Carlos Lozano todavía no sabe lo que es el feminismo (y ya estamos en 2019)
“Basta ya de que la mujer le pueda decir de todo al hombre y el hombre nada a la mujer. No al feminismo y no al machismo”, ha dicho Lozano en directo sin que nadie le replicara.
Carlos Lozano intentó dar anoche una lección de igualdad en la gala de Supervivientes: Conexión Honduras y le quedó un alegato que podría haber firmado una persona que vive en otro planeta o que simplemente todavía no ha entendido qué es el feminismo. El presentador acababa de ser expulsado de la isla y regresó al plató de Telecinco para hacer un repaso de su concurso. Curiosamente, los vídeos que le mostraron estaban centrados en sus discusiones con sus compañeras de los Cayos Cochinos, algo que le puso un poco nervioso: “Nos tenemos que acostumbrar a que no haya género. En los maltratos sí, pero cuando discutimos no”.
Y para cerrar su discurso añadió esta perla: “Basta ya de que la mujer le pueda decir de todo al hombre y el hombre nada a la mujer. No al feminismo y no al machismo”, recordándonos que la malinterpretación de la definición sigue utilizándose a conveniencia y, en este caso, con el más absoluto respaldo de presentador, colaboradores y público. Si estamos viviendo el momento más potente de nuestra historia en cuanto a activismo feminista y al alcance de su mensaje liberatorio, ¿cómo es posible que un programa que nutre a millones de personas con galas tres veces por semana sea incapaz de rebatir y recriminar ese dato falso?
No debería sorprendernos nada de una cadena que dejó pasar otro momento vergonzoso en la pasada edición de GH VIP 6, donde Miriam Saavedra sufrió un acoso desmedido por parte de sus compañeros en la casa de Guadalix, con comentarios como “Yo le colgaría un cartel de ‘Felaciones a 5 euros’”, ante la inacción de la organización del programa. El ejemplo más sangrante nos remite a cuando Omar Montes (ahora niño mimado de Supervivientes 2019) instó a Asraf a aprovecharse sexualmente de Miriam cuando se encontraba visiblemente borracha (“Túmbate con ella, gilipollas, que ella quiere”), y el programa no solo no le expulsó sino que dejó en manos de la audiencia su nominación como si ellos no tuvieran una responsabilidad social. El público, eso sí, cumplió con creces y se generó un revuelo en redes proporcional a la barbaridad que acabábamos de presenciar.
Telecinco ha tenido decenas de oportunidades para mostrar músculo, demostrar su supuesto compromiso y afianzar ese avance social en el que nos encontramos inmersas las mujeres. En los meses que rodearon aquel episodio negro de Omar, salimos en masa a la calle contra la sentencia de La Manada e hicimos historia en un 8M cada vez más abarrotado. Sería especialmente relevante que ese mensaje feminista lo legitimara y normalizara una cadena que reúne la mayoría del share en cada gala.
Los realities y los talent están atrayendo a un público cada vez más joven y comprometido gracias a la revisión que se está llevando a cabo desde la crítica sociocultural sobre el clasismo de considerar inferiores a los espectadores de determinados formatos. La idea esnob (y machista) de pensar que la audiencia de los realities es exclusivamente femenina, de clase obrera y que está relegada a las amas de casa –como si serlo fuera de entrada algo de lo que avergonzarse– está quedando atrás. Pero Mediaset demuestra una y otra vez que no está a la altura de la sociedad en la que nos hemos convertido.
Parece mentira que tengamos que remontarnos a 2012 para encontrar un momento abiertamente crítico, cuando Mercedes Milá soltó su famoso discurso en Gran Hermano 12+1 ante el concursante Cristian Villaescusa, que la llamó feminista como si fuera un insulto y, como hizo anoche Carlos Lozano, hablaba del movimiento como “lo contrario del machismo”. Milá respondió contundente: «¡Sí, gracias a Dios soy feminista desde que nací! Pero no seáis ignorantes. En el diccionario de la Real Academia: feminismo, una lucha para conseguir que los hombres y las mujeres tengamos los mismos derechos. Machismo: el abuso del hombre sobre la mujer”. Hace siete años de esta condena en prime time, cuando todavía no llenábamos ciudades con los “hermana, yo sí te creo” y el público necesita que la televisión se sume al ritmo social. El machismo no es un salseo más. Muchas vidas dependen de una confrontación explícita desde todos los frentes y los espectadores seguiremos exigiéndola. No parece una idea muy inteligente mantenerse al margen de la mayor revolución que hemos vivido como sociedad en los últimos años.
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