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La trifulca en redes por la dana resucita a Franco y el bulo de las presas demolidas

Agitadores de extrema derecha se apresuraron a culpar de las riadas al Gobierno por destruir diques, un recurso habitual para minimizar la emergencia climática

Obras de demolición de un azud en Bellús (Valencia).
Obras de demolición de un azud en Bellús (Valencia).Confederación Hidrográfica del Júcar
Javier Salas

Un evento tan brutal como la dana que arrasó la Comunidad Valenciana la noche del martes genera siempre dos fenómenos incómodos en redes: la desinformación y la gresca política. Por un lado, personas malintencionadas comienzan a difundir bulos que “provocan problemas de orden público”, como denunció el inspector jefe de los Bomberos de Valencia. Por otro, los usuarios más oportunistas tratan de arrimar el ascua a su sardina o, mejor dicho, tirársela a la cara al bando contrario. La gente de izquierda culpó al presidente valenciano, Carlos Mazón, por eliminar la Unidad de Emergencias Valenciana, que era solo un papel cuando suspendió su puesta en marcha: el organismo fue creado en febrero de 2023, por Ximo Puig, pero no llegó a funcionar.

Mientras muchos usaban las redes para pedir ayuda o prestar servicio público de forma modélica, los más ruidosos se dejaban llevar por la polarización. Un intercambio de tuits en respuesta a un mensaje de Mazón resume lo sucedido en redes en las primeras horas. “Menuda idea la de quitar la Unidad de Emergencias Valenciana eh campeón”, le dijo una usuaria al presidente. Y a ella le respondieron: “Menuda idea quitar presas, eh campeona?”. Mensaje oficial seguido del pimpampum político.

Los agitadores de extrema derecha tenían claro su objetivo: las presas. Y un héroe: Francisco Franco. Desde que comenzó a ser evidente que la dana tendría graves consecuencias, cuentas habituales de la desinformación reaccionaria apuntaron al culpable: los cientos de presas levantadas por el dictador para proteger a la población las habría demolido “el régimen actual con la excusa ecologista”, según la cuenta de bulos ultras Capitán Bitcoin. Y añadía, resumiendo el argumentario: “Somos un país líder en esta locura [tirar presas]. Pero ahora dirán que los muertos y destrozos son por el cambio climático. Escoria”.

Derruir presas no ha tenido nada que ver, pero uno de los primeros en denunciar esta culpabilidad en la medianoche del martes al miércoles fue Samuel Vázquez, portavoz de Interior de Vox, con un “malditos sinvergüenzas” y un pantallazo de una noticia de Rtve.es de 2022 que decía: “España se ha convertido en un referente en la demolición de presas”. “Malnacidos los que presumen de demoler presas y embalses que hubieran servido para aliviar las consecuencias de esta catástrofe”, decía Vito Quiles, provocador de políticos en el Congreso. “La Agenda 20230 mata”, acusaba otra cuenta ultra y una llamada Capitana España acusaba: “Esto pasa cuando el gobierno destruye nuestras presas que estaban construidas justo para evitar estos desastres”. Las redes están llenas de mensajes en esta dirección: “leyes asesinas”, “pagaréis”, “los muertos pesan en vuestra alma”… Los pantallazos de noticias sobre presas se podían reciclar: es un reclamo habitual para culpar a la falta de embalses de los efectos del cambio climático, para minimizar la crisis.

Webs de esta esfera ultraderechista, como La Gaceta, La Bandera, El Debate o Mediterráneo Digital, han publicado varios temas siguiendo la estela de los agitadores. Pero lo que más éxito tuvo fue un mapa, compartido por la cuenta DerFekka, con este texto: “¿Cincuenta y un muertos en Valencia, y la izquierda no tiene nada que ver con ello? Pensaba yo extrañada esta mañana, hasta que he visto el mapa del plan de derribo de presas de Chimo Puig para la Comunidad Valenciana”. El mismo mapa lo han compartido más tarde agitadores como el eurodiputado Alvise Pérez (“han destrozado barreras que precisamente evitaban el desastre que hemos sufrido”), como si se tratara de la prueba definitiva del crimen socialista, ya que se ven unos cuantos puntos sobre las provincias afectadas por la dana y la leyenda “actuaciones de restauración fluvial”.

Lo primero es que el plano no es de Puig, sino de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), organismo autónomo del Ministerio para la Transición Ecológica. Pero lo más llamativo es que la supuesta pistola humeante es todo lo contrario: al mirar bien el mapa, queda claro que solo hay tres demoliciones en Valencia en las últimas dos décadas y se trata de azudes, pequeñas barreras de unos pocos metros (la mayoría menos de 2) para desviar cauces.

Consultado por EL PAÍS, el ministerio concreta: el azud de Molí de Malanya, en Bellús (Valencia), derribado en 2022 por la CHJ; el azud del Corindón en 2017 (en el cauce del Turia), con una altura de 1,50 metros; y cuatro azudes en la rambla de L’Algoder, tumbados en 2006. Los dos últimos casos ni siquiera los destruyó el Gobierno, sino que fueron “demolidos por las concesionarias, por extinción de concesión o por sancionadores”. Ninguno de los tres afecta a la zona de las inundaciones de esta semana y se retiraron porque además suponen un riesgo “durante inundaciones o avenidas porque aumenta la virulencia de las mismas”, según Transición Ecológica.

Pero las cifras falsas y deliberadamente confusas han circulado sin freno, convirtiendo en presas valencianas los cientos de azudes retirados por toda España en las últimas décadas. Ninguna presa se ha derribado en la Comunidad Valenciana recientemente, pero un tuit que detallaba (falsamente) los cuatro diques destruidos por el Gobierno ha ganado mucha visibilidad, incluso después de que lo borrara su creador, como pantallazo en otras redes.

Franquismo embalsado

“No es un milagro, es San Francisco Franco con excavadoras y mucho hormigón”, celebraba una cuenta en X. “El mejor gobernante que ha tenido España y que tendrá. Si Valencia no es hoy una laguna es por este plan”, decía otro sobre el dictador. “El ‘milagro’ se llama Franco”, reiteraba el usuario Arturo Villa, antes de narrar cómo el tirano decidió desviar el Turia para evitar crecidas como la que arrasó Valencia en 1957.

En las cuentas de X y Telegram de la extrema derecha, como la del agitador Bertrand Ndongo, se ha rescatado del archivo de RTVE el episodio del No-Do que celebraba la visita del “Generalísimo” a la ciudad tras la gran riada de aquel año, que mató a 87 personas. Se les olvida un detalle importante: Franco destituyó en 1958 al alcalde valenciano, Tomás Trénor Azcárraga, porque denunció que las ayudas nunca llegaron, y cuyas críticas agilizaron el plan que desvió el río.

Pero todo eso da igual: ya proliferaban los memes de brocha gorda. Franco aparece representado como un genio, un gran estadista, en contraposición a los actuales gobernantes. Estos memes enfrentan la seguridad y planificación de “la ‘malvada’ dictadura” y el desastre actual provocado por “la ‘sacrosanta’ democracia”, en una insinuación reaccionaria nada disimulada. El resumen es simple: la culpa es del Gobierno de Pedro Sánchez, el cambio climático no tiene nada que ver y con Franco vivíamos mejor.

Al dictador lo ha reivindicado hasta Iker Jiménez, presentador de Mediaset, en uno de sus improvisados directos de YouTube: “Luego decían que por qué Franco hacía tantos pantanos, pues menos mal”. Uno de los habituales tertulianos de Jiménez en sus programas, cargados de desinformación, es el coronel Pedro Baños, que también tiene su propio canal en plataformas de vídeos. Anoche tenía como invitada a Pilar Esquinas, que se presenta como experta en Derecho de Aguas, pero es la portavoz acostumbrada de los bulos sobre los embalses. Ahora, en su Telegram, Esquinas sugiere que el desastre lo ha provocado Marruecos por medio de un programa HAARP, un sofisticado sistema de geoingeniería para manipular el tiempo. Porque la desinformación, con unos pocos actores, no para de inventar, reciclar y retroalimentarse.

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Sobre la firma

Javier Salas
Jefe de sección de Ciencia, Tecnología y Salud y Bienestar. Cofundador de MATERIA, sección de ciencia de EL PAÍS, ejerce como periodista desde 2006. Antes, trabajó en Informativos Telecinco y el diario Público. En 2021 recibió el Premio Ortega y Gasset.
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