Confuso reparto de poder en el Kuwait reconquistado
ENVIADO ESPECIALEl Ejército kuwaití controla la seguridad ciudadana del emirato reconquistado, pero el poder político y decisorio es compartido por el príncipe heredero, Abdulá al Sabaj, y el Gobierno que ha regresado del exilio y los grupos que organizaron algún tipo de resistencia durante la ocupación iraquí. La Embajada de EE UU interviene también en el nuevo ordenamiento. "Todavía nos necesitan", dice el teniente coronel Naser Algasar, responsable de unas de las 27 zonas en que dividieron la Ciudad de Kuwait tras la invasión.
Representantes de células clandestinas sostuvieron ayer un encuentro con el Gobierno para plantear sus demandas, empezando por una mayor democratización.Los pelotones de civiles armados que el día de la liberación de Kuwait ordenaban el tráfico, comprobaban la documentación y se organizaban en partidas para capturar a iraquíes escondidos, han sido sustituidos por destacamentos del Ejército que ocupan cruces de carretera, vigilan las entradas de los servicios públicos y detienen a las personas incluidas en la lista de colaboracionistas del Ejército iraquí.
Los fusiles que portaban en aquella fecha fueron abandonados por los soldados iraquíes en desbandada o comprados a última hora "por dinero y hasta por un cartón de cigarrillos". Algasar, con cuatro peines de balas y dos cajas de munición de pequeño calibre en la mesa, asegura que están entregando las armas al Ejército. "Esto no es nada", agrega señalando el kalashnikov que descansa a su espalda. "No tenemos ni lanzagranadas ni armamento importante".
La resistencia, cuya principal misión fue canalizar la distribución de alimentos e informar a su Gobierno en Arabia Saudí sobre los movimientos y posiciones iraquíes en el emirato a través de un sistema de radio oculto, participa ahora en las patrullas nocturnas que inspeccionan edificios abandonados o detienen a palestinos sospechosos de complicidad con los invasores.
Desde que se impuso la ley marcial, la caza del iraquí se hizo intensa, y fueron detenidos unos 300, según el coronel norteamericano Jessie Johnson. A los seis días de la reconquista son aún visibles las operaciones militares en alguna barriada con ayuda de perros e informadores civiles.
"Necesitamos al emir pero queremos mayor participación", indica el kuwaití que ahora cuenta nuevos detalles de la ocupación y que piensa abandonar el ejército tras 15 años de servicios para explotar un negocio familiar. Evidentemente se refiere a la reanudación de las sesiones parlamentarias, suspendidas por el emir en 1986 en medio de fuertes protestas populares.
Discutir juntos
El Gobierno, la mayor parte de cuyos integrantes se ha incorporado a sus desvencijados despachos y mantiene regular contacto con funcionarios norteamericanos y saudíes, no convence a la oposición al subordinar la discusión sobre un más amplio juego político a la reconstrucción y la seguridad. "Vamos a discutir todos juntos, no sólo el Gobierno sobre cómo salvamos nuestro país, sobre cómo lo recuperamos", indica un funcionario del Ministerio de Información.Según Naser Algasar, los responsables de la resistencia recibieron instrucciones desde Ara bia Saudí de no intentar sabota jes armados e intentar misiones de espionaje. Uno de sus trabajos fue cambiar los nombres de las calles, los números de las casas y las orientaciones de los barrios para confundir a los iraquíes y evitar de esta forma mayor número de detenidos y la localización de los oficiales buscados. No hay datos precisos sin embargo sobre el número de muertos en los siete meses de ocupación y el teniente coronel calcula en 15 las personas asesinadas y en 65 los desaparecidos en el área bajo su control, en la que viven unos 200 vecinos. Aproximadamente quedaron en la capital unas 300.000 personas tras la entrada del ejército iraquí.
Los kuwaitíes suenan con poder encender la luz de la cocina y ducharse sin suciedad. Las decisiones más importantes son adoptadas por funcionarios que ultiman los planes para la reconstrucción, tarea que tardará anos y necesita de presupuestos billonarlos. La capital permanece a oscuras, no hay dinero ni tampoco sirve para nada, y las escuelas no funcionan. Se sobrevive. El abatimiento que día tras día seguirá a la alegría de la liberación, y la devastación de sus calles perdurará por meses.
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