El precedente de Francia
, Un tribunal de Nevers condenó ayer a un año de cárcel a un camionero que atropelló y mató a tres niños en septiembre pasado. El patrón fue condenado a 18 meses, como responsable de que el camionero hubiera conducido casi mil kilómetros sin interrupción y, semidormido, no hubiera podido evitar el accidente.
Sucesos como ese contribuyeron a que los franceses soportaran con comprensión la huelga de camioneros que desde el 18 de noviembre de 1996 y durante casi tres semanas bloqueó las carreteras del país.
Los camioneros exigían el pago de todas las horas trabajadas, cumplimiento estricto de la reglamentación sobre paradas y descansos y la jubilación a los 55 años. La patronal y el Gobierno acabaron por ceder.
Dio la impresión de que los camioneros habían conseguido todo. La jubilación a los 55 años se convirtió en un hecho, siempre que se hubieran cotizado 25 años, y el Estado se hizo cargo de la factura, 1.700 millones de pesetas al año. Y, además, cada trabajador percibiría una prima extraordinaria de unas 50.000 pesetas.
Pero dos meses después sólo se ha concretado el anticipo de la jubilación. Casi nadie ha cobrado la prima y, según los sindicatos, muy pocas empresas cumplen la reglamentación. Mientras tanto, la jubilación a los 55 ha calado como reivindicación en otros sectores, como el transporte urbano, y ha dado origen a largas huelgas en las principales ciudades de Francia.
La huelga dejó una secuela económica. La UE Impuso a Francia la obligación de indemnizar a todos los camioneros extranjeros atrapados en sus carreteras o en las de los países vecinos a causa del conflicto. Lo mismo le puede ocurrir ahora a España.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.