El Espanyol no pudo decir ni pío
Xavi, Pedro y Messi materializan en menos de media hora la cómoda goleada del Barcelona
Los ciclos en el fútbol no están condicionados necesariamente por los años naturales, a veces ni siquiera por las temporadas o el calendario laboral o deportivo, sino que dependen del juego, y muy especialmente de los jugadores, de los entrenadores y de naturalmente del equipo. Ya sea en Reyes o Pascua, contra el Atlético o el Espanyol, tanto da que el partido se celebre en mayo o enero, vive el Barcelona desde hace un tiempo de su idea y de su estilo, de los goles de Messi y del realismo de Tito Vilanova.
A cada partido encuentran los azulgrana un motivo para la victoria, como si la derrota significara la rendición, necesitados de puntos, de récords, de goles, de los mejores síntomas de salud futbolística. El barcelonismo quería agradecer ayer el esfuerzo de Tito Vilanova por sentarse en el banquillo antes de ser nuevamente tratado de su dolencia en la glándula parótida, ahora mismo el mayor enemigo del Barça. Y la respuesta del equipo en Año Nuevo fue un canto al optimismo por rotunda y vitalista.
BARCELONA, 4 – ESPANYOL, 0
Barcelona: Valdés; Alves, Piqué, Puyol, Alba; Busquets, Xavi (Thiago, m. 63), Cesc (Villa, m. 65); Iniesta, Messi y Pedro (Alexis, m. 75). No utilizados: Pinto; Mascherano, Song y Montoya.
Espanyol: Casilla; Javi López, Colotto, Héctor Moreno, Capdevila; Baena (Cristian Alfonso, m. 60), Forlín, Víctor Sánchez; Verdú (Stuani, m. 63), Sergio García y Simão (Albín, m. 77). No utilizados: Germán; Raúl Rodríguez, Cristian Gómez, Víctor Álvarez.
Goles: 1-0. M. 10. Xavi. 2-0. M. 15. Pedro. 3-0. M. 26. Pedro. 4-0. M. 29. Messi, de penalti.
Árbitro: Gil Manzano: Mostró la tarjeta amarilla a Casilla, Baena, Stuani y Héctor Moreno.
73.760 espectadores en el Camp Nou.
El Barcelona ni siquiera dejó tocar la pelota al Espanyol. No hubo derbi, ni color, ni partido en el Camp Nou, sorprendido por la mansedumbre de los blanquiazules, que no dijeron ni pío, ni siquiera molestos por los cánticos de la hinchada del gol sur: “¡A Segunda!”. A juzgar por el encuentro, Aguirre de momento solo le ha cambiado el humor al Espanyol. Los problemas no solo se arreglan con entrenamientos. La plantilla es precaria, al equipo le faltan piezas y el club se ha debilitado.
No se recuerda desde hace meses un partido tan cómodo como el de anoche para el Barcelona. A la media hora ya se había asegurado la goleada. Jugó el Barça con la alineación favorita de Vilanova, o al menos con el once que permite al entrenador dar cabida a Cesc e Iniesta, demasiado rival para el Espanyol. La profundidad de Alba ha liberado a Iniesta de las funciones propias de un extremo y el equipo ha ganado una mayor llegada con los laterales y más variedad y sorpresa, ayer expresada en Pedro.
Hubo muchos momentos, en cualquier caso, en que no había delanteros ni medios ni defensas, sino diez barcelonistas en el campo del Espanyol. Diez blanquiazules, mientras, se replegaron descaradamente en su área y dejaron solo en punta a Sergio García. La superioridad azulgrana fue tan escandalosa que los goles fueron solamente una cuestión de puntería. La mayoría de ocasiones acabaron en la red de Casilla, penalizado además por un penalti que no era ante Cesc, que se anticipó a la jugada.
Baena, un exazulgrana con tanto amor propio que le dio por sacar reiteradamente la pierna con dureza ante el reproche local y el asombro visitante
El recital comenzó con un quiebro de Iniesta, punteado por Xavi (m. 10), ya goleador en Valladolid, y acabó con el penalti transformado por Messi (m. 29). Los interiores mezclaron estupendamente con el argentino, anoche más 10 que 9, muy a gusto como playmaker, y sus intercambios de posición confundieron a los blanquiazules, rendidos y perdidos. La novedad no estuvo en la finura del juego sino en el acierto de Pedro, reconciliado con el gol: metió dos y le anularon otros dos.
El partido resultó tan fácil para el Barça que Busquets y Puyol le regalaron un remate de gol a Sergio García. El tiro no cogió portería y el balón se extravió como el Espanyol. Aguirre incluso tuvo que sustituir a Baena, un exazulgrana con tanto amor propio que le dio por sacar reiteradamente la pierna con dureza ante el reproche local y el asombro visitante. Siete de las 17 faltas con las que fue sancionado el Espanyol fueron de Baena. El Barcelona solo cometió tres. Y el Espanyol no pudo marcar ni el gol del honor porque Valdés se comió a Stuani cuando las cuestiones personales pesaban más que las colectivas.
La superioridad azulgrana fue tan escandalosa que los goles fueron solamente una cuestión de puntería
Una vez constatado que no había litigio después del 4-0, aprovechó el público para homenajear a sus futbolistas favoritos mientras Tito refrescaba al equipo con Alexis, Villa y Thiago. Nada ha cambiado en el Camp Nou con el nuevo año: Messi sigue marcando goles (27 en la Liga después de anotar en ocho jornadas consecutivas) y el Barcelona continúa batiendo o igualando récords (52 puntos en 18 jornadas, tantos como al finalizar la primera vuelta del curso 2010-2011).
Al equipo le alcanzaron cuatro entrenamientos para ponerse en forma después del parón navideño y dedicar el mejor regalo de Reyes a Tito Vilanova. Hoy se espera que siga la fiesta en la gala del Balón de Oro con Messi. Nada tuvo que decir el Espanyol de Aguirre, que perdió su primer partido el día en que Joan Collet se estrenaba como presidente en el Camp Nou. La guerra del Espanyol nada tiene que ver con la del Barcelona una es de supervivencia y la otra de vitalidad.
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