Muere Jorge Griffa, leyenda del Atlético de Madrid y ‘maestro’ de futbolistas
El argentino, descubridor y formador de figuras como Gabriel Batistuta, Jorge Valdano o Carlos Tevez, fallece a los 88 en la ciudad de Rosario
En su perfil de Whatsapp, Jorge Bernardo Griffa, fallecido este lunes en la ciudad de Rosario (Argentina) a los 88 años, alternó en los últimos años cromos de su etapa como jugador de Newell’s —del álbum Fulbito, un clásico de la década de los cincuenta y sesenta en Argentina— con fotos de su legendario paso por el Atlético de Madrid, símbolo de la relación umbilical que lo unió hasta el final de sus días con el club al que en 2022, en una de sus últimas entrevistas, consideró su “gran amor”. Ambas imágenes, vestido en Argentina de rojo y negro o en España de blanco y rojo, estaban acompañadas por una expresión latina, Memento mori, que significa “recuerda que morirás”, aunque su legado será atemporal. Recordado por generaciones de atléticos que se refieren al trío “Griffa-Rivilla-Calleja” como sinónimo de una defensa mítica y una época ganadora, el argentino además excedió su rol de futbolista.
Ya retirado, Griffa recibió el apodo de Maestro por su nuevo oficio, la formación de jugadores, primero en la cantera del único club argentino en el que había jugado, Newell’s. Bajo su órbita, el club rosarino descubrió y educó —dentro y fuera de los campos de juego— a una lista inabarcable de jóvenes promesas que, tras debutar de rojo y negro en la Primera División argentina, se consolidaron en la selección albiceleste o Europa, entre ellos Gabriel Batistuta, Jorge Valdano, Maxi Rodríguez, Abel Balbo, Américo Gallego, Gabriel Heinze, Gerardo Martino, Mauricio Pochettino, Eduardo Berizzo y el actual técnico campeón del mundo, Lionel Scaloni.
Sin embargo, aunque como jugador no haya sumado más de un puñado de partidos, acaso el gran discípulo de Griffa para la formación de jugadores haya sido Marcelo Bielsa, con quien recorrieron gran parte de Argentina en búsqueda de talentos para reforzar las inferiores de Newell’s. Luego, ya en Boca, el Maestro descubriría a Carlos Tevez —“en un campito”-, Fernando Gago, Ever Banega y los prepararía para la Bombonera.
“Lamentamos profundamente el fallecimiento de Jorge Bernardo Griffa. El Maestro, símbolo indiscutido de Newell’s, fue jugador, técnico de inferiores y el creador del semillero leproso que dio enormes figuras al mundo. Tu legado siempre será parte de nuestra historia, que en paz descanses”, publicó este lunes por la tarde la cuenta de Newell’s en X (antes Twitter). “La familia rojiblanca está de luto por el fallecimiento de una de nuestras grandes leyendas: Jorge Griffa. Siempre estarás en nuestros corazones. Descanse en paz”, se le sumó, a los pocos minutos, ya en la noche española, la red social del Atlético.
La familia rojiblanca está de luto por el fallecimiento de una de nuestras grandes leyendas: Jorge Griffa.
— Atlético de Madrid (@Atleti) January 15, 2024
Siempre estarás en nuestros corazones. Descanse en paz.
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Si el fútbol es un puente, a veces entre familias y otras entre países, Griffa fue un puente entre continentes: unió América y Europa cuando casi ningún futbolista lo hacía, menos aún los defensores vigorosos —perros de presa— como él. Tras haber debutado en la Primera de Newell’s en 1954, llegó a la selección argentina y fue campeón en el Sudamericano —actual Copa América— de 1959, cuando le tocó marcar al primer dios del fútbol mundial, Pelé, entonces de 18 años y flamante campeón del mundo en Suecia 1958.
“Me fue bien y Don Arturo Boghossian, un empresario armenio que trabajaba como intermediario, me dijo ‘Oye, te llevo para Europa”, reconstruyó Griffa en una entrevista con EL PAÍS en su departamento de Buenos Aires, en 2022. Aunque el empresario primero le dijo “Barcelona”, Griffa aterrizó en Madrid en 1959 y, desde lo sentimental, se quedaría para siempre. En lo futbolístico jugaría diez años, hasta 1969, y ganaría cinco títulos, entre ellos dos Copas del Rey ante el Real Madrid de Alfredo Di Stéfano en el Santiago Bernabéu. Entre ambos argentinos había roces y química.
“Yo le decía ‘pelado’. Teníamos muy buena relación fuera de cancha pero adentro éramos a cara de perro. Me acuerdo de un diálogo con Di Stéfano cuando terminaba la segunda final. Faltaban cinco minutos, le íbamos ganando 2-1 al Real Madrid y Alfredo me dijo ‘nos ganan otra vez, Jorge, vamos a volver a perder con ustedes’. Le respondí ‘sí, y no te acerqués por acá porque no solo vas a perder el partido sino también vas a perder la cabeza’. Igual tenía muy buena relación, como con [Héctor] Rial. Había una diferencia grande entre América y Europa, y estar con argentinos en España era como estar con familiares”, recordó.
De sus días en Madrid, Griffa siempre agradeció su sociedad con Isacio Calleja, su compañero de plantel y de vivienda: “Le dije ‘vos me vas a enseñar a vivir afuera de la cancha y yo te voy a enseñar adentro”. Calleja era un ejemplo, yo vivía en un departamento con él. Era abogado y me ayudó a crecer: yo lo podía ayudar a crecer en el fútbol porque tenía una condición futbolística superior. Él en la vida en la sociedad y yo en el fútbol”. En 1963, Luis Aragonés llegó desde el Betis y Griffa volvió a amar otro dúo, uno al comando de la defensa y el otro al frente del ataque, al punto que el Sabio de Hortaleza, el técnico que comandó a España hacia la Eurocopa 2008, llegó a decir: “Griffa me enseñó a ganar”.
“Atlético de Madrid llegaba en segundo orden y yo planteé ‘¿por qué en segundo orden si podemos ser primeros? Mi mensaje a la gente del Atleti era: hay que ser ganador por ley natural. Y así fuimos campeones. Era una época en que, cuando se iba de visitante, se iba prácticamente a perder el partido, y yo decía ‘me importa un comino contra quien juguemos, vamos a ganar, acá nos olvidamos de pensar en perder’. Y así la mentalidad del Atlético pasó a ser efectiva, ganadora. Había varios en esa actitud, como Adelardo, Calleja, [Feliciano] Rivilla, [Miguel] Jones y tantos otros. El Atlético fue mi gran amor”, explicó Griffa el elogio de Aragonés.
Tras un paso por el Espanyol, el argentino volvió a Rosario pero fracasó en su breve aventura como técnico de Primera: apenas dirigió unos partidos a Newell’s en 1972. Lo que no sabía es que primero en el propio club rosarino, de 1972 a 1995, y luego en Boca, de 1996 a 2007, se transformaría de inmediato en un eximio descubridor y formador de futbolistas. Tal vez su secreto era que Griffa no esperaba que le llegaran los jóvenes: los iba a buscar, incluso de las maneras más atípicas. “Con Bielsa encontramos a [Mauricio] Pochettino en un campeonato en Murphy, en el sur de Santa Fe. Lo fuimos a buscar a la casa. No sé si eran las dos de la madrugada, o la medianoche, pero no había timbre y le tocamos la puerta. Le dijimos al padre que lo queríamos. Nos dijo que estaba apalabrado para otro club, el de la vereda de enfrente [Rosario Central]. ‘¿Pero ya firmó?’, le preguntamos. ‘No’, respondió. Y entonces lo convencimos”, recordó. Aunque Rosario siempre fue una ciudad productora de futbolistas —de allí son Lionel Messi y Ángel Di María, entre tantos otros—, Newell’s empezó a multiplicar campeonatos cuando los jóvenes formados por Griffa llegaron a Primera.
En 2019, el argentino —que curiosamente dijo no haber conocido nunca a Diego Simeone— pisó el nuevo Metropolitano, se abrazó con varios de sus viejos compañeros (Jorge Mendoza, Adelardo, José Gárate) y el Atlético lo trató de leyenda, como seguramente lo volverá a hacer este jueves, en la previa de un nuevo duelo ante el Real Madrid, esta vez por la Copa del Rey. Uno de esos duelos que el Maestro sabía ganar.
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