Inteligencia artificial y comedia del ayer para revivir a Eugenio en el siglo XXI
La técnica del ‘deep fake’ y el rescate de un formato de humor de antaño hacen posible la vuelta del humorista, fallecido en 2001, que renovó la manera de contar chistes en España
En el estudio de Globomedia en Madrid están esparcidos objetos que conforman la identidad del icónico comediante Eugenio Jofra. Como si de huellas se tratase, van apareciendo sus característicos vasos de tubo, el taburete con la mesa redonda con un cenicero y una jarra de vidrio en la que suele mezclar vodka con naranja. Incluso desde los pasillos es posible detectar esa voz ronca, con un marcado énfasis en las eles. Pero el hombre alto, barbudo, con un collar de crucifijo, de pelo amarañado, que hace uso de esos artilugios no es Eugenio (1941-2001). Es el imitador y humorista Raúl Pérez, quien presta su cuerpo y voz para que una Inteligencia Artificial traiga de vuelta a la vida al innovador comediante para el programa Eugenio solo hay uno, un homenaje que combina grabación y espectáculo en vivo, y que estará disponible desde el 30 de diciembre en Movistar Plus+.
La escena más difícil de grabar, cuenta el director del programa, Miguel Sánchez, ha sido la del “reencuentro” entre Eugenio y su hijo, Gerard, quien se dedica a mantener vivo el legado de su padre. Sánchez intenta dar forma a la secuencia: cuál de los dos tiene que acercarse primero para dar el abrazo, que si la forma de andar para el encuentro tiene que ser pausada, que si el imitador no puede moverse tanto para que no haya fallas con el reemplazo de rostro que se hace con la técnica del deep fake... “Estás volviendo a ver a tu padre después de 22 años”, motiva Sánchez a Gerard. Lo que podría parecer un momento incómodo, 10 días después es aplaudido y recibido con un “¡aw!” de ternura por el público del teatro Coliseum, donde se desarrolló la parte en vivo del programa con seis comediantes que cuentan varios chistes de Eugenio.
El formato del show recuerda a un género de comedia de antaño, cuando el humorista se enfrentaba al público con una artillería de chistes preparados, uno detrás de otro, con menos espacio para la improvisación. Chistes cortos, verdes en su mayoría, con una estructura bien definida, y del que Eugenio fue un renovador por la manera seria en que los contaba con pausas medidas y una cara fúnebre. “Funcionan como relojes suizos”, asegura Ernesto Sevilla, uno de los artistas escogidos para rendir el homenaje. “Es parte de una generación de cuentachistes que en la actualidad ha mutado hacia el monólogo, el stand-up, heredado del humor anglosajón. Los monologuistas siguen haciendo chistes, claro, pero los introducen en un discurso, como si estuvieran contando una historia o expresando una opinión”, detalla Sevilla, quien además de comediante es actor, con apariciones en películas como La navidad en sus manos y Cuerpo escombro.
Y es que Eugenio tenía una disciplina que no le permitía mezclar trabajo con opiniones personales. “No se metía en política a diferencia del humorista de hoy, que se posiciona y tiene un discurso propio, religioso, ideológico o político”, explica Sevilla. La peculiaridad con la que encaraba la comedia saltaba a la palestra con la formalidad con la que se enfrentaba al público desde el escenario. Vestido de negro, como si estuviese en un funeral, contaba los chistes con seriedad y sin apoyarse en muecas, trucos o el histrionismo. Esa personalidad austera y aséptica es muy similar al estilo de Sevilla: “Sus chistes me quedaron como un guante. Hacía monólogos de forma muy seria”.
La idea de Eugenio solo hay uno no era, sin embargo, que los comediantes hicieran una imitación de su estilo, sino que aportaran desde sus propias particularidades. “Los escogimos a ellos porque cada uno tiene un estilo peculiar, necesitaba la variedad que le aportaban cómicos de muy diverso pelaje, cada uno con una forma muy señalada”, explica el director Sánchez. Los chistes fueron distribuidos de acuerdo a la pertinencia que tendrían con cada humorista. Así, Eva Soriano se impulsa con su gestualidad y corporalidad; Anabel Alonso exhala afabilidad; Arturo Valls presume la sobriedad de siempre; la chispa explosiva es de Pablo Chiapella; y Joaquín Reyes apuesta por “actualizar los chistes”: fue el único que cambió las pesetas por euros, hablaba de millennials y de perrear.
“Es importante que el chiste esté vivo, que no sea una simple recreación”, argumenta Reyes. Concuerda en que el humor cambia con las generaciones y que puede envejecer al igual que sus cómicos: “La impresión que tuve el día del espectáculo fue que los chistes siguen funcionando. Lo que hacía Eugenio era crear líneas de texto y el remate era esencial, eso lo hace vigente”. Y remata: “Probablemente, Eugenio haría monólogos hoy”.
La labor de su hijo, Gerard, busca precisamente cerrar esa brecha generacional que puede existir: “A Eugenio no lo conocen algunas generaciones, lo que yo busco es que sepan de qué se reían sus padres y sus abuelos”, sostiene quien también es cómico y desde hace unos seis meses realiza el show Eugenio by Gerard en el Café Llantiol, en el corazón del Raval. Los formatos cortos de los reels y los tiktoks, en los que se pueden escuchar sus chistes más clásicos (el de los locos, la nieta que llega desde Canarias, la última voluntad de un español antes de morir), han sido otro camino para llegar a los públicos más jóvenes.
Otro aspecto que se podría percibir como anacrónico para estos tiempos de corrección política es la noción que tenía sobre el rol del hombre. “Como humorista es intachable, como modelo de masculinidad tengo mis dudas”, dice uno de los invitados entrevistados de Eugenio solo hay uno. Sin embargo, no ha sido uno de los puntos que ha querido tocar el espectáculo, sino celebrar su ingenio. “Alguno de los chistes pueden reflejar los modos sociales de la época, pero él siempre fue respetuoso, es un homenaje y nada de lo que escribía era para rasgarse las vestiduras”, dice Sánchez.
Lo cierto es que la popularidad del humorista catalán, que se volvió un verdadero fenómeno de masas en los ochenta y noventa, vive un resurgir. La película Saben aquell, dirigida por David Trueba, tiene 11 nominaciones al Goya; en 2018 apareció el documental Eugenio de Jordi Rovira y Xavier Baig y antes hubo otros espectáculos con imitadores como Reugenio. Ahora, es la Inteligencia Artificial la que funge como medio para traer a la vida al mítico comediante. A través de imágenes, videos y fotos, el equipo conformado por Francisco Fernández y Alejandro Pérez hace un loable esfuerzo para poderlo traerlo a la vida, un ejercicio que ya hicieron con Franco, Fernando Fernán Gómez o Manuel Fraga para El intermedio. Los medios mutan, pero el vaso de tubo, el taburete y la mesa con el cenicero continúan ahí.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.