La tristeza de Xavi y la indignación general
En San Mamés se asistió a la inevitable estigmatización que sufrirá el Barça y la delicada posición del técnico, obligado a calafatear el equipo en un temporal que tiene al club a la deriva
Llovieron billetes en San Mamés y a Xavi le sorprendió la hostilidad de la hinchada del Athletic con su equipo. “Este campo siempre nos ha tratado muy respetuosamente. Me siento triste. Hacer juicios antes de que termine una investigación no es bueno para la sociedad”, declaró el domingo después de la victoria del Barça, al final de un partido trepidante, presidido por la indignación general que ha provocado el caso Enríquez Negreira y el impacto del VAR, que revocó dos decisiones capitales del árbitro.
En medio, se asistió a la inevitable estigmatización que sufrirá el Barça en los campos españoles y la delicada posición de Xavi, obligado a calafatear el equipo en un temporal que tiene al club a la deriva y en peligro de hundimiento. Todo esto con la Liga en su recta definitiva. Lo de Xavi es un trabajo de titanes que hasta el momento solo se puede calificar de irreprochable. Si el Barça derrota al Madrid el domingo, abrirá un boquete de 12 puntos en la clasificación, brecha de campeón en ciernes.
Xavi quiere el mejor de los mundos posibles, que se reconozca el mérito de su equipo, en camino de superar la frontera de 90 puntos y acercarse a las impresionantes cifras del Barça de Guardiola, y se empequeñezca la importancia del caso Enríquez Negreira, que en síntesis no es otra cosa que el presunto soborno al vicepresidente de los árbitros durante 18 años. Pelillos a la mar, cosas de fútbol, aquí un amigo, no pasa nada. Pero sí pasa y el escándalo cada vez pinta peor para el Barça. El Real Madrid acaba de añadirse a la lista de entidades y personas que figuran como acusación en la causa abierta por la Fiscalía contra el Barça. Se presenta en solitario, después de guardar un silencio que comenzaba a enojar a sus aficionados.
Hace tiempo que el Real Madrid no va con el resto de los clubes ni a comprar el pan. Lo mismo sucede con el Barça, alianza intensificada con la llegada de Laporta a la presidencia y la ofensiva común contra la UEFA en el caso de la Superliga europea. Los dos clubes trasladan al exterior la idea de que a la Liga de Fútbol Profesional le huelen los pies.
Aunque el pragmatismo hace milagros y el fútbol suele reunir extraños compañeros de viaje, se entendería mal la colaboración de un socio (Real Madrid) que acusa a otro (FC Barcelona) como potencial delincuente. Sin la menor explicación desde que se destapó el caso, el Barça se encuentra solo en un proceso que hasta el momento no registra convulsiones, ni aparentes quejas, entre los 100.000 socios que conforman el carácter del club como persona jurídica, acusada en este caso de delitos intolerables contra la decencia del fútbol.
A Xavi le entristeció la indignación de San Mamés por un caso que ataca directamente al corazón del fútbol, como si 18 años de secreta y generosa relación contractual entre el Barça y el vicepresidente de los árbitros no clame al cielo, sin que el reproche de la hinchada bilbaína excediera ningún límite en un partido salpicado por alguna decisión del árbitro más que controvertida.
Terminó el encuentro, perdió el Athletic, el árbitro se retiró entre silbidos, pero no entre escudos, y el Barça abandonó San Mamés sin incidentes. Prevaleció una sensatez que merece tanto elogio como la aguerrida defensa que mantienen Xavi y sus jugadores del liderato, aún más elocuente en el momento de extremo peligro que atraviesa el club. Lo que no puede sorprender, ni entristecer a Xavi, ni a nadie, es la repugnancia que el caso Enríquez Negreira despierta en el fútbol español y el desolador estigma que sobrevuela al Barça.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.