Sánchez arropa a Ábalos y califica ahora a Guaidó como “líder de la oposición” en Venezuela
Ábalos elude el acoso de la oposición sobre el ‘caso Delcy Rodríguez’ y se ampara en el “objetivo conseguido”
“Objetivo conseguido”. El ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, ha soportado este miércoles una sesión casi monográfica —cinco preguntas y una interpelación— de acoso y derribo por parte de la oposición de centroderecha en el Congreso sobre el encuentro que mantuvo en la madrugada del 20 de enero en el aeropuerto de Madrid Barajas con la vicepresidenta del Gobierno venezolano, Delcy Rodríguez. Ábalos se aferró a que gracias a esa intervención logró que se cumplieran las sanciones comunitarias que impiden a Rodríguez pisar suelo europeo “ni territorio Schengen” y se logró además “no añadir más problemas” a las relaciones diplomáticas con Venezuela. PP, Vox y Ciudadanos le acusaron de mentir y de ser usado como “utilero” por el presidente Pedro Sánchez y el vicepresidente Pablo Iglesias para enviar un mensaje a las autoridades de ese país.
En la primera sesión del control al Gobierno de esta legislatura, Sánchez se refirió a Juan Guaidó como “líder de la oposición en Venezuela”, en lugar de “presidente encargado”, denominación que Ábalos ha mantenido en todo momento en sus intervenciones. La Moncloa aclaró después que tras las palabras de Sánchez no hay un cambio de posición del Ejecutivo sobre el país sudamericano y que Guaidó es reconocido por España desde el 4 de febrero de 2019 como “presidente encargado”. Fuentes del Ejecutivo reafirman: “España ha liderado desde el principio a la comunidad internacional en la exigencia de elecciones democráticas libres. El objetivo del Gobierno de España en Venezuela es democracia, paz y respeto a los derechos humanos”.
La portavoz popular, Cayetana Álvarez de Toledo, exigió explicaciones por esa cambio en la denominación: "Hoy el presidente Sánchez ha llamado a Juan Guaidó “líder de la oposición”. Ha dejado de reconocerle como presidente encargado de Venezuela. Ha asumido, en sede parlamentaria, el lenguaje de Podemos. Y del señor Zapatero. Y del propio chavismo. Debe ser la última exigencia de la torturadora".
Ábalos no se arrepintió de nada de lo hecho y sostuvo que cumplió una misión de Estado con su actuación ante la presencia de Delcy Rodríguez en Barajas. “Cumplí el objetivo, modestamente lo cumplí. La vicepresidenta del Gobierno venezolana no entró en territorio Schengen y se cumplió el mandato del Consejo Europeo sobre las restricciones a dirigentes venezolanos”, remachó varias veces.
No entró Ábalos en más detalles ni aclaró algunos puntos aún oscuros de su intervención en esa cita, sobre la que se acumulan diferentes versiones, y no fue por falta de oportunidades. PP, Vox y Ciudadanos decidieron concentrar sus preguntas sobre este asunto. Le acusaron de “mentiroso” y exigieron su dimisión.
El ministro sí ofreció una versión bastante cruda de la motivación de su cita en Barajas en esa madrugada con Delcy Rodríguez: “Salvaguardar las relaciones entre países hermanos”. Ábalos, incluso, rebajó su papel en esa mediación: “Niego que hubo ninguna reunión formal, ni interés ni temas que tratar, ni yo soy nadie para llevar temas de ese calado”. Y recreó, en lenguaje llano, la conversación que mantuvo con la vicepresidenta venezolana: “Usted no puede entrar, lo sabe, continúe su plan de viaje y no tengamos más problemas”.
Ante la dureza en la interpelación de la portavoz popular, Cayetana Álvarez de Toledo, que le reprochó haber perdido totalmente “la dignidad” por su mediación y por su falta de explicaciones este miércoles, Ábalos explicó que no quería “contar más cositas”, precisamente para no estropear lo que se intentó arreglar aquella madrugada. La popular no se recató en sus críticas: “El Gobierno de España amparó a una torturadora y despreció a un demócrata”. Y la portavoz del PP lanzó otra andanada sin pruebas contra Sánchez y su Gobierno a añadir a la de no querer recibir a Guaidó: "Presionó a otros líderes europeos para que tampoco lo recibieran. Y fracasó. Incluso presionó a empresarios españoles para que no asistieran a la conferencia de Guaidó en Davos".
El ministro de Transportes contó en la sesión con el apoyo directo del presidente, Pedro Sánchez, y del titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, que negó haber dado cualquier orden arbitraria a la Policía o la Guardia Civil del aeropuerto y recalcó que los agentes se limitaron a “cumplir la ley” para que Rodríguez no accediese a territorio Schengen. Marlaska enfatizó esa posición porque la diputada del PP Ana Belén Vázquez le acusó en su pregunta de haber desautorizado y presionado aquella jornada a la policía para que no cumplieran con su deber y permitieran, según su versión, a Ábalos servir de “utilero” de mensajes enviados supuestamente a Rodríguez por el presidente Sánchez y el vicepresidente Pablo Iglesias.
El tono ya elevado de Vázquez marcó un punto de partida que superaron otras compañeras del PP, como María Valentina Martínez o Belén Hoyo, que arremetieron contra Ábalos por considerar que había mentido sobre lo acontecido en Barajas. Ábalos, en sus réplicas, lamentó la falta de “lealtad” en estos temas de Estado del PP y les reprochó que usaran la polémica incluso para enredar en las complejas y delicadas relaciones de España con Estados Unidos y con los socios europeos.
El líder de Vox, Santiago Abascal, aprovechó la primera sesión de control desde septiembre para preguntar al presidente Sánchez precisamente sobre este polémico asunto, y se interesó particularmente por saber si Ábalos se reunió con Rodríguez en el avión y ya en Barajas por orden suya. Sánchez aprovechó para respaldar de nuevo a su ministro, como hizo cuando estalló el escándalo, con el argumento de que lo que hizo Ábalos fue “cumplir con su deber y evitar una crisis diplomática”. Abascal le acusó de mentir, de tener una “absoluta falta de escrúpulos”.
Pedro Sánchez respondió a Abascal con las palabras de Guaidó al marcharse de España tras su visita en las que agradeció “las buenas relaciones” con un país “aliado de la libertad” y fue ahí cuando denominó al presidente encargado como “líder de la oposición en Venezuela” y sostuvo que la posición del Gobierno sobre ese país “está bastante clara”. Minutos más tarde, el ministro, ya en la interpelación, sí volvió a denominar a Guaidó “presidente encargado”.
Al final de la sesión, en la interpelación de Álvarez de Toledo, la dirigente popular arremetió contra la mediación en Venezuela del expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero: “Un hombre que trabaja para una dictadura no merece ningún privilegio, hay que quitárselos. Zapatero es un hombre denostado, que deambula por los arrabales de la dictadura, sus invocaciones al diálogo son oxígeno para la dictadura, un mediador de parte”.
El broche a esta primera sesión de control fue bien sonoro. Desde las bancadas del PP los diputados gritaron a coro: “¡Dimisión, dimisión, dimisión!”. Los socialistas se levantaron de sus sillones para aplaudir y tratar de amortiguar las exigencias del PP. Ábalos, a la salida, expresó su convicción de que el pleno había ido para él muy bien.
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