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Patricia Conde da la cara

Atraviesa un momento decisivo en su carrera y en su vida personal: estrena programa de televisión en Cuatro, película en junio y publica un libro en breve. Hablamos con una presentadora incombustible, en la pantalla y fuera de ella.

Patricia Conde

Es una curiosa mezcla de timidez y soltura, de seriedad y humor. Patricia Conde (Valladolid, 1979) está encantada con los vestidos de Dolce & Gabbana, los tocados de plumas y las transparencias de los trajes de Proenza Schouler.

Durante la sesión de fotos en un estudio de Madrid casi no se pronuncia; es únicamente a solas, en un rincón del mismo local, cuando la presentadora de televisión se desmelena y nos confiesa su debilidad por los sombreros, las ampollas de efecto flash y el cine romántico. Sobre su vida privada y su reciente separación de Carlos Seguí, su marido y padre de su hijo Lucas, prefiere no hablar. «El problema de salir en televisión en este país es que estás muy expuesto. Pero las ventajas de este formato compensan los inconvenientes», admite.

Vestido de punto de seda de Proenza Schouler (2.900 €) y sombrero de Maison Michel (475 €).

Sergi Pons

Los 30 suelen coincidir con una nueva etapa. En su caso también: proyectos interesantes y nueva vida. ¿Cómo la encara?

Se dice que a partir de los 30 toca elegir entre tener novio o criterio [risas]. Pero los tiempos han cambiado. Ahora ese periodo coincide con los 40. Yo no me puedo quejar: este último año me han salido proyectos en cine, publicidad, televisión… Además, publicaré un libro pronto con la editorial Planeta.

En breve volverá a la parrilla con un programa nuevo y a la gran pantalla con una comedia romántica.

Me estreno en Cuatro con Ciento y la madre, un espacio donde se podrán gastar bromas a los jefes, novios, amigos… El sábado pasado fue la premier de Pancho en el Festival de Málaga [6 de junio en toda España], un filme de aventuras con un perro como protagonista.

¿Por qué es tan importante la ironía? 

Quien tiene sentido del humor, tiene salud mental. Y cordura. Reírte de tu sombra es un lujo y un arma poderosa, nos salva la vida. Me viene de familia, en casa nos hemos reído mucho. De niña, ya apuntaba chistes en un cuaderno que sacaba a escondidas en las cenas para poder contárselos a mis amigos. Hay algo muy bonito, generoso y reconfortante en hacer reír a los demás.

Pamela bordada de plumas y terciopelo de Laurence Bossion (780 €), collares de perlas de la línea Pearls of art de Chanel (1.090 €), cadena de perlas australianas de Suárez (c. p. v.) y collar Ziegfeld de Tiffany & Co. (960 €).

Sergi Pons

Su blog está trufado de anécdotas graciosas.

Me gusta ironizar experiencias frustrantes; como cuando nos queremos dar de baja en un servicio telefónico o cuando vamos al aeropuerto y toca desnudarse y dejar tu vida en una bandeja azul.

Otro de sus temas recurrentes en la bitácora es la belleza. Analiza ingredientes, fórmulas, tratamientos…

Podría hacer posts sencillos y subir fotos de mis estilismos. Pero siempre he dicho que si no me dedicara a esto, sería psicóloga. Me fascina el comportamiento humano. No me sale escribir «qué guay es esta falda», necesito ir más allá, indagar sobre la perspectiva social de la prenda. Además, este sector está masificado. Sobran las páginas de street style, con los famosos outfits, que son loslooks de toda la vida. Además, tengo una extraña relación de amor odio con la moda. Me encanta, pero a veces me espanta.

¿De dónde viene su pasión por la cosmética? 

Me gusta comentar sobre cremas y maquillaje. No puedo vivir sin las ampollas de efecto flash y tratamiento de farmacia, ni sin las BB creams. Huyo de las pieles cargadas de polvos, se quedan acartonadas. Cuando me pinto, solo insisto en la mirada: ojo ahumado a lo Brigitte Bardot y pestañas con mucha máscara.

¿Cree en los resultados de la cosmética? 

Sí, tengo fe en los beneficios de las fórmulas. La cirugía me da miedo; es ir a sacarme sangre y lloro. Basta dar un paso en falso con el bótox para que la expresión cambie. Si puedo mantener mi aspecto con tratamientos no invasivos, mejor.

Levita de Emporio Armani (330 €), sujetador de satén de Oysho (16,99 €) y sombrero de Laurence Bossion (470 €).

Sergi Pons

Parece que lo está logrando. Y eso que usted empezó muy joven y reír tanto, dicen, provoca arrugas.

Está a punto de cumplir 15 años en el sector. Cierto. Con 19 años me quedé encerrada en un plató de Telecinco, mientras mis amigas salían, se iban de Erasmus… Yo pensaba: «Esto está muy bien, pero es muy sacrificado». ¿Pero qué le iba a hacer? Con ocho años ya les decía a mis padres que quería ser como Martes y Trece, pero con tacones y vestido.

Le ha dado tiempo a hacer programas de humor, cine, teatro y moda. En 2009, lanzó una línea atemporal, Patricia Conde Collection, y más tarde otra de camisetas. ¿Disfrutó de la experiencia?

Mucho, pero fue agotadora. No paraba de hacer ilustraciones de las prendas que quería producir. Me obsesiona el patrón, si el diseño se ciñe donde debe, si aprieta en su justa medida. El corte delata: la mano de un buen modisto se nota en la silueta. Un vestido debe quedar como un guante.

¿Por qué no ha lanzado otra?

No lo descarto, pero la colección no es una obligación; lo haré cuando me apetezca. El problema es que el día tiene 24 horas y la semana, siete días. Esta colección se fabrica en la India. Durante todo el proceso, estuve viajando a Nueva Delhi sin parar porque este proyecto es una manera de devolverle a la vida lo que me ha regalado. Mi objetivo era dar trabajo a mujeres en un país en vías de desarrollo y ayudarlas a salir adelante.

Vestido de seda de Dolce & Gabbana (1.350 €) y tocado de Laurence Bossion (290 €).

Sergi Pons

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