El ocio del futuro: “Lo importante ya no es el producto, es la experiencia”
La IA hará que las empresas tengan información muy precisa sobre cada individuo, para ofrecerle actividades personalizadas, pero los expertos señalan que también crecerá la demanda del disfrute de proximidad, focalizado en los barrios
Ya ha sonado el pistoletazo de salida, o de entrada, según se mire, del mercado laboral o de la jubilación. Se trata del grupo mayor de personas que va a entrar en el mundo del ocio postjubilación de la historia de España, la generación del llamado baby boom, los que nacieron entre 1958 y 1977. En ese plazo de casi dos décadas vinieron al mundo 14 millones de niños y niñas, duplicando por dos y medio los nacimientos en las dos décadas anteriores y 4,5 millones más que los que lo hicieron en las dos siguientes. Desde entonces, la natalidad no hace sino disminuir. Este fenómeno llegó con unos 12 años de retraso respecto a las naciones de nuestro entorno por la complicada situación que vivió el país para su recuperación económica tras la guerra civil y en pleno franquismo.
Esta llegada masiva de población a la jubilación se suma a los cambios radicales que ha sufrido la sociedad en las últimas décadas en el sector del ocio, con la llegada de la tecnología, especialmente de Internet y los smartphones, pero también con al aterrizaje que de la Inteligencia Artificial (AI), que aún tiene descolocado a buena parte del sector. A su vez, esto abre nuevas posibilidades de ocio, y, por tanto, de mercado, con el inconveniente que precisamente mencionaba hace unos meses el ministro para la Transformación Digital, José Luis Escrivá, antes al frente del ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones: que la magnitud de este fenómeno de jubilaciones va a suponer un antes un después para las arcas de la Seguridad Social española.
Según los más agoreros, no está del todo claro que los grandes baúles que esta generación lleva toda una vida contribuyendo a llenar con sus impuestos vayan a soportar el peso de sus pensiones. Ocurra lo que ocurra, los baby boomers ya han jugado mayoritariamente sus cartas y tendrán la pensión que les corresponda, con una jubilación cada vez más tardía, entre los 65 años, los primeros, y los 67, el resto. A no ser que haya sorpresas en los próximos años.
La combinación entre el ocio pasivo y activo
La cuestión es que el ocio cuesta dinero. O no tanto. Todo depende del ocio del que se hable. A grandes rasgos, existen dos tipos, como recuerdan los sociólogos y psicólogos especializados estudiar las relaciones interpersonales y el bienestar emocional. Por un lado, está el ocio pasivo, que incluye actividades como leer, ver una serie de televisión, escuchar música o jugar a un videojuego por Internet. Por otro, el activo, que supone movimiento, desde actividades deportivas a visitas culturales a un museo o algún lugar en el que el cuerpo no se vaya a mantener quieto.
Tampoco es lo mismo hacer estas actividades solo que socializando. “Es fundamental para el bienestar de las personas, especialmente en las últimas décadas de la vida, en las que dos de los grandes problemas son la soledad y la falta de un objetivo, de una meta. Eso mella en bienestar psicológico”, resalta el terapeuta y psicólogo especializado en mayores Miguel López García.
En cualquier caso, es un incógnita hoy si, con la llegada de la IA, el ocio del futuro va a ser más sedentario y solitario. Lo que es seguro es que muchas de esas ofertas de ocio permitirán introducirse en mundos paralelos a través avatares. Aún no se sabe si esto se gestionará bien o si las oportunidades de ocio combinarán esas actividades sedentarias en las que el que se mueve es el avatar, o si surgirán, como opinan algunos expertos en tecnología, nuevas iniciativas de ocio que busquen a propósito la creación de comunidades de personas y la interrelación, e incluso el hacer nuevos amigos, como ya ocurre entre la gente más joven que las usa, en esos mundo virtuales. Amigos en línea con los que luego quedar a tomar cañas en el mundo real o ir a visitar allá donde vivan, sea en Noruega o en un pueblo de Guadalajara de la España vaciada.
Tantas décadas de vida laboral como dedicadas al ocio
Hace unos días fallecía la persona más longeva del mundo, la española María Branyas, con 117 años. Le tomaba el testigo Tomiko Itooka, japonesa de 116 años. Son excepciones, desde luego, pero cada vez serán menos. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), las niñas que hayan nacido en 2022 tienen ya una esperanza media de vida de 85,7 años y los niños, de 80,4 años. Como referencia, la esperanza de vida media a principios del siglo XX apenas superaba los 55 años y a principios del XXI, en concreto para los nacidos en el año 2000, era de 82,7 años para las niñas y de 75,9 años para los niños.
La vida es cada vez más larga y los avances científicos en materia de salud harán que vaya a más y con mejor calidad de vida. Por lo tanto, el tiempo para dedicar al ocio aumentará considerablemente. La pregunta es qué ofertas de ocio habrá en el futuro y, sobre todo, si la mayoría de la sociedad se las podrá permitir. Porque no está claro que de esas ofertas se pueda hacer cargo el Estado, sobre todo si el objetivo es que tengan acceso a ellas todas las personas, los inmigrantes, las que tienen problemas de movilidad o alguna discapacidad o dependencia.
“El ocio de proximidad va a ser clave”, advierte como primera premisa uno de los principales especialistas de España en temas de ocio y gestión del tiempo, el catedrático de Ciencias sociales y Humanidades de la Universidad de Deusto Roberto San Salvador del Valle, que imparte clase en el Grado de Turismo. Historiador y geógrafo de formación, lleva toda su vida profesional analizando la gestión de tiempo y también del espacio de las ciudades y de su gobernanza. También dirige la cátedra dedicada a esta cuestión, el Deusto Cities Lab Katedra. Aunque, previamente, fue durante casi una década director del Instituto de Estudios del Ocio de esta universidad.
Del consumo de productos al consumo de experiencias
“El ocio es un fenómeno social que abarca muchos ámbitos que tienen que ver con aspectos muy diversos de nuestra vida. Desde el cultural, que nos aporta conocimientos, valores, diversidad…, al deportivo, que nos aporta salud, cuando lo practicamos, hasta espectáculo, asistencia a eventos…, pasando por la recreación, dentro y fuera de casa, que va desde el coleccionismo, los videojuegos, la lectura a todas las actividades que podamos hacer en la calle. Y el que más aumentado en los últimos tiempos que es el dedicado a viajar, lo que nos permite conocer otras culturas, pero también vivir en otras partes o conocer personas diversas”, resume el catedrático.
Pero, en los últimos 40 años, el ocio ha cambiado mucho y también la demanda, explica. “Hemos pasado de un ocio más industrial, en el que las compras [de viajes, de entradas para el cine, de ropa] estaba en el centro de todo, al ocio de la experiencia, en el que lo importante ya no es el producto sino la experiencia que pretendamos alcanzar con ello”.
Se podría pensar que este cambioiene mucho que ver con las ofertas que puede ofrecer la tecnología, en concreto, la inteligencia artificial, pero, en realidad, San Salvador del Valle se refiere, aparte de a estas novedades, a las experiencias sencillas, por ejemplo, un verano frente al mar en un lugar que transmita tranquilidad, o un día en mitad del bullicio de una gran ciudad asiática en la que todo resulta nuevo y sorprendente. Es decir, dedicar el ocio a experiencias que hace ilusión tener.
Porque la crisis del Estado del Bienestar, que comenzó en España en los años setenta, trajo consigo el periodo de la postmodernidad en el que el que la sociedad pasó a ser más individualista. Lo que prima es el yo, el como yo voy a ser feliz, las ideologías importan ya menos que antes, o sí son relevantes en la medida en la que van a aportar al individuo, que está centrado en sí mismo. “Antes, en la modernidad, la ideología estaba clara, la apuesta de cada uno por unas creencias, fueran políticas o religiosas, se pertenecía a asociaciones de ocio más allá de las ofertas de la Administración y todo esto ha cambiado radicalmente”, explica el experto en ocio.
El ocio del futuro se basará en las experiencias, pero unido al impacto inmenso de la tecnología. La entrada en el terreno de juego del ocio de la tecnología desde principios de este siglo, primero por Internet y todas sus posibilidades, después con los smartphones, las redes sociales, y ahora, con la entrada de la IA en abre un universo para el futuro del ocio totalmente desconocido y que está por construir.
Los expertos insisten en que en el nuevo ocio juega un importante papel la demanda. Es decir, la oferta de ocio que haya en el futuro debe tener una respuesta clara y rentable.
Sobre esto, los resultados de las últimas encuestas sobre a qué dedican los españoles el tiempo, que realiza cada ciertos años el INE, dan algunas pistas. Entre las dos últimas olas que han analizado (una, en 2010 y la otra, en 2023) se ha reducido el tiempo (que se mide por la media de minutos al día) dedicado a “aficiones e informática” (sobre todo en los hombres), ha aumentado (tanto en los hombres como en las mujeres) el tiempo dedicado al trabajo, pero llama la atención que, en el caso de las mujeres, se ha incrementado el tiempo dedicado al hogar y se ha reducido el de los hombres.
Si cada vez se trabaja más, en general, eso implica dedicar menos tiempo al ocio durante la vida laboral y llegar con ansias a la jubilación para poder vivir las experiencias de ocio con las que se ha soñado.
La IA y la creación de una oferta personalizada
El mercado del ocio es potencialmente enorme. Y más que lo va a ser. “La IA se va a utilizar sobre todo por las operadoras para ofrecernos, a través de las redes sociales, las plataformas de televisión, etcétera, todo tipo de opciones de ocio cada vez más personalizadas, de acuerdo a nuestros gustos personales. Los algoritmos que utilizan van a perfeccionarse muchísimo para saber qué es lo que demanda cada individuo en concreto”, afirma el catedrático de Comunicación Audiovisual de la Universidad Rey Juan Carlos José María Álvarez Monzoncillo. Este experto planteó ya hace unas décadas, en su libro El futuro del ocio en el hogar , el cambio que se avecinaba con las ofertas de las plataformas de televisión y la evolución de la tecnología en la cambio audiovisual.
“El debate sobre el ocio siempre ha se ha realizado, en concreto, con pagar por tener ocio”, explica el catedrático. “Por eso, el debate está en distinguir entre trabajo, ocio (pagado) y tiempo libre. Porque salir al parque, por ejemplo, también es ocio. Es decir, hay múltiples opciones de ocio que se pueden realizar sin pagar por ello. Pero sí es cierto que es importante la creación de redes de ocio de proximidad, que algunos ayuntamientos ya están haciendo”, resalta Álvarez Monzonzillo. “Y las empresas que se dedican al entretenimiento van a tener que ofrecernos más cosas que nos resulten interesantes, tendrán que idearlas”, añade.
De hecho, ya existen fondos europeos para el apoyo de la cultura que algunos municipios están destinando a actividades relacionadas con esta cuestión. Desde organizar conciertos o exposiciones por los municipios cercanos para animar a la población a relacionarse y moverse hasta a animar a los urbanitas a salir al campo promoviendo rutas culturales.
Frente a este mundo personalizado y tecnológico que ofrecerá alternativas, están los cambios sociales que ya han provocado estos mundos digitales y que han llevado a una sociedad en la que reina cada vez más la soledad, se dedica tiempo a actividades en solitario y cada vez hay menos relaciones de proximidad. Algo que, según los expertos, va a potenciar aún más el desarrollo de la inteligencia artificial enfocada al hogar. Por ejemplo, con el uso de gafas de Realidad Virtual (RV) para ver la tele, para meternse dentro de un videojuego o para que el avatar viaje por cualquier parte y hable con otros avatares que a la vez son otras personas a las que en realidad no conocemos.
“Un ocio democrático y comunitario”
Es una incógnita, si, como sociedad, sabremos gestionar las estancias en esos mundos paralelos con reforzar las relaciones personales y las actividades diarias en la vida real. De ahí que la idea del fomento de las ofertas de ocio localizado o de proximidad puedan aportar mucho para lograr ese equilibrio futuro. San Salvador del Valle advierte de que “aunque las Administraciones ofrezcan ofertas de actividades en el ámbito local, no van a ser a ser suficiente, por lo que va a ser fundamental también, y sería muy positivo para todos, que se impliquen en ello también las empresas, sobre todos los pymes”.
El experto propone una especie de acuerdo social entre todos los agentes implicados en esta cuestión para garantizar un ocio accesible para todos. “El ocio del futuro lo iremos construyendo, con lo tecnológico desde luego, pero también dependerá de lo que los ciudadanos demanden y de que lo que se ofrezca sea democrático y comunitario”, resume.
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