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Petro exige a su Cancillería alinear una nueva política exterior hacia Palestina

El presidente busca descongelar la relación bilateral que frenó el expresidente Iván Duque, pero esa posición política no se ha consolidado aún en decisiones concretas del servicio exterior

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, durante un consejo de seguridad en Bogotá.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, durante un consejo de seguridad en Bogotá.Presidencia de Colombia
Camila Osorio

El presidente dice que no lo escuchan, o que no lo leen, porque sus funcionarios no votan en línea con lo que él escribe en Twitter o dice en sus discursos. Así lo dijo molesto esta semana cuando, en la Organización Mundial de la Salud (OMS), Colombia se abstuvo de votar una resolución que buscaba mejorar la ayuda en salud en los territorios palestinos. “Esto que han hecho estos funcionarios de la Cancillería que se tomaron la representación del gobierno en la OMS es una ignominia contra el pueblo palestino”, escribió en Twitter. Menos de 48 horas después, el embajador colombiano ante la OMS, Gustavo Gallón, rectificó en una carta dirigida al director de la organización. Fue “un error involuntario de parte de nuestra delegación” abstenerse, dice, y “debió ser considerado como un voto afirmativo”.

No es, sin embargo, la primera vez que el gobierno de Petro se abstiene de votar una decisión en favor de Palestina y luego da reversa. En noviembre del año pasado, en la asamblea general de la ONU, Colombia se abstuvo de votar una resolución que denunciaba que prácticas de Israel violan los derechos humanos de los palestinos en territorios ocupados. ¿Otro error involuntario? En diciembre Colombia votó favorablemente a la misma resolución. No hubo un trino de regaño (o de explicación) en esa ocasión.

En público no hay dudas sobre la posición política del presidente: desde hace años ha condenado públicamente ataques de Israel al pueblo palestino, y también ha pedido el reconocimiento de los dos Estados. Cuando fue alcalde de Bogotá, en 2015, firmó un acuerdo que convertía a Bogotá y a Ramala, capital administrativa de Palestina, en ciudades hermanas. “Palestina tiene derecho a ser un Estado soberano, autónomo y libre e Israel a vivir en Paz”, ha manifestado recientemente ya como presidente.

Pero es más complicado traducir sus trinos a las cientos de decisiones que deben tomar los funcionarios de Cancillería en los organismos multilaterales. Una fuente del Gobierno que tuvo conocimiento de cómo se tomó la decisión en la OMS dijo a EL PAÍS que los funcionarios allí actuaron teniendo en cuenta un análisis hecho en la Cancillería, en Bogotá. La recomendación era abstenerse porque el Gobierno anterior, el de Iván Duque, había votado negativamente resoluciones parecidas. La abstención, consideraron, era la mejor opción para distanciarse de esa postura sin generar tensiones entre los dos gobiernos de Medio Oriente. Pero el tensionado con esa movida, al final, fue el presidente, que no quería esa neutralidad.

“No puedes limitar estas decisiones de Estado a trinos viscerales”, dice Mauricio Jaramillo, profesor de Estudios Internacionales en la Universidad del Rosario, cuando mira las decisiones (y movidas en reversa) de la Cancillería. A pesar de que el presidente ha expresado sus preferencias en trinos, en el servicio diplomático se percibe el desorden frente a cómo adelantar la ambiciosa agenda internacional del presidente, no solo frente a Palestina, sino frente a mejorar las relaciones sur-sur o a liderar políticas contra el cambio climático. En otras palabras: Twitter puede dar un indicio de lo que el presidente quiere, pero no del cómo lo quiere. Para eso se necesita una línea más clara de política exterior que se implemente en Cancillería, y esa responsabilidad recaería en el canciller Álvaro Leyva.

“En temas internacionales ha habido mucha fragmentación o desorden: actúa por un lado el presidente Petro, por otro lado el canciller Álvaro Leyva, por otro lado embajadores o Francia Márquez, y no hay forma de rastrear bien de dónde vienen las decisiones”, añade Jaramillo. Frente a Medio Oriente, dice Jaramillo, más allá de los trinos ”Colombia aún no tiene hoy una posición clara frente a Palestina”.

Alexander Montero, académico experto en Medio Oriente, explica que con Petro se esperaba un “cambio de 180 grados” frente a Israel y Palestina. Pero cuando se miran las decisiones que ha tomado, “el presidente ha sido por ahora, más bien, muy prudente”, explica.

Por un lado, Petro ha mantenido estables las relaciones con Israel, incluyendo las comerciales en el sector defensa: el Estado colombiano le ha comprado al israelí un nuevo y costoso sistema de defensa aérea, llamado Barak Mx, y otro de artillería, entre otros gastos millonarios (Montero calcula a grandes rasgos que el Gobierno ha gastado al menos 800 millones de dólares en compras de defensa a Israel). En la conferencia ambiental COP27, de noviembre pasado, Petro se reunió a puerta cerrada con el presidente de Israel, Isaac Herzog y, de acuerdo a lo que se filtró en ese momento, hablaron de cambio climático y de ciberseguridad. La alianza militar con Israel, que se fortaleció a fines de los años 80 cuando Colombia compró aviones Kfir, se mantiene ahora en otros rubros.

Sin embargo, explica Montero, con respecto a Palestina sí hay un “mejor ambiente” que en las tres presidencias pasadas. Recuerda que en los gobiernos de Álvaro Uribe (2002-2010), Juan Manuel Santos (2010-2018) e Iván Duque (2018-2022) aumentaron progresivamente el número de resoluciones que Colombia no votaba a favor de Palestina, sino que se abstenía. “Uribe se abstuvo en un 9% de las resoluciones de derechos humanos en apoyo a Palestina, creo yo que para no generar controversias hacia su gobierno”, explica. “Con Santos se pasó de votar positivo en 91% de las resoluciones a solo un 63%”, añade.

Santos también firmó un Tratado de Libre Comercio entre Colombia e Israel pero en 2018, un día antes de entregarle las llaves del Gobierno a Iván Duque, tomó una decisión inesperada: reconoció oficialmente a Palestina como Estado. Colombia era el único país sudamericano que aún no lo había hecho.

“Pero Duque luego tomó mucho más partido a favor de Israel y la relación con Palestina quedó congelada, no se avanzó en nada en cuatro años”, cuenta Montero. Duque, más bien, abrió una ‘oficina de innovación’ colombiana en Jerusalén— similar a la movida de Donald Trump de mover la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a esa ciudad, que Palestina reivindica como propia. “Duque fue el primer presidente colombiano que votó abiertamente en contra de resoluciones palestinas”, cuenta Montero.

En contraste, explica, “en este Gobierno ya se ha hablado de nuevos acuerdos diplomáticos, aunque aún no se han materializado; no sé si eso tenga que ver con falta de voluntad política o con un rezago de unos funcionarios de la Cancillería”, añade quien también ha sido asesor de la embajada palestina en Colombia.

Petro tiene una oportunidad diplomática que no ha logrado aún materializar en la Cancillería. Desde finales de los años 60 y hasta las abstenciones de Uribe, Colombia había mantenido relaciones con Israel pero también había respaldado casi la totalidad de las resoluciones de la ONU en apoyo al pueblo palestino (con excepciones durante de la presidencia de Julio César Turbay, de 1978 a 1982). Una aparente neutralidad a dos líneas que era llamada la ‘Doctrina López’, que impulsó en 1947 el expresidente y entonces embajador ante la ONU, Alfonso López Pumarejo.

“Puede que Petro quiera volver a la línea que teníamos antes de Uribe, que era la de mantener bien abiertos los carriles con los dos países, la Doctrina López”, dice Montero. “O que quiera crear una nueva versión de esa línea”, añade. Podría hacerlo, caminar la senda que abrió Santos al reconocer el Estado de Palestina, e ir más lejos. Eso si logra que sus trinos se traduzcan en una política exterior más coherente y libre de regaños en Twitter.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.

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