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La 'guerra' entre los 'tories' británicos se acentúa ante el debate sobre Maastricht

Enric González

Las encuestas preelectorales, que predecían un Gobierno en Minoría para el Reino Unido, no andaban tan erradas como pudo parecer. El primer ministro John Major obtuvo una mayoría absoluta sólo teórica en las últimas elecciones generales. En la práctica, está gobernando gracias a algo parecido a una coalición inestable de dos grupos con el mismo nombre, Partido Conservador, cuyas ideologías son muy distintas: uno de ellos es moderado y procomunitario, y el otro es derechista y antieuropeo.

Las divergencias entre los dos bandos tories se han exacerbado de tal forma ante la votación sobre el Tratado de Maastricht que sólo la victoria definitiva de uno sobre otro puede resolver la crisis política británica.La batalla de Maastricht dirimirá quién representa al auténtico Partido Conservador: si la minoritaria ala derecha y ultranacionalista, identificada con el thatcherismo, o el ala centrista y procomunitaria.

La división ya es demasiado obvia como para mantener una cohabitación razonable. Unos y otros aceptan que el Partido Conservador está en plena guerra civil y que no habrá paz posible sin la rendición de uno de los bandos.

"La inmensa mayoría de los tories moderados empieza a estar asqueada y harta de esa minoría vociferante de derechistas excéntricos que aún lloran la caída de Margaret Thatcher", dijo ayer el procomunitario Hugh Dykes.

Sir Michael Grylls, uno de los patriarcas del partido, coincidió con Dykes al señalar que "las acciones de un 10% de nuestros parlamentarios están llevando al país hacia la ingobernabilidad".

Pero la minoría thatcherista no está dispuesta a ceder. Un 10% del grupo parlamentario supone exactamente 33 escaños, dos más de los necesarios para derrotar al Gobierno -si los laboristas votan no- en la ratificación de Maastricht.

Un cabecilla rebelde

Ayer, sir George Gardiner, uno de los cabecillas rebeldes, lanzó una nueva amenaza contra Major, con una dureza insólita. "No queremos que la situación se complique aún más, y nuestro consejo a John Major es el siguiente: 'Por favor, dé marcha atrás [respecto a Maastricht] y, por favor, deje de intimidar al partido con esas estúpidas e incongruentes amenazas de dimisión y disolución del Parlamento", dijo sir George Gardiner.

Puntos de vista

El primer ministro Major está decidido a imponer sus puntos de vista, coincidentes con los de la mayoría del partido, sobre los de la minoría levantisca. Y la única forma de hacerlo consiste en propiciar un choque frontal.

De ahí la importancia que concede a la votación del próximo 4 de noviembre, en el debate previo a la ratificación del Tratado de Maastricht.

Con sus amenazas de dimisión, John Major espera atraer hacia su campo a unos cuantos rebeldes, los justos para asegurarse la mayoría y demostrar a los thatcheristas (que se pavonean sobre su creciente fuerza) que ya no cuentan en el partido y no pueden seguir chantajeando al Gobierno.

John Major no quiere poner en peligro el Tratado de Maastricht, que él considera fundamental para el futuro del Reino Unido, por una querella partidaria. Por eso plantea el desafío en una votación sin influencia directa sobre la supervivencia del tratado. Si es derrotado, John Major quedará maltrecho, deberá someterse al día siguiente a una moción de confianza y los thatcheristas cantarán victoria. Pero el tratado seguirá, legalmente, entero y sin mella.

El primer ministro reiteró ayer en el Parlamento que el Reino Unido necesita aprobar el Tratado de Maastricht, y acusó a los laboristas -que acarician la idea de votar no el día 4- de poner en peligro el futuro británico por intereses partidistas.

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