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Cuarenta heridos por una explosión de gas en el café más concurrido de Palma de Mallorca

"Fue una enorme explosión de gas, limpia y seca desde el interior del café. No se vio fuego. Me pude agachar y evité el impacto de cristales y cascotes." Así narró uno de los testigos el instante en que ayer por la mañana quedó arrasado el Gran Café Cappuccino del Paseo Marítimo de Palma de Mallorca, un siniestro que provocó cuarenta heridos -la casi totalidad de los clientes del local en aquel momento-, nueve de ellos de consideración y uno, camarero del café, muy grave, con el 90% de su cuerpo quemado. Eran las 11 horas y 10 minutos de la mañana de un domingo soleado y la clientela comenzaba a llenar la cafetería más concurrida de la fachada turística de la capital balear.

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El establecimiento tiene cuatro años de antigüedad y ocupa los bajos de un edificio reformado que antes fue el famoso hotel Meliá Mallorca.El estallido de una acumulación de gas en el sótano de la cafetería, de origen indeterminado, ya que el local no tiene gas ciudad ni tanques de almacenaje, desencadenó una gran onda expansiva que provocó heridas en la mayoría de los parroquianos. La compañía Gas y Electricidad (Gesa) había efectuado una obra en la zona días atrás tras recibir dos llamadas del encargado del café por una posible fuga en el exterior. Ya hace dos meses, la cafetería denunció la existencia de olor a gas, según un mando de la policía local. Gesa no dio ayer ninguna explicación. Un portavoz de la Administración autonómica balear señaló como posibilidad una acumulación de metano procedente de las alcantarillas.

"Parecía el paisaje que deja un coche bomba cuando se ve por la tele", explicó un afectado. La policía científica y expertos de los bomberos analizaban ayer las posibles causas y circunstancias de la explosión. De entrada, se descartó una acción terrorista.

Catalina Cirer, delegada del Gobierno, señaló que, por las características de los heridos, no se trataba "de un atentado terrorista, ni de una bomba". En cualquier caso, el director general de la Policía, Juan Cotino, visitó ayer tarde Mallorca.

Turistas nacionales e internacionales y ciudadanos de Palma de Mallorca conforman la relación de clientes afectados por la explosión. Los heridos fueron atendidos en seis centros hospitalarios y médicos y progresivamente se concretó la gravedad en una decena de personas. Las enormes cristaleras ayudaron a dispersar la onda de la explosión. Ello, y el hecho de que la explosión no generara un incendio, impidió que se produjeran aún más víctimas de la deflagración.

El herido más grave es Francisco Córdoba, de 21 años, uno de los camareros del Cappuccino. Anoche se debatía entre la vida y la muerte en la unidad de grandes quemados del Hospital de la Fe de Valencia, adonde fue trasladado en avión-ambulancia. Córdoba resultó con 90% de su cuerpo abrasado por el fuego -"solo tiene las plantas de los pies sin quemar", explicó dramáticamente un médico del Hospital de Son Dureta- y sufre politraumatismos. Se supone que el joven camarero era la persona que más cerca estaba del origen de la explosión.

"La explosión nos levantó de las sillas y quedamos envueltos de polvo", explicó un herido. Otro explicó que tiene lesiones cervicales sin haber caído ni haber resultado tocado por objeto alguno. Un matrimonio de turistas de Salamanca sufrió lesiones leves al regresar al local tras percatarse que el camarero no les había cobrado las ensaimadas del desayuno. Una pareja de recién casados de Hawai, de luna de miel en Palma, sufrió cortes y pequeñas erosiones. Lo mismo les sucedió a cuatro miembros de una misma familia española.

Un médico presente narró que los cortes y las fracturas de algunos de los afectados obligarán a intervenciones de cirugía estética. A un herido se le desprendió la oreja por el impacto de un fragmento de cristalera.

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