"La protección, si existe, es sólo parcial"
Vicente Soriano, segundo especialista más influyente en el mundo sobre sida, comenta el ensayo de la vacuna
"En ausencia de datos que avalen que la diferencia entre la exposición a prácticas de riesgo entre los dos grupos de voluntarios es nula (uno recibió la vacuna y otro placebo), los datos obtenidos subrayan que la protección de la vacuna, si es que existe, es sólo parcial". Esta es la idea clave que se le ocurre a Vicente Soriano sobre la noticia del último logro contra el sida: una vacuna que en un ensayo realizado en Tailandia demostró una protección del 31%.
Soriano es médico del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Carlos III de Madrid y es el segundo en la clasificación mundial por impacto científico en VIH, sólo por detrás de Anthoni Fauci, de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, el equivalente al Ministerio de Sanidad) de EE UU. El impacto científico mide la repercusión de los artículos de un investigador (cuántos publica, dónde y, sobre todo, cuántos otros lo citan como una de las fuentes de su trabajo).
"Respetando el magnífico trabajo que han realizado los científicos tailandeses y americanos, y sin ánimo de promover escepticismo, en mi opinión los resultados no son tan esperanzadores como podría desprenderse de una primera lectura", afirma Soriano. El estudio realizado con la nueva estrategia de vacunación experimental, que combina una vacuna que desencadena una respuesta inmune celular y otra que despierta una respuesta inmune humoral (anticuerpos), se inició en 2003. Un total de 16.402 voluntarios (hombres y mujeres de entre 18 y 30 años) fueron reclutados en el estudio. A la mitad de los voluntarios se les aplicó la vacunación y, a la otra mitad, placebo. Los resultados, cinco años después, dicen que, de las personas que recibieron placebo se infectaron 74, mientras que en el grupo de la vacuna lo hicieron 51.
Según Soriano, dada la complejidad de la evaluación de la eficacia de una vacuna para evitar la transmisión del VIH, "estos resultados preliminares deben ser interpretados con mucha cautela, pues las diferencias entre los dos grupos (51 infectados en el grupo de la vacuna y 74 en el del placebo) podrían deberse a otras razones, como la mayor o menor exposición de los miembros de cada grupo a prácticas de riesgo. Esto, aunque se haga un buen seguimiento de los voluntarios, es muy difícil de evaluar. En este sentido, la diferencia en la proporción de contagios es sólo marginalmente significativa".
El especialista señala que "es extraño que el nivel de viremia en las personas que se infectaron en los dos grupos no difiera en absoluto. Si la vacunación hubiera ocasionado cierta protección, sería esperable que los vacunados que se infectaron tuvieran niveles de viremia [la llamada carga viral] más bajos, y no fue así. Además, está por ver si la eficacia de una vacuna que podría ejercer un cierto beneficio frente al subtipo E del VIH-1, que es el más frecuente en Tailandia, también lo es frente a otras variantes del VIH, por ejemplo, el subtipo B, que es el predominante en la Unión Europea y Norteamérica. A la espera de los detalles del estudio, que se facilitarán a finales de octubre en París, mi impresión es que el interés y la esperanza despertados tras comunicarse los resultados preliminares se aplacarán".
Por último, Soriano añade que "las vacunas contra el sida que se han probado hasta ahora no han demostrado ninguna eficacia en humanos. Es de algún modo sorprendente que, utilizando variantes de lo probado hasta este momento, se comunique ahora que pueden ser beneficiosas. En cualquier caso, ojalá fuera así y las esperanzas suscitadas se confirmen".
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