Sarajevo respira
UNA ABRUMADORA mayoría de europarlamentarios (330 a favor, 27 en contra y 18 abstenciones) ha aprobado en Estrasburgo los bombardeos sobre objetivos serbobosnios realizados por la OTAN en las últimas semanas. No es el momento de discutir si esa operación militar pudo o debió efectuarse antes, sino de constatar que sus resultados, aunque limitados, son positivos. El cerco de Sarajevo no ha sido levantado por completo, pero los habitantes de esta ciudad, símbolo de esa "sociedad multiétnica, multicultural y multirreligiosa" por la que ayer volvieron a abogar los europarlamentarios, respiran más tranquilos. Al mismo tiempo, la actuación de la OTAN, combinada con otros hechos políticos, diplomáticos y militares, ha creado, como dice Mohamed Sacirbey, ministro de Exteriores de Bosnia, una "nueva realidad" y ha abierto una "posibilidad real de paz".En la noche del miércoles, la OTAN y la ONU decidieron que no son necesarios "en estos momentos" nuevos bombardeos. Los milicianos de Karadzic y MIadic han retirado unas 250 armas pesadas de la zona de exclusión de 20 kilómetros decretada por la ONU alrededor de Sarajevo. Y permiten que los cascos azules y las organizaciones humanitarias puedan moverse con relativa libertad y seguridad en la ciudad, y que en su aeropuerto aterricen aviones cargados con alimentos y medicinas.
Entretanto, las fuerzas croatas y bosnias parecen haber frenado su avance hacia Banja Luka, la principal ciudad de Bosnia en manos de las milicias de Mladic. En los últimos 10 días, su ofensiva combinada les ha permitido recuperar 4.000 kilómetros cuadrados de territorio. Entre unos y otros controlan ahora el 50% de Bosnia, un porcentaje próximo al que les concede el plan de paz aprobado en Ginebra hace dos semanas (51 % para la federación de croatas y bosnios, y 49% para los serbobonios). Un asalto de Banja Luka bien podría provocar la abierta intervención de Serbia en la guerra, hacer fracasar el plan de paz y extender el conflicto por toda la región.
Ahora son decenas de miles de serbios las víctimas del drama que acompaña al hundimiento del sueño de la Gran Serbia. Tras la derrota de la Krajina, los bombardeos de la OTAN y la ofensiva de croatas y bosnios, Slobodan Milosevic, su principal artífice, parece haberlo comprendido. Su máxima prioridad es mantener su poder en Belgrado y necesita el levantamiento de las sanciones, aunque para ello tenga que abandonar a su suerte a los serbios de Bosnia, como ya hizo con los de Croacia. La economía de Serbia está duramente afectada por las sanciones, y su población, profundamente cansada. Las manifestaciones a favor del régimen de Pale apenas congregan unos miles de personas en Belgrado.
Todavía no hay paz y nadie puede asegurar que vaya a haberla. Un ataque contra Banja Luka o Eslavonia oriental podría llevar a Belgrado a intervenir militarmente. La pública aparición en el frente de Bosnia de Arkan, delincuente internacional y jefe de uno de los grupos paramilitares serbios más sanguinarios, puede interpretarse como el primer aviso de Belgrado, ya que sin permiso de Milosevic aquél no podría desplegar a sus banderas por Bosnia.
Aunque aritméticamente ahora pueda materializarse el reparto previsto en Ginebra, queda lo más difícil: delimitar los territorios de cada cual; decidir el futuro de Gorazde, el último enclave musulmán en la zona controlada por los serbobosnios, y el de los barrios de Sarajevo ocupados por las fuerzas de Karadzic; establecer el grado de autonomía de la entidad serbia en Bosnia y la naturaleza de sus relaciones con Belgrado, y regular el funcionamiento de la federación de croatas y bosnios y su relación con Zagreb. Premisa fundamental es que la alianza entre croatas y bosnios se mantenga. Cualquier tentación de Zagreb en contra de la misma equivaldría a una agresión y pondría en grave peligro el emergente equilibrio militar en la región.
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