Barcelona rompe las costuras de los partidos a un año de las elecciones
Manuel Valls, Jordi Graupera y Ferran Mascarell irrumpen en vísperas a las municipales al margen de formaciones tradicionales
El filósofo Jordi Graupera quiere liderar una joint venture de partidos independentistas. Ciutadans llama a la puerta del exprimer ministro francés Manuel Valls. El exconcejal y exconsejero Ferran Mascarell anuncia una conferencia. Ninguno de los tres es todavía alcaldable pero su irrupción en el escenario político ya ha roto las costuras de los partidos a un año de las municipales en Barcelona. De hecho, la primera en hacerlo fue la alcaldesa Ada Colau, que en un año pasó del activismo al gobierno de la ciudad con un partido edificado casi desde cero.
Mientras estos movimientos se suceden, los partidos políticos del pleno asisten desconcertados al vendaval. Los comunescontienen la respiración, expectantes. El PDeCAT —que en este mandato se presentó todavía como CiU— está inmerso en el proceso de primarias y ninguno de los dos precandidatos cierra la puerta a Graupera. Ciutadans, cuya líder en el consistorio, Carina Mejías, se había postulado como alcaldable, se ha puesto ahora al servicio de Valls. ERC sí tiene candidato, Alfred Bosch. Como el PSC, donde solo Jaume Collboni se presentó a las primarias. En el PP todavía no saben quién será el candidato. Y en la CUP todo depende de sus bases.
¿Qué está pasando en Barcelona? Los expertos consultados recuerdan que la irrupción de outsiders no es nueva en política en los últimos tiempos. Citan al presidente Francés Emmanuel Macron (que ganó sin un aparato clásico detrás), o también a Ciutadans hace una década, que “rompieron el cartel de partidos que controlan los recursos o la presencia mediática”. Porque el sistema de partidos “está en crisis en todo el mundo” y “porque los patrones de comportamiento electoral han cambiado”. Habla el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III de Madrid Lluís Orriols. “Se abre una ventana para que nuevos candidatos, de plataformas o movimientos, busquen la simpatía de los ciudadanos al margen de las siglas”, apunta.
En Barcelona, con un Ayuntamiento atomizado como nunca (ocho partidos), las propuestas lanzadas hasta ahora buscan confluencias que puedan aglutinar voto con el objetivo de ser la lista más votada y gobernar. Orriols considera que en el caso de Barcelona intentar “una confluencia es una estrategia hábil”. Como muestra, la que impulsó Colau en 2014 y la aupó a la alcaldía en 2015.
¿Y los partidos que ya tienen presencia en el Ayuntamiento y aparentemente no les apetece confluir? “Es cierto que hay una generación que espera su turno, y la situación genera conflicto, pero los partidos son conscientes de que ahora las siglas se juegan mucho y no estamos en velocidad de crucero, cuando era fácil exigir ser el capitán”, opina Orriols. “Ante la necesidad de sobrevivir son más capaces de renunciar a lógicas internas y ceder protagonismo a personas periféricas” si con ello pueden obtener mejores resultados, añade y cita el caso del PDeCAT y Carles Puigdemont.
El socio director de la consultora Public Affairs Joan Roselló también cree que “las estructuras tradicionales están debilitadas, lo que abre un nuevo mercado” para candidatos “que ofrecen la representación de la sensibilidad popular y se presentan al margen de las estructuras de partido, pero necesitan a sus votantes”. El experto del Centro de Estudios de Movimientos Sociales de la Universidad Pompeu Fabra Jordi Mir lo resume así: personas que ven la oportunidad y se dirigen “a amplios sectores de votantes que han pasado por varios partidos a los que les dicen ‘aquí estoy yo para llevaros donde queréis’”.
Roselló está convencido de que en este contexto se romperá “la lógica de ciudad” en favor de “otros relatos y marcos mentales que permitan aglutinar voto entre electores que compren ideas que le identifiquen”. “Por primera vez puede dejar de primar la lógica municipal y que mande el eje nacional”, asegura y vaticina que las fuerzas soberanistas acabarán agrupándose con el objetivo de ganar la capital en línea “con el relato de República”. En este marco, Graupera y Valls se retroalimentan: “Son fuerzas que se necesitan una a otra, viven de la diferencia y las tensiones. Les va muy bien porque pueden presentarse y no saber de ciudad”, concluye Mir.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.