Messi no está para regalos
El argentino no se entrena en la jornada dedicada a los niños
Un comunicado firmado por los servicios médicos del Barcelona anunció ayer por la mañana que Leo Messi no iba a participar en el entrenamiento del equipo como consecuencia de una gastroenteritis. Su ausencia pasaría desapercibida sino fuera por un par de elementos que hacen que gane relieve. En primer lugar, la baja del argentino se produjo sólo un día después de que el conjunto azulgrana saliera derrotado de Anoeta (1-0), en un encuentro que Messi comenzó desde el banquillo. Y, por otro lado, se da la circunstancia de que la sesión fue de puertas abiertas y se programó en el Miniestadi en una jornada, la víspera de Reyes, dedicada a los niños. “Me hubiera gustado estar en el entrenamiento de Navidad. Nunca falté, pero estos contratiempos no se pueden controlar. Deseo que los sueños de cada niño se hagan realidad”, manifestó el rosarino en su cuenta de Facebook, seguramente consciente de la desilusión que su desplante había causado a los casi 14.000 chavales que se quedaron con las ganes de verle.
Hace años que en la ciudad deportiva se interpreta el estado de ánimo del vestuario según las miradas y el comportamiento de su referente. Que Messi no se entrene no es algo nuevo: ya ocurrió hace algo más de tres años, cuando precisamente tras un partido en Anoeta en el que también fue suplente, no compareció la mañana siguiente en Sant Joan Despí. Aquel día, una llamada de uno de los capitanes le hizo recapacitar y terminó asomando por allí. Está por ver, en ese sentido, cómo le habrá sentado a la plantilla esta última espantada.
“Nunca falté, pero estos contratiempos no se pueden controlar”, se excusó La Pulga
La reacción de Messi se inscribe antes en el marco de la relación con Luis Enrique y con la actual directiva que con la que mantiene con sus compañeros. En el vestuario hay quien defiende que el 10 no se siente cómodo con la gestión que del técnico, tanto del día a día como de los partidos. Por lo que respecta a la junta, es público que no se habla con la mitad de los directivos, especialmente con el vicepresidente Javier Faus, con quien tuvo un enfrentamiento a raíz de unas declaraciones que el ejecutivo hizo en diciembre de 2013: “No veo motivo para mejorar el contrato a un señor al que ya se lo mejoramos hace seis meses”. Desde entonces, Faus suele presentarse él mismo como “el directivo que se pelea con Leo”.
Messi, que no se prodiga demasiado en sus comparecencias ante los medios, encendió las alarmas entre los culés al declarar, en una entrevista antes del Mundial de Brasil, que marcharse del club era una posibilidad que podía llegar a plantearse en según qué contexto: “Muchas veces dije que el Barça es mi casa. Pero si no me quieren o dudan de mí, no tengo problemas en irme”. El pasado 18 de noviembre, en una entrevista al diario argentino Olé, fue más allá: “Si bien dije que me gustaría quedarme para siempre, a veces las cosas no se dan como uno quiere”. Lo que quiere Messi es ganar, y la deriva que sigue tanto el equipo como la institución no hace más que aumentar sus dudas.
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