Nabih Berri respalda las exigencias de los 'piratas aéreos' y sus milicias asumen la custodia de los rehenes
, Los rehenes que mantienen en su poder desde el viernes los secuestradores del Boeing 727 de TWA fueron sacados ayer del avión estacionado en el aeropuerto de Beirut, trasladados a destinos desconocidos en los suburbios de la capital y puestos en manos de la milicia shií Amal. El temor a una operación de rescate norteamericana o israelí incitó a Nabih Berri, líder de Amal y ministro de Estado libanés, a "ordenar personalmente su evacuación porque", dijo, " temíamos una batalla en el curso de la cual algunos de ellos pudiesen resultar muertos". Berri ha tomado el control de la situación y aparece como el auténtico dirigente del secuestro.
Nabih Berri, que es ministro de Estado encargado de la Justicia y del Sur de Líbano, dio ayer una improvisada conferencia de Prensa, durante la cual no sólo formuló por su cuenta las reivindicaciones dadas a conocer anteriormente por el comando que se apoderó del avión -liberación de 700 slhíes detenidos en Israel y de los dos encarcelados en España-, sino que dio la impresión de haber asumido la dirección del secuestro de los 39 rehenes y de la negociación sobre su puesta en libertad.Para que no cupiese la menor duda sobre su postura, el titular de la cartera de Justicia, de 47 años de edad, afirmó que "Amal no es ya un intermediario a propósito de la cuestión de Atlit (la prisión israelí donde están detenidos lus correligionarios), sino que ha hecho suyas las reivindicaciones emitidas en relación a esta importante cuestión".
Este protagonismo del abogado shií, que en 1979 llegó a la jefatura de Amal, le fue inmediatamente reconocido por EE UU. El consejero de la Casa Blanca para asuntos de seguridad, Robert McFarlane, le telefoneó dos veces para tratar de agilizar la liberación de los cautivos, pero su interlocutor dejó muy claro ayer que el traslado de los pasajeros fuera del avión "no significaba ningún cambio de situación", y que en ningún caso podía ser interpretado como una señal anunciadora de su "inminente liberación".
Su evacuación forzosa ha supuesto, no obstante, una relativa mejora, ya que Berri reiteró que sus vidas "no estaban amenazadas", ni siquiera si sus exigencias fuesen rechazadas. "En ese caso, el buró político de Amal decidirá si debe seguir negociando".
La Prensa fue incluso expulsada con malos modales del aeropuerto en la madrugada del lunes por unos milicianos que amenazaron, una vez más, con disparar a los corresponsales, a los que trataron de "espías de EE UU", una potencia a la que en ese momento querían, probablemente, esconder el traslado de los pasajeros.
"EE UU es el problema"
En su nuevo papel de jefe de orquesta del gigantesco secuestro, Berri empezó por aclarar que "el auténtico problema es EE UU, y la mejor prueba de ello es que Israel ha anunciado estar dispuesto a soltar a los prisioneros sólo si Washington se lo pide".
En torno al aparato, en cuyo interior se encuentran unos 15 milicianos, los centinelas de Amal eran ayer mucho, menos numerosos que el domingo, dando así la impresión de que su misión de custodia no revestía ya tanta importancia.
A pesar de que ha puesto su credibildiad internacional en peligro, al erigirse en jefe de esta arriesgada operación, Berri y sus colaboradores no son, en absoluto, los instigadores del desvío el viernes del Boeing de la TWA, según una fuente fidedigna, que atribuyó la autoría de, la operación a Hezbollah (Partido de Dios), la rama más radical del movimiento shií libanés, a la que pertenecían los piratas aéreos que se apoderaron del avión tras su despegue de Atenas.
A lo largo de la dos primeras escalas del aparato en Beirut, Amal, que controla el aeropuerto, se mostró dispuesta a apoyarles y protegerles ante eventuales agresiones del extranjero a condición de poder participar en la hazaña, introduciendo a sus hombres a bordo, lo que hicieron en la madrugada del sábado.
Berri ha evitado, desde luego, que un grupo de su confesión, pero rival, monopolizase una operación que, de tener éxito, demostraría a los shiíes que son, como los palestinos, capaces de forzar la liberación de sus resistentes.
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