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Chávez pide a la Asamblea Constituyente que ocupe las instituciones de Venezuela

Javier Moreno

Hugo Chávez declaró ayer muerta la IVRepública de Venezuela y ante la Asamblea Constituyente dominada por sus partidarios, la "soberanísima", en expresión suya, puso su cargo a la orden para simbolizar que la convención dispone del poder absoluto para decidir el destino de las instituciones democráticas del país. En consecuencia, pidió a la "soberanísima" que declare una "emergencia nacional" y que evalúe, uno por uno, la conveniencia de intervenir todos los poderes del Estado. La oposición sostiene que todo ello es ilegal y que roza el golpe de Estado.

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La declaración de "emergencia" supone que la Asamblea tendrá la potestad de destituir a cualquier cargo ejecutivo, legislativo o judicial si considera que interfiere en la tarea de redactar la nueva Carta Magna que "revolucionará" la historia venezolana. "Si consideran que mi presencia como jefe del Estado disturba los soberanos trabajos de la Asamblea, hagan conmigo lo que quieran", clamó Chávez ante unos diputados completamente entregados. Convenientemente, la soberanísima se dispuso a reelegirle presidente de forma inmediata, y Chávez advirtió a quienes se oponen a sus proyectos para Venezuela: "Es una revolución lo que está ocurriendo y en vano tratarán de evitarla; Venezuela está renaciendo de sus cenizas y nadie puede detenerlo". Y sentenció: "¡Hace ya tiempo que está lloviendo pueblo en Venezuela, y pobre de aquellos que no oyen al pueblo que llueve, que truena, que relampaguea!" Chávez reiteró que él no es "imprescindible", para poco después defender la necesidad de "capitanes" que conduzcan la revolución, y parafraseó a Lenin al reivindicar la necesidad de "una vanguardia" que dirija el proyecto. A continuación entregó su proyecto de Constitución, ya impreso y encuadernado.La refundación del Estado pasa, para Chávez, por "romper el modelo clásico liberal de los tres poderes". Para ello propuso añadir dos nuevos: el electoral y el moral, éste último compuesto por la fiscalía, la contraloría (tribunal de cuentas) y el defensor del pueblo. Sería un Estado, en palabras de Chávez, "más de justicia que de derecho, porque la justicia, como dice la Biblia, es el único camino a la paz".

En su discurso improvisado, como acostumbra, pero más disperso de lo habitual esta vez, Chávez esbozó algunas ideas sobre los contenidos que en su opinión debería incluir la nueva Carta Magna que sustituirá a la de 1961, la "moribunda". Chávez propuso la ampliación del mandato presidencial de cinco a seis años, y que la misma persona pueda ejercerlo dos veces de forma sucesiva, algo imposible en la actualidad (se exige 10 años al margen del poder); solicitó que sea precisa la mayoría absoluta para elegir al presidente (si no se alcanza a la primera, se convocaría una segunda vuelta); que los parlamentarios puedan reelegirse dos veces, por cuatro años cada mandato; y que los jueces sean elegidos popularmente para que la carrera judicial también tenga, según dice, un rango constitucional.

Sin entrar en tantos detalles, dejó claro que el modelo económico de Venezuela se alejará del común en el resto de América Latina, que en los últimos años se ha mostrado más neoliberal que preocupado por la justicia social, y en el que las privatizaciones han jugado un papel importante.

"Estamos contra el dogma del mercado, que pretende ser Dios, contra la mano peluda del mercado, que ha llevado al mundo a ser unos salvajes", proclamó el presidente, y los constituyentes aplaudieron, nunca con entusiasmo desmedido. Para contrarrestar la mano peluda del mercado, Chávez se mostró ambiguo, pues se limitó a proponer un sistema intermedio entre el mercado y el Estado, autóctono, sin copiar modelos extranjeros: "No acepto injerencias de poderes políticos o económicos extranjeros. Soy libre para decidir mis propios modelos".

Borrar 40 años de errores

Los constituyentes se reunieron por primera vez en el edificio del Congreso, del que los diputados se retiraron la semana pasada para evitar un conflicto que pudiese llevar a la disolución de la institución. Y Chávez instó a borrar "los errores de los que durante 40 años habitaron esta casa, que ya no les pertenece"."Recuperen esta casa para la revolución", pidió Chávez a los asambleístas. Éstos, de momento, ya taparon los carteles de los nombres de los diputados, atornillados a cada escaño, con cartulinas con sus propios patronímicos, a la espera de que lleguen las identificaciones definitivas.

El aplastante triunfo de los partidarios del presidente, que el pasado 25 de julio lograron 120 de 131 escaños de la Asamblea Constituyente, asegura a Chávez que sus propuestas saldrán adelante con la intención de acabar con el régimen que durante 40 años arruinó al país por su corrupción sin medida, según la nueva mayoría. La oposición, barrida en los últimos comicios, esgrime argumentos legales para discrepar de las competenacias que Chávez atribuye a la "soberanísima". Al igual que los magistrados de la Corte Suprema, consideran que la Asamblea no tiene poderes absolutos, y que sus potestades se limitan a redactar una nueva Carta Magna. Y para ello tiene estipulados seis meses. El ministro venezolano de Asuntos Exteriores, Vicente Rangel, aseguró ayer en Bonn que disolver las instituciones democráticas sería una "torpeza" y un acto "inaceptable en democracia".

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