Josu Ternera, toda una vida de mando en el terror
El histórico cabecilla de ETA, fugado desde 2002, dirigió la banda hasta el día de su disolución
José Antonio Urrutikoetxea, alias Josu Ternera, (Miravalles, Bizkaia, 1950), detenido este jueves en los Alpes franceses, vivía huido y en paradero desconocido desde 2002. La Justicia le buscaba para juzgarle por delitos de lesa humanidad por ser uno de los máximos jefes de ETA cuando la banda terrorista perpetró sus mayores y más sanguinarios atentados mortales, como el de Hipercor (21 de junio de 1987), y otros gravísimos como el de la casa cuartel de Zaragoza o el de Vic. Este escurridizo terrorista llevó en la clandestinidad las riendas de la organización armada hasta su último día. Él fue, precisamente, el encargado de poner voz en mayo del año pasado a la declaración de disolución y desmantelamiento de ETA, la banda en la que ha militado medio siglo y desempeñado prácticamente todas las funciones orgánicas y estratégicas.
Josu Ternera, uno de los símbolos y cabecillas de ETA, ha seguido una vida paralela a las principales acciones protagonizadas por los terroristas. Se unió muy joven a la causa etarra. Lo hizo durante el régimen franquista, primero como un militante más y al poco tiempo como uno de sus máximos dirigentes. Ingresó en ETA en 1968 a la vez que su amigo José Miguel Beñarán Ordeñana, alias Argala, otro histórico. Fue el año en que la banda cometió su primer crimen, el asesinato del guardia civil José Antonio Pardines. Buscó refugio en Francia en 1971, donde intervino directamente en el robo de explosivos que pudieron ser utilizados, como figuró en las imputaciones judiciales, en el atentado que costó la vida al almirante Carrero Blanco —en ese momento, presidente del Gobierno— en 1973.
En 1987, ya como uno los máximos jefes de la banda, ETA perpetró sus mayores y más sanguinarios atentados, como el de Hipercor (21 de junio de 1987), y otros gravísimos como el de la casa cuartel de Zaragoza o el de Vic. Con la escisión de la banda en 1974 en dos ramas, la político-militar (ETA pm) y la militar (ETA m), Ternera aprovechó para adentrarse en la cúpula, pero no fue hasta 1984, con la detención Antxon Etxebeste, cuando se erigió en uno de los máximos responsables del aparato político, el internacional y el de finanzas. La biografía de Urrutikoetxea figura profusamente detallada en el libro Josu Ternera: una vida en ETA, obra de Florencio Domínguez, uno de los mayores investigadores de la historia de ETA y director del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, con sede en Vitoria.
La muerte de Txomin Iturbe en Argel en 1987 le dio plena autoridad sobre la organización, pero dos años después fue arrestado en Francia y condenado en 1990 a 10 años de prisión. Cumplió los seis primeros en aquel país hasta su extradición a España, precisamente el mismo día que Jaime Mayor Oreja asumió la jefatura del Ministerio del Interior.
Ahí comenzó la actividad política de Urrutikoetxea, quien logró un escaño como parlamentario vasco en las elecciones de 1998 y lo revalidó en los comicios autonómicos en 2001. En ese tiempo, representó a Euskal Herritarrok, una de las marcas de la izquierda abertzale, como miembro de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco, un hecho que fue considerado como una grave ofensa para las víctimas.
Pero en 2002, cuando la justicia le citó para tomarle declaración por su participación en el atentado de la casa cuartel de Zaragoza, Ternera se dio a la fuga y recuperó su vida en la clandestinidad, lo que no le impidió participar en las conversaciones con el Gobierno socialista del José Luis Rodríguez Zapatero en 2006, cuando en el seno de la banda se estaba librando una guerra fratricida por el poder en la que se impuso el sector más duro encabezado por Javier López Peña, Thierry, y Garikoitz Azpiazu Urbina, Txeroki. Ternera fue apartado, aunque la ascendencia que tenía en la organización le mantuvo en la primera fila y muy cerca de las decisiones que iba a tomar la banda.
A comienzos de 2013 viajó a Oslo (Noruega), donde se citó con los dirigentes etarras Iratxe Sorzabal y David Plá para recibir a un emisario del Gobierno de Mariano Rajoy. Tenían la misión de fijar un final negociado de ETA que no pudo llegar a término. Aquello no prosperó y de nuevo se perdió la pista de Ternera, aunque pocos meses después estuvo a punto de ser detenido. De nuevo sus habilidades huidizas le permitieron burlar la persecución policial en una operación desarrollada en Durban-sur-Ariège (Francia), donde vivía con su pareja y un hijo de corta de edad.
ETA, que en 2011 anunció el fin de su lucha armada, quiso años después concederle protagonismo y así pudo reaparecer en mayo de 2018 como el altavoz de la banda el día de su disolución.
En 2015, Josu Ternera recibió una mala noticia. La Policía Nacional junto con agentes de los grupos antiterroristas franceses detuvo en París a su hijo, Egoitz Urrutikoetxea, junto a otros dos activistas que también habían escapado de la justicia. Fuentes de la lucha antiterrorista aseguraron que el vástago de Josu Ternera hacía "vida normal" y acudía a clases en una universidad parisina. Entonces, estaba considerado "un importante miembro del aparato político" de la banda. Había decidido seguir los pasos de su padre, hasta hacerse cargo de distintas funciones en el entorno de ETA. Egoitz Urrutikoetxea, que fue miembro de la Mesa Nacional de Batasuna y asistente del europarlamentario de Batasuna Koldo Gorostiaga, pasó a la clandestinidad en 2003 y, según la policía, dio el salto a la estructura de ETA tras la operación de Burdeos de 2008 en la que fue detenido el entonces líder de la organización Thierry y varios de sus colaboradores.
Cuatro años después de ser apresado su hijo, cae ahora uno de los referentes del entorno etarra. Josu Ternera, que encarna la historia de terror desplegada por la banda terrorista, era uno de los objetivos prioritarios de la acción antiterrorista. Fueron cayendo sucesivamente Mikel Albizu, Mikel Antza, en 2004; Thierry cuatro años después; Txeroki, también en 2008, y David Plá e Iratxe Sorzabal en 2015. Solo quedaba libre Josu Ternera, hasta que un golpe policial le ha descubierto y atrapado en un departamento de la Alta Saboya francesa.
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