Monica Lewinsky revela que se sintió tratada como "una basura" por Clinton
Una Monica Lewinsky humanizada por su entrevista con Barbara Walters fue ayer la protagonista de la jornada informativa estadounidense. En la noche del miércoles, unos 70 millones de norteamericanos descubrieron que Lewinsky es más sensible e inteligente de lo que se imaginaban a partir de la campaña de desprestigio de la becaria realizada por la Casa Blanca. De la entrevista, Lewinsky emergió como una víctima del machismo y la politiquería del presidente Bill Clinton y el fiscal Kenneth Starr.
Lewinsky dijo de Clinton: "Cuando pienso en la persona que ahora veo como un político al 100%, creo que sólo lamenta haber sido descubierto". Hizo ese comentario después de que la veterana Walters, que condujo con maestría la conversación, le exhibiera el vídeo de la declaración del presidente del pasado agosto en la que, tras medio año de mentiras, aceptó haber tenido "una relación inadecuada" con Lewinsky y pidió perdón a su esposa, su hija y sus compatriotas, pero no a la becaria.Clinton, según Lewinsky, la trató ese día "como un pedazo de basura". "Me sentí", dijo, "sucia y manipulada". La joven californiana también reflejó dolor cuando Walters le mostró otro vídeo de Clinton: aquel de enero de 1998 en que negó haber tenido "una relación sexual con esa mujer". Contó que le dolió mucho la despectiva alusión a "esa mujer".
De Starr no quiso hablar Lewinsky con Walters, porque, dijo, le tiene "mucho miedo" al fiscal. "Todavía pienso que podría meterme en la cárcel", confesó. Pero en su libro Monica"s Story, que hoy se pone a la venta en EEUU, cuenta que se sintió "violada emocionalmente" por los interrogatorios inquisitoriales de los agentes de Starr. La investigación fue "muy dolorosa y humillante".
Brecha feminista
La entrevista, difundida por la cadena televisiva ABC, abrió una brecha en el campo de las mujeres, incluidas las feministas, que han aceptado durante más de un año denigrar a su congénere y exculpar al atractivo presidente.Lewinsky reveló a Walters que en 1996, en un paréntesis de su año y medio de relación con Clinton, tuvo otra aventura con un empleado del Pentágono llamado Thomas. Contó que se quedó embarazada y abortó, pero no quiso dar más detalles. La joven fue valiente al reivindicar su personalidad de "mujer apasionada y sensual" que sostuvo relaciones con hombres casados "aceptando las reglas del juego". Pero dijo haberse prometido no volver a hacerlo.
Lewinsky mostró coraje al aceptar los complejos que le provoca su tendencia a la gordura y cuando dijo que, desde el comienzo del escándalo, toma medicamentos contra la depresión. Rió cuando dijo que ella también cuenta "un par de chistes" sobre el escándalo y lloró al recordar el daño sufrido por sus padres. Dijo querer rehacer su vida casándose y teniendo hijos, pero reconoció su angustia por haber quedado marcada para siempre. Lo más flojo fueron sus explicaciones sobre el vestido azul manchado con el semen de Clinton. "No lo conservé como un souvenir", dijo, "se me olvidó en el armario".
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