Caminar puede ser la medicina más barata contra el dolor lumbar
En 2020 esta dolencia fue la principal causa de años vividos con discapacidad a nivel mundial
Según un artículo publicado en la revista Medicina de familia – SEMERGEN, se estima que entre el 60% y el 80% de las personas tendrá al menos un episodio de lumbalgia en su vida, un dolor lumbar que afecta anualmente a entre el 15% y el 20% de la población (y alcanza picos del 50% en las personas con actividad laboral). Los datos, aunque lo parezcan, no son para nada exagerados. El dolor lumbar, según un estudio, fue en 2020 la principal causa de años vividos con discapacidad a nivel mundial; y un problema habitual es la recurrencia de estos dolores, ya que más de dos tercios de las personas afectadas por ellos recaen dentro del año posterior a la recuperación.
Cómo evitar esa recurrencia lleva años siendo objeto de investigación. Una máxima parece clara: al contrario de lo que muchas veces se suele creer, el reposo no es una solución. “Hoy se sabe que el reposo no solo no mejora el dolor lumbar, sino que lo empeora”, afirma Sara Laxe, médica rehabilitadora y directora del Comité Científico de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF). En ese sentido, un estudio reciente publicado en The Lancet con resultados de adultos con antecedentes de dolor lumbar ha concluido que una rutina regular de caminata puede ser muy eficaz para prevenir la recurrencia del dolor de espalda. De hecho, las personas que seguían esta rutina tras un episodio de lumbalgia tardaban más en recaer en otro episodio (208 días) que aquellas que no caminaban (112 días).
“Nuestra intervención redujo el riesgo de recurrencia del dolor lumbar que limitaba la actividad diaria en un 28%, mientras que la recurrencia del dolor lumbar que llevó a los participantes a buscar atención de un profesional de la salud disminuyó en un 43% en comparación con el grupo control”, explica a EL PAÍS Simon French, profesor del Departamento de Quiropráctica de la Universidad Macquarie (Sídney, Australia).
El coautor del estudio señala que, hasta la fecha, solo un pequeño número de estudios habían examinado la relación entre ejercicio y recurrencia del dolor lumbar, pero apunta que estas investigaciones se habían centrado principalmente en ejercicios complejos y grupales que se centran en una combinación de fortalecimiento y mejora de la resistencia y flexibilidad de la columna. “Esto los vuelve menos factibles para los pacientes y, para que el ejercicio sea eficaz en la prevención a largo plazo, creemos que las personas deben realizar el ejercicio de manera constante. Nosotros consideramos que caminar es una alternativa simple, de bajo costo y en gran medida accesible”, añade.
Para Arturo Such, vocal de la Sociedad Española de Fisioterapia y Dolor (SEFID), los resultados del estudio van “en la línea” de la evidencia actual, que muestra una relación positiva entre la actividad física y el estado de salud. Aunque según el experto, en términos generales, no parece existir una gran diferencia en cuanto al tipo de ejercicios y sus efectos sobre el dolor, “teniendo en cuenta que el componente motivacional es importante, andar es una actividad interesante para aquellos pacientes a los que ya les gusta caminar. Es barato, sencillo y puede convertirse en una actividad social si se camina en grupo”.
Caminar está bien, pero no es suficiente
Según Simon French, los beneficios de caminar para prevenir la recurrencia del dolor lumbar podrían derivarse “de los movimientos suaves, la carga y el fortalecimiento de las estructuras y músculos de la columna, y la relajación y el alivio del estrés que proporciona la liberación de endorfinas derivada del ejercicio físico”. El autor del estudio, en todo caso, destaca la importancia de diseñar programas de caminata personalizados y que sean “realistas, alcanzables y agradables” para cada paciente. En la investigación, de hecho, la rutina personalizada de caminar se acompañó de una intervención educativa ofrecida por un fisioterapeuta que tenía como objetivo brindar a las personas una mejor comprensión del dolor y reducir el miedo asociado con el ejercicio y el movimiento. “Es difícil determinar cuál de estos elementos contribuyó más a prevenir el dolor lumbar, pero probablemente sea una combinación de todos ellos”, sugiere French, que reconoce que, aunque caminar puede ser el tratamiento “más accesible” para la prevención del dolor lumbar, “es cierto que no es una cura”.
“Con la marcha no se influye en gran medida sobre todas las vías metabólicas o fibras musculares. Es una actividad fantástica, sí, pero puede complementarse con un programa de ejercicios contra resistencia”, añade al respecto Such. “Evidentemente, caminar no es la pócima mágica”, coincide Sara Laxe. Para la coordinadora de Investigación e Innovación del Instituto Clínic de Especialidades Médicas y Quirúrgicas (ICEMEQ) del Hospital Clínic de Barcelona, no hay más pócima mágica que “hacer ejercicio físico de tres a cuatro veces por semana” integrando entrenamiento de fuerza, resistencia y aeróbico, y trabajando al menos todos los grupos grandes de músculos (deltoides, bíceps, abdomen, erectores de espalda, glúteos y cuádriceps) para tener una buena musculatura. “Lamentablemente, en el mundo en el que vivimos, la mayoría de los pacientes a los que les hago estas recomendaciones no tienen tiempo y algunos también tienen vicisitudes económicas que incrementan el estrés y empeoran el dolor”, lamenta Laxe, que no quiere cargar toda la responsabilidad del dolor sobre los pacientes, ya que muchas veces estos “tienen poca capacidad para manejar las causas que le han llevado a ese dolor”.
La importancia de los ejercicios de fuerza y resistencia para complementar las caminatas, según la portavoz de la SERMEF, tienen su justificación en el hecho de que cada vez hay mayor evidencia de que en una parte de las personas que sufren dolores de espalda, estos dolores se deben a la debilidad de los músculos erectores de la espalda. “Es cierto que hay algunos pacientes que cuando caminan les duele la espalda. Esto es muy habitual en los pacientes que tienen estenosis de canal, que es una patología que ocurre más habitualmente en personas más mayores y que significa que el espacio por dónde va la médula y la parte final de la médula se estrecha. Pero también suelen quejarse de dolor de espalda aquellos pacientes con una debilidad en la musculatura extensora de la espalda, de los glúteos, del abdomen, que condiciona una mala biomecánica articular”, señala Laxe, que explica que cuando se camina, si el abdomen y los glúteos “no ponen firme” la columna vertebral, los músculos de las lumbares y los erectores de la espalda “se ven obligados a trabajar más y, si además no están muy entrenados, sufrirán más y ocasionarán más dolor”.
Para la experta, cómo los factores que influyen en el dolor pueden ser de índole muy diversa, el abordaje del dolor debe atender a esa diversidad. También, según Arturo Such, a las peculiaridades de cada paciente. “Algunos pacientes con dolor necesitan actividades más lúdicas, mientras otros necesitan ejercicios específicos, así que parece más importante reconocer los pacientes que pueden beneficiarse de un tratamiento u otro. Por este motivo, es importante un asesoramiento profesional en cuanto a la actividad y las pautas de automanejo para posibles episodios futuros”, concluye.
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