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Pierre Matisse: "No tengo perspectiva para juzgar la pintura de mi padre"

Pierre Matisse, de 80 años de edad, hijo del pintor francés Henri Matisse (1869-1954), propietario de una galería de arte en Nueva York, declaró ayer en Madrid, horas antes de la inauguración de la exposición Matisse, que, debido a la proximidad familiar, carece de perspectiva para definir y juzgar la obra artística de su padre. Otros aspectos de significación pictórica son soslayados al amparo de su profesión de galerista en lugar de crítico de arte.

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No se considera colaborador ni experto en la obra artística de Henri Matisse, ya que, desde los años treinta, se instaló profesionalmente en Estados Unidos y no puede ser imparcial al contemplar de una manera cotidiana sus cuadros. «He vivido con mi padre y con su pintura»,señala Pierre-Matisse, «de tal forma que me he acostumbrado a ver del mismo modo. Hubo un tiempo que yo también pintaba, pero siempre tenía ante mi vista los colores de Matisse y lo que necesitaba era inventar mis propios colores. En este sentido mi visión no era pura, sino el reflejo de otra forma, de pintar. Se puede admirar un cuadro, como hago con los de Picasso, pero al contemplar un Matisse no puedo evitar que es la mirada del hijo hacia la obra de su padre».Matisse hijo no es partidario de la calificación de genio utilizada para definir el papel de artistas como Picasso o Matisse en la historia del arte del presente siglo. Prefiere destacar la importancia sin superlativos. «La pintura es como un canto que se desarrolla con las aportaciones de los artistas creadores, como es el caso de Picasso o Miró, que han abierto nuevas perspectivas a la pintura. Matisse se interesó mucho por la pintura de Miró, aunque ésta era muy diferente a la suya e incluso no entendía algunas cosas, porque en el fondo se trataba de parecidos problemas, en el cuadro o en la composición, que correspondían a necesidades plásticas. Era como tomar diferentes caminos para llegar a la misma meta».

Galería de arte en Nueva York

Desde 1931, Pierre Matisse es propietario de una galería de arte en Nueva York, «que tiene desde entonces la misma dirección y el mismo teléfono». Está dedicada al arte contemporáneo, con fondos de pintores como Picasso, Braque o Miró. Es el marchante del pintor catalán desde 1933 y ha organizado 35 exposiciones individuales de su obra. Recuerda que su padre se había negado a que fuese su marchante, al ser un miembro de la familia, «y prefirió que me las arreglara solo».Señala que la influencia de las vanguardias artísticas de la primera mitad del siglo XX ha llegado hasta los pintores de los anos sesenta. «Los artistas norteamericanos que forman ahora la vanguardia han recibido la influencia de los pintores que se refugiaron en Nueva York durante la guerra europea, sobre todo del grupo de escritores y artistas surrealistas. La pintura actual recibe también la influencia de la pintura dadá, que es una antipintura. En Estados Unidos hay en este momento una gran cantidad de artistas y de galerías. Es una situación parecida a la crisis de 1929, cuando se decía que en París había 40.000 pintores. Los grandes, como Pollock, De Kooning o Rothko, son ahora viejos, remplazados por una joven pintura experimental. Antes, los pintores europeos tenían un gran poder sobre los americanos, y ahora sucede todo lo contrario».

Pierre Matisse regresa mañana a Nueva York para continuar el trabajo en la galería de arte Pierre Matisse. Admite que en su vida profesional se ha aprovechado del nombre de su padre, «que no era desconocido», pelo que al mismo tiempo «tengo que hacerle honor y sentirme orgulloso». Se muestra muy satisfecho con el montaje de la exposición en Madrid, representativa de la evolución del arte de su padre. Recuerda la importancia que ha tenido el Guernica, de Picasso, para la ciudad de Nueva York, pero añade que «está mejor en España».

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