trabaja con él. En su haber también figura el haber dejado a 0 la deuda de 307 millones de euros que heredó del PSOE.
Colaboradores ajenos a su ideología
El nuevo consejero de la Presidencia se suele rodear de colaboradores ajenos a su ideología. Para el nombramiento de cargos elige a personas del partido, pero en su círculo de asesores prefiere otros perfiles. “Los pelotas ya rodean el edificio, quiero a gente que me diga la verdad”, pone en su boca una de las personas consultadas.
Bendodo no oculta su origen sefardí, pero no presume ni le gusta hablar de ello. Adora a su padre, Sentob Bendodo Cohen, un conocido abogado de Málaga, nacido en Larache (Marruecos), como su madre Estrella Benasayag, durante el Protectorado español. “No es practicante, pero celebra las fiestas familiares del Yom Kipur y Hannukah”. Casado con una periodista, sus dos hijos van a colegios concertados con la Iglesia católica y acude frecuentemente a procesiones en Málaga. No hay sabbat en la vida del político malagueño, ni comida kosher, ni alimentos prohibidos. Pero sí aplica en política uno de los principios básicos del judaísmo. “A mí lo que me gusta, de lo que disfruto, es hacer el camino, eso es lo importante”, le han oído decir muchas veces.
Bendodo y Moreno son amigos, muy amigos. Comparten aficiones, confidencias, fines de semana, vacaciones. El hoy consejero fue portavoz en la dirección del PP andaluz, cuando el segundo accedió a la presidencia regional por decisión de Mariano Rajoy. También ha sido el coordinador de la campaña electoral del presidente de la Junta, una campaña destartalada que cosechó unos resultados desastrosos (el PP perdió 317.183 votos, casi el 6%, y siete escaños), pero que culminó con el cumplimiento del objetivo: echar al PSOE de la Junta con un pacto con Ciudadanos y Vox. Diseñó junto con otros (Aleix Sanmartín, Jacobo Florido y José Ramón Carmona) una operación arriesgada. Desde el PP hicieron un millón de llamadas telefónicas para desalentar el voto a Susana Díaz.
También fue Bendodo el que puso toda la maquinaria del PP de Málaga a favor de la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias populares. Y lo hizo con esa escuela de los políticos criados en las juventudes de su partido, cuya máxima es la de todo vale a la hora de sumar.
En esta provincia ganó la exvicepresidenta en primera vuelta y por los pelos en la segunda frente a Pablo Casado, que se alzó finalmente con la presidencia nacional del PP. Esa experiencia le podía haber costado cara a un político que, según varias fuentes, no gestiona bien los fracasos y es vulnerable a los golpes. “Negociador sí es, pero no fajador”, asegura un dirigente popular.
Juan Manuel Moreno recompuso rápidamente la relación con el presidente nacional de su partido, por la antigua relación de amistad que tenían, y Bendodo también tejió complicidades con el secretario general, Teodoro García Egea, como mejor sabe hacer: saliendo a correr con él. Bendodo, que usa ropa deportiva elaborada con tejidos sostenibles, sabe desde hace mucho tiempo que compartir carreras con compañeros de partido puede asegurar la longevidad política. Pero también es consciente de que el mejor restaurador ha sido alcanzar el poder en Andalucía y poner fin a casi 37 años de gobiernos socialistas. Las paradojas y sorpresas del camino.
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