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Cuando la mujer es el hombre

La autora española Ana Caro de Mallén y el alemán oriental Manfred Karge cuentan, con tres siglos de diferencia, la historia de una dama y la de la esposa de un obrero que se vieron obligadas a vestirse y comportarse como hombres de cuerpo entero para salir adelante

Teatro de la Comedia
Escena de 'Valor, agravio y mujer', en el Teatro de la Comedia.SERGIO PARRA (CNTC)
Javier Vallejo

Las mujeres tenían prohibido actuar en la Inglaterra isabelina, pero en la España de los Austrias podían abrirse paso como actrices, empresarias y escritoras teatrales. Ana Caro de Mallén, autora de Valor, agravio y mujer, briosa comedia de capa y espada estrenada anoche por la Compañía Nacional de Teatro Clásico, fue una de las primeras protoperiodistas de Europa además de una comediógrafa prestigiada. Leonor, la protagonista de su obra, no solo se disfraza de hombre para irse a Bruselas en busca de don Juan, su voluble amante, sino que se convierte en un consumado espadachín para darle muerte. Cuando se viste de varón, no lo hay más gallardo.

La autora cordobesa versifica divinamente, crea personajes con grosor psicológico y tiene un acusado sentido del humor irónico, tanto es así que le hace decir al gracioso Ribete que los poetas en el Madrid de Felipe IV son tan innumerables “que aún quieren poetizar/ las mujeres, y se atreven/ a escribir comedias”. En su día, al público no debió de sorprenderle el género de la autora, pues había un ramillete de ellas, pero sí debió de encantarle ver cómo la arrojada actriz protagonista se batía a espada con dos hombres y salía triunfante del envite, como salió anoche la bravísima Julia Piera tras sendos duelos espectaculares trenzados minuciosamente por el maestro de armas Jesús Esperanza.

En su combate con Don Juan, hidalgamente interpretado por Pablo Gómez-Pando, Leonor es una fiera que se transmuta de repente en nínfula, como Mister Hyde se convierte en el Doctor Jeckyll en la novela de Stevenson. La dirección de Beatriz Argüello, rica en simbolismos tales como el de las pecheras rojas que llevan los amantes gallos, tiene su culmen en la escena donde Leonardo (así se hace llamar Leonor desde que determinó vengarse) le enseña a Don Juan un retrato de sí misma. En este montaje, en lugar de mostrarle el retrato, Leonardo agarra un peto de acero bruñido y lo pone delante de ambos. Al ver allí reflejado el rostro de su rival, el burlador reconoce en él la faz de la mujer que amó, aunque sigue sin identificarla cuando la tiene delante.

Gabriela Flores en una escena de la obra 'Hombre por necesidad', en el Teatro del Barrio.
Gabriela Flores en una escena de la obra 'Hombre por necesidad', en el Teatro del Barrio.SUSANA MARTÍN

¿Es verosímil la emocionante historia de esta joven aguerrida? No menos que la de Catalina de Erauso, la Monja Alférez, escritora, soldado y aventurera donostiarra, coetánea de Caro de Mallén. Huida de un convento con quince años, vestida de varón siempre, peleó contra medio mundo y dio muerte a unos cuantos. Fue hombre por necesidad. Como lo será tres siglos después Ella Gericke, cuya historia recogió en 1988 Manfred Karge, director, autor y actor alemán forjado en el Berliner Ensemble de Helene Weigel, viuda de Brecht. Hombre por necesidad, estrenado anteanoche en el Teatro del Barrio, es un soliloquio soberbio dirigido por Eva Redondo en el que Gericke, interpretada por Gabriela Flores, cuenta cómo, ante la muerte temprana de su esposo, tuvo que aprender a manejar el toro mecánico para hacerse pasar por él y seguir cobrando un salario.

Ella Gericke fue hombre a todos los efectos durante los estertores de la República de Weimar, en el III Reich y en la República Federal, y como a tal lo explotaron siempre: su intérprete nos lo relata por menudo, sin sentimentalismos, en este espectáculo conmovedor, el primero de Karge estrenado en España en castellano.

‘Valor, agravio y mujer’. Madrid. Teatro de la Comedia, hasta el 4 de junio. ‘Hombre por necesidad’. Madrid. Teatro del Barrio, hasta el 3 de mayo.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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