El aplauso
Estoy horrorizada. No recuerdo haber estado tan horrorizada nunca antes. La última imagen de los diputados del Partido Popular ovacionando a Mariano Rajoy me dejó clavada en el sitio, con los ojos como platos. Todavía hoy, varios días después, no he conseguido volver a parpadear. Sospecho que me he quedado así para siempre. No es para menos. No existe forma humana de explicar por qué esas personas aplaudieron con tanta pasión las severas medidas que se acababan de anunciar y que supusieron un varapalo monumental para millones de personas. Puedo entender, eso es lógico, que quisieran apoyar a su partido. Pero nunca, de ninguna manera, el apoyo al partido debería pasar por encima de los intereses y sentimientos de los ciudadanos.
Me estoy sonrojando mientras escribo estas palabras, fíjate tú qué cosas, porque son tan de perogrullo que me resulta hasta infantil decirlas. Alguien debería haberles explicado a los diputados del Partido Popular, tantos asesores de imagen como gasta esta gente, que lo que correspondía en ese caso era guardar un respetuoso silencio. Las palmaditas en la espalda para reforzar la autoestima del presidente correspondía hacerlas en la intimidad, para no herir la sensibilidad de le gente que está sufriendo. Una vez más, algunos diputados han demostrado tener menos tacto que una medusa. No se han enterado aún de qué va su trabajo, porque están demasiado ocupados peleándose en el recreo. Qué fácil se les olvida quién les paga las facturas, no con poco esfuerzo, por cierto. Allí ni conocen la decencia, ni se la espera. Cada día que pasa, me parece más incomprensible que sigan llevando a los niños de excursión a ese edificio para darles lecciones de vida.
Tal ha sido mi horror con todo este asunto que he hecho un experimento. Hoy le he enseñado la foto del aplauso a una amiga extranjera y le he preguntado qué es lo que cree ella que ha pasado ahí. Sin tener la menor idea de lo que ha ocurrido esta semana en España, ella ha respondido: “el hombre de abajo (Rajoy) acaba de hacer algo humanamente maravilloso y alentador y los otros le aplauden por ello”. Creo que hay poco más que se pueda añadir al respecto. Paradójicamente, si uno observa la foto del aplauso y la comprara, por ejemplo, con la foto del aplauso de la investidura de Rajoy, no encontraría grandes diferencias entre ellas.
La que no sale en la foto del aplauso es Andrea Fabra. Una lástima, teniendo en cuenta que fue una de las protagonistas del día. Espero que fuera porque en ese momento estaba en el baño frotandose la lengua con lejía. Aún debe de estar allí, frotando. Si necesita ayuda, que la pida. Hay cinco millones y medio de parados y siete millones de votantes del PSOE que creo que estarán encantados de echarle una mano.
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