Google Nest Doorbell, a prueba: el timbre inalámbrico de Google que identifica personas, animales y paquetes
El aparato permite contestar cuando llaman a la puerta aunque no se esté en casa
“Hola, ahora mismo no podemos abrir la puerta pero sabemos que te has pasado por aquí”. Es uno de los mensajes que puede pronunciar el asistente de Google integrado en el Nest Doorbell, un timbre de la compañía de Mountain View que funciona con batería. El dispositivo, que está disponible en color blanco por 199,99 euros, permite al propietario ver en cualquier momento quién está en la puerta, hablar con él, ordenar al asistente que reproduzca un mensaje predeterminado o recibir alertas si el sistema identifica una persona, un paquete o incluso un animal.
Para utilizar Nest Doorbell, es necesario tener wifi y una cuenta de Google. El primer paso a la hora de configurar el timbre es conectarlo a la corriente y descargar en el smartphone —u otro dispositivo— la aplicación Google Home. Una vez instalada, hay que pulsar en “configurar un dispositivo nuevo” y escoger la opción “timbre”. La app pide escanear el código QR que se encuentra en la parte trasera del Google Nest Doorbell. También solicita información sobre el lugar en el que estará el dispositivo y sugiere algunas ubicaciones como la entrada, el jardín delantero o el jardín trasero.
El usuario puede escoger entre dos opciones distintas: conectar el Nest Doorbell con cables al sistema de timbre de casa o utilizarlo sin cables gracias a la batería recargable que incorpora el aparato. Si se elige la primera opción, sería necesario comprobar antes que el sistema del hogar es compatible con el dispositivo y puede suministrarle la batería necesaria. En caso contrario, el Nest Doorbell lleva una batería que simplifica bastante su puesta en marcha. En la prueba realizada por este periódico, se ha escogido esta última opción. El proceso completo para instalar el timbre ha llevado aproximadamente unos 15 minutos.
La compañía de Mountain View muestra a través de un vídeo cómo fijar el dispositivo junto a cualquier puerta con ayuda de una broca, un lápiz, un destornillador de estrella o un taladro. La cámara del Nest Doorbell, de 1,3 megapíxeles, está pensada para ir en la parte superior y el botón, en la inferior Lo más recomendable, según indica Google, es situar el aparato a 1,2 metros por encima del suelo. Esta ubicación es la idónea para ver a través de la cámara tanto personas como paquetes. También habría que dejar un espacio de 5,5 centímetros por encima del timbre para poder desengancharlo.
Una vez conectado, el usuario puede consultar en cualquier momento qué se ve a través de la cámara. Basta con entrar a la aplicación de Google Home. La imagen resulta bastante nítida tanto de día como de noche y ofrece un buen campo de visión. La relación de aspecto 3:4 permite ver imágenes de personas de cuerpo entero o de los paquetes en el suelo. De día destacan los colores realistas. En la oscuridad, el aparato utiliza visión nocturna por infrarrojos y muestra una imagen en blanco y negro que mantiene un buen nivel de detalle.
Cuando una persona llama al timbre, el aviso suena a través de los altavoces inteligentes de Google que se tengan en el hogar y también llega una notificación al smartphone. Al pulsar en este aviso, es posible visualizar en la pantalla del móvil quién está en la puerta y hablar con él gracias a un micrófono y un altavoz incorporados en el Nest Doorbell. Si no se tienen altavoces inteligentes en casa y se opta por no conectar el timbre con cableado, el aviso que se recibe a través de una notificación en el móvil puede resultar insuficiente.
Respuestas rápidas y alertas inteligentes
El usuario también puede escoger entre algunas respuestas rápidas que pronunciará el asistente si, por ejemplo, no puede acercarse a la puerta o está fuera de casa. Por ejemplo, “espera, voy en un segundo”, “hola, ahora mismo no podemos abrir la puerta pero sabemos que te has pasado por aquí” o, en el caso de que la persona en cuestión traiga un paquete, “hola, puedes dejarlo ahí, gracias”.
El propietario también puede silenciar el timbre durante un tiempo determinado o grabar hasta tres horas de vídeo de forma gratuita. Con una suscripción de 10 euros al mes, es posible guardar grabaciones de hasta 60 días. Si falla el suministro eléctrico o se va el wifi, el Nest Doorbell dispone de una memoria local que, según Google, sirve para almacenar hasta una hora de vídeo de manera local.
Una de las funciones más interesantes del Nest Doorbell son las llamadas “alertas inteligentes”. El sistema es capaz de detectar si tienen delante personas, vehículos, paquetes y animales. Al consultar en una pestaña llamada “historial de la casa” es posible ver en qué momento el timbre ha identificado a cualquiera de estos sujetos y visualizar el fragmento de vídeo en cuestión. Google asegura que el sistema ha sido entrenado con 40 millones de imágenes para acomodar diferentes ajustes, como las condiciones lumínicas.
Además, el usuario puede activar una función llamada “detección de caras conocidas” para que el sistema identifique mediante reconocimiento facial a determinadas personas y le envíe una notificación. “Utiliza esta función de acuerdo con la legislación vigente. Según donde vivas, es posible que tengas que obtener el permiso de las personas que visiten tu casa”, advierte Google.
Samuel Parra, jurista especializado en protección de datos, recuerda que en España el tratamiento de datos personales biométricos está protegido y sólo se puede realizar si se cumplen determinados requisitos. Si el timbre está en la puerta de casa y el sistema de reconocimiento facial de la mirilla realiza una identificación biométrica de la persona que está llamando, “será necesario que el propietario del inmueble sea capaz de encajar ese tratamiento de datos en alguna de las bases de legitimación del artículo 9 del Reglamento General de Protección Datos y del artículo 6 de la misma normativa”. “Si superamos estos dos requisitos, habrá que justificar que la medida era necesaria, idónea y proporcional, algo que a mi juicio sería complicado de justificar”, indica.
Una cámara de videovigilancia
El Nest Doorbell es sólo un ejemplo de la apuesta de Google por intentar entrar en el sector de la vigilancia en el hogar. La compañía de Mountain View también acaba de lanzar Nest Cam, su primera cámara de vigilancia alimentada con batería. Este aparato, pensado tanto para interiores como para exteriores, cuesta 199,99 euros y funciona de forma similar al Nest Doorbell. Al igual que el timbre, puede identificar personas, vehículos y animales y enviar alertas si el usuario lo establece.
La cámara también se controla desde la aplicación Google Home. La calidad del vídeo es buena tanto en ambientes con luz como en lugares poco luminosos. Los periodos en los que la cámara graba vídeo se pueden personalizar y el sistema sirve para almacenar hasta tres horas de grabación de forma gratuita. La Nest Cam también puede ser instalada con cables o sin ellos, ya que cuenta con una batería recargable.
¿Un peligro para nuestra privacidad?
Google sabe todo lo que un usuario compra por Internet, los lugares que visita, las apps que utiliza e incluso el porno que ve. Meter al gigante tecnológico también dentro del hogar puede suscitar cierto recelo. Algunos expertos en protección de datos alertan de los riesgos de introducir dispositivos conectados en casa. La compañía de Mountain View asegura que “los datos de tu cámara están encriptados y tu privacidad se mantiene a salvo mediante la verificación en dos pasos y la seguridad que aporta tu cuenta de Google”.
Además, a la hora de utilizar una cámara —tanto en interiores como en exteriores—, puede entrar en juego también la privacidad de otras personas. Google insiste en que cuando la cámara de estos dispositivos está grabando, se indica con una luz. “Usted controla dónde coloca sus cámaras o timbre de video, y es responsable de asegurarse de que los está usando correctamente”, indica Google. En su página web, el gigante tecnológico da algunos consejos para “respetar la privacidad de los demás”. Por ejemplo, recomienda evitar grabar vías públicas, la propiedad privada del vecino o lugares como baños o dormitorios a menos que se cuente con un permiso específico para hacerlo.
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