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La justicia holandesa pone freno al donante de semen de los 550 hijos

Los jueces han impuesto medidas cautelares que ordenan a Jonathan M. que cese en su actividad, tras la denuncia de una madre a la que aseguró que no sería padre de 25 pequeños

Jonathan Jacob Meijer
Jonathan Jacob Meijer, en una captura de su canal de Youtube.
Isabel Ferrer

Jonathan M., de 41 años, el donante holandés de semen al que se le atribuyen hasta 550 hijos dentro y fuera de Países Bajos, también en España, debe poner fin a su actividad con carácter inmediato. Si persiste, se expone a una multa de 100.000 euros por cada nueva donación. Así lo ha ordenado un juzgado de primera instancia de La Haya, que ha dictado este viernes medidas cautelares en virtud de la demanda interpuesta por una de las madres que tuvo descendencia con ayuda de M. Él la engañó diciendo que no pensaba tener más de 25 hijos, el límite que fija la normativa vigente. El fallo prohíbe a su vez que el demandado se anuncie en Internet y que colabore con futuros padres en busca de un hijo. De hacerlo, será sancionado. Además, debe informar a la corte si ha hecho donaciones a través de otros centros en el extranjero. Es la primera vez que los tribunales abordan un caso de esta índole.

Los jueces han ordenado asimismo la destrucción de las muestras de semen almacenadas en estos momentos en las clínicas de fertilidad, a excepción de las reservadas para familias que ya tengan un hijo suyo y deseen darle un hermano. El caso de Jonathan M. ha llegado ante la justicia holandesa después de que tanto una madre —que se hace llamar Eva— como la fundación Donorkind lo demandaran por poner en peligro la salud mental y física de los hijos nacidos de su semen. “Pedí al donante que respetase nuestros intereses porque los niños necesitan sosiego y me siento respaldada por la corte. Espero que este fallo acabe con las donaciones masivas de semen y se propague a otros países”. Esther de Lau, miembro de la directiva de Donorkind, que pone en contacto a estos descendientes, espera ahora que el ministerio de Sanidad ponga en marcha un registro central de donantes de semen “para todos, ya lo hagan a través de clínicas o bien de forma privada”.

La fundación ha subrayado el riesgo de incesto o endogamia derivados de la donación masiva e incontrolada de semen. De ahí que su reclamación recalcase el interés del menor. Jonathan M. ha acudido al menos a 13 clínicas holandesas y ha ofrecido sus servicios a escala internacional a través de Internet y diversas plataformas digitales. El propio donante calcula que puede tener al menos 550 hijos, y asegura que su enfoque es novedoso. “No creo en la evolución, sino en la creación”, declaró en abril, durante el juicio rápido que lo llevó ante la justicia. Cuando los jueces le preguntaron si había evaluado el dolor que podía causar a tantos niños, y la imposibilidad de que establecieran lazos fraternos, respondió: “Eso depende de los padres. Estamos ante un nuevo concepto, y depende de nosotros, los adultos, darle forma”. Tanto la madre como Donorkind calificaron su acción de “extraño experimento social que debe concluir de inmediato”. En su defensa, el donante lamentó ser presentado como “un toro rabioso con afán reproductor”, y alegó que las personas tienen el control sobre sus cuerpos. De este modo, imponerle un veto equivaldría a “un intento de castración química”, en palabras de su abogado, Richard van der Zwan.

Según las normas holandesas vigentes, un mismo donante puede tener 25 hijos como máximo, o bien ayudar a 12 familias

La situación era conocida desde 2017, porque la Asociación Holandesa de Ginecólogos y Obstetras advirtió de que tenía ya 102 hijos con la mediación, entonces, de 11 clínicas. Según las normas holandesas vigentes, un mismo donante puede tener 25 hijos como máximo, o bien ayudar a 12 familias. Como las que eligen esta vía suelen tener uno o dos hijos, la cifra final de descendencia es más o menos la misma. El demandado había asegurado que ya no estaba activo desde 2019, pero el tribunal ha dictado de todos modos la batería de prohibiciones “a la vista de las mentiras vertidas con anterioridad y con frecuencia”. “Jonathan M. engañó deliberadamente a los futuros padres acerca del número de hijos que tenía y los indujo a aceptarlo como donante”, señala la sentencia. “Todos estos progenitores se encuentran ahora con que forman parte de una enorme red de parentesco que no han elegido, y ello tiene consecuencias psicosociales negativas”, concluyen.

Las donaciones anónimas de semen están prohibidas desde 2004 en Países Bajos. Existe un registro nacional con información médica sobre el donante que pueda ser relevante para sus hijos, además de su nombre y apellido, fecha de nacimiento y lugar de residencia. Sin embargo, las clínicas de fertilidad no comparten entre ellas estos datos, y por eso Jonathan M. ha seguido en activo tanto tiempo. A partir de los 16 años, los hijos pueden consultar este listado, que se conserva durante 80 años. La Convención Internacional de los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1989, y en vigor desde 1990, señala que todos tienen derecho, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres.

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